El siguiente relato es una narración desde el punto de vista de un niño de lo que podría haber sido para las familias esa primera Pascua que condujo a la liberación de Israel de Egipto (Éxodo 3-13).
El corazón del niño latía intensamente mientras ayudaba a su padre a asegurar el cordero que se movía con fuerza. El niño se estremeció levemente al observar que los rayos del sol empezaban a atenuarse y la frescura de esa tarde de primavera se asentaba suavemente sobre Goshen. El pueblo había sacrificado animales anteriormente con el fin de proporcionar carne para alguna ocasión especial; sin embargo, esta vez era diferente.
Este cordero tendría un papel importante durante la última gran plaga que el Eterno enviaría a Egipto. El niño se preguntaba ansiosamente: ¿nos dejará ir Faraón finalmente? ¿O se negará como lo había hecho tantas veces anteriormente?
El Faraón recibe un mensaje de advertencia
Todo comenzó cuando Moisés, el hijo adoptivo de una princesa egipcia, había regresado de un exilio de 40 años en Madián. Moisés y su hermano Aarón comunicaron a Faraón algunas austeras advertencias de parte de Dios. Le dijeron: “¡Deja que los esclavos hebreos vayan al desierto para celebrar una fiesta y ofrecer sacrificios al ETERNO, o seréis castigados!”
El padre del niño estuvo presente esa primera vez que Moisés y Aarón hicieron señales y maravillas de parte de Dios cumpliendo lo que habían advertido a Faraón.
¡La terquedad del rey era increíble!
El niño meditaba: Si yo hubiera estado en el lugar de Faraón hubiera accedido después de esa primera plaga, cuando todas las aguas se convirtieron en sangre. Pero Faraón se negó a obedecer dos veces más. Dios respondió enviando miles de ranas que cubrieron la tierra. Después de eso, envió enjambres de piojos, espesos como el polvo, para atormentar al hombre y a las bestias.
Aun así, Faraón no dio su brazo a torcer, y posteriormente Dios envió una plaga de moscas, pero el corazón del rey egipcio sólo se endurecía más.
“¿Por qué Faraón no entiende que nuestro pueblo es especial para el Eterno? Cuando todo el ganado en Egipto se enfermó y murió, nuestro ganado no murió y fue protegido de toda enfermedad. Nosotros no sufrimos con esos terribles forúnculos, en cambio Faraón, su pueblo y sus animales sí fueron afectados. ¡Nuestro ganado y cultivos fueron protegidos durante la plaga del granizo!”.
El niño temblaba al recordar esa aterradora tormenta y los kilómetros de tierra devastada que había dejado en su camino.
“Él lo sabe, hijo, pero Faraón es un hombre orgulloso. No se rendirá fácilmente”.
Mi padre tiene razón, pensaba el niño. El corazón duro de este rey sólo va a causar más miseria y sufrimiento a su propio pueblo.
Una última plaga
“El Eterno habló a Moisés y a Aarón acerca de una última plaga que vendría”, continuó su padre muy seriamente. “A la medianoche del 14 de Abib, todos los primogénitos de la tierra, tanto del hombre como la bestia, morirán”.
El niño sintió un nudo en su garganta mientras preguntaba en voz baja: “¿Todos los primogénitos?”. ¡Él era un primogénito, y también lo era su padre!
Su padre rápidamente lo tranquilizó: “No te preocupes, hijo, el Eterno nos protegerá. Ésa es la razón por la que seleccionamos este cordero hace cuatro días, el 10 de Abib. Moisés y Aarón fueron muy específicos al respecto. Nos dijeron que escogiéramos un cordero macho o cabrito perfecto de no más de un año de edad y que lo mantuviéramos hasta el comienzo del 14 de Abib, eso es esta noche. Ahora es el momento para que todos lo que deseen salvarse deberán matar a los corderos”.
“Prepárate”, instó su padre mientras mataba rápidamente el cordero. El niño se apresuró a recoger la tibia sangre roja en un recipiente. “Apresúrate hijo, consigue el hisopo que puse cerca de la puerta. Lo usaremos para untar sangre en los dos postes laterales y el dintel sobre la puerta de la casa. Dios dijo que la sangre del cordero salvaría nuestras vidas”.
Rápidamente untaron la puerta con sangre y el animal fue desollado y asado sobre las brasas ardientes. . Cuando todos estaban reunidos para la cena, su padre transmitió a la familia algunas instrucciones finales que Moisés les había instruido.
“Después de asar el cordero, debemos comerlo todo, junto con el pan sin levadura y hierbas amargas. Si sobra algo de cordero, debemos quemarlo en el fuego. Debemos estar vestidos y listos para viajar. Y una última cosa importante: ¡no podemos salir de nuestras casas hasta la luz de la mañana o moriremos! Sólo la sangre en nuestra puerta nos protegerá. Mañana partiremos. ¡Finalmente el Eterno nos va a liberar de nuestra esclavitud en Egipto!”.
El niño sabía que al menos él, no dormiría esta noche.
A la medianoche, el niño se estremeció al escuchar los gritos aterradores de los egipcios. La plaga sobre los primogénitos había comenzado. Atemorizado se acercó más a su padre, cuya voz firme tranquilizaba y consolaba a la asustada familia.
“Cuando el Eterno vea la sangre del cordero, hará que esta plaga pase sobre nuestra casa. Nadie será herido aquí. Esta vez Faraón nos dejará ir”.
Silenciosamente, el niño se hizo una promesa a sí mismo: siempre recordaré esta noche. Les contaré a mis hijos acerca del sacrificio de la Pascua del Eterno en el primer mes de cada año nuevo. ¡NUNCA olvidaré cómo el Eterno lidió con Faraón, y cómo nos libró de Egipto!
Temas de discusión en familia
- ¿Sabe cuántas plagas envió Dios sobre Egipto? (Sugerencia: se encuentran en Éxodo 7-12.) ¿Puede enumerarlas todas?
- ¿Por qué este memorial se llama la “Pascua”?
- ¿Por qué cree usted que Faraón era tan testarudo?
Lea más acerca de la Pascua y su significado en la actualidad en nuestro artículo “La Pascua: ¿qué hizo Jesús por usted?”.