Dios escucha nuestras oraciones

Es posible que nosotros como mortales no nos lo imaginemos, ¡pero Dios puede escuchar y prestar atención a miles de millones de personas al tiempo! Le oramos a un Dios que escucha y responde.

El grupo más numeroso de personas al cual me he dirigido ha sido de entre 12.000 y 15.000 personas, un mar de rostros que se extendía hasta el final de un edificio cavernoso.

¿Qué habría sucedido si yo les hubiera preguntado a los asistentes si tenían alguna pregunta? ¿Qué tal que todos hubieran empezado a hablar al mismo tiempo? No hay posibilidad de que yo hubiera podido entenderles o responderles de manera coherente a la cacofonía resultante.

Pero eso no hubiera sido un problema para Dios.

¿Me escucha Dios?

¿Oró esta mañana? ¿Cuántas personas más se habrán presentado delante de Dios a la misma hora para orar? ¿Cuántos más le habrán agradecido por otro día más de vida? ¿Cuántos más habrán orado con angustia, pidiendo por su intervención para solucionar un problema terrible? ¡Todos hablándole a Dios simultáneamente!

Los que somos profesores, seguramente hemos tenido la oportunidad de tener a muchos estudiantes preguntando cosas al mismo tiempo. Y probablemente hemos levantado nuestras manos y les hemos dicho: “¡Esperen un momento, uno a la vez!”.

Pero Dios no tiene ese tipo de limitaciones. Con su asombrosa mente, es capaz de escuchar y responder un número ilimitado de oraciones personales —oraciones de todas partes del mundo.

Incluso si hay millones de personas hablando al mismo tiempo, Dios es capaz de prestarle atención a cada uno de ellos, lo que equivale a tener una audiencia privada con el Creador de todo el universo.

Una rapidez impresionante

Recientemente vi un artículo titulado “Innovación de la semana”. Decía:

“Según BBC.com, unos investigadores australianos consiguieron velocidades de Internet lo bastante altas como para descargar “más de 1.000 películas de alta definición en menos de un segundo”. Utilizando un único cable de fibra óptica conectado entre dos campus en Melbourne, el equipo “registró una velocidad de datos de 44,2 terabits por segundo”, es decir, aproximadamente un millón de veces más rápida que la velocidad media de Internet en Estados Unidos” (The Week, 5 de junio de 2020).

Imaginen una velocidad de internet un millón de veces más rápida que la que usamos a diario —¡capaz de recibir y descargar más de 1.000 películas de alta definición en menos de 1 segundo!

Aun así, esa no es ni una fracción de la velocidad de la mente del Dios al cual le oramos. Él nunca tiene que decir: “Esperen un momento, una oración a la vez” o “hagan la fila, deben esperar porque hay muchas personas primero que ustedes”.

La ayuda de Dios

¿No sería maravilloso contar con ayuda para evitar cometer muchos errores, elecciones equivocadas y decisiones que nos traen dolor y dificultades? Bueno, esa ayuda está disponible. La ayuda de Dios está ahí, para que nosotros recurramos a ella, y Él nos dice que es cuestión de que se la pidamos.

“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11:9-10; ver nuestro artículo “Cómo debemos orar”).

“Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:6). Muchas personas que oran, lo hacen sólo de una manera general, y con frecuencia de una forma repetitiva o de memoria con muy poca atención a lo que están diciendo. Cosas como: “Gracias por los alimentos. Bendíceme este día. Dame este trabajo. Haz que le agrade a esta persona. Paga mis deudas”.

Pero notemos que este proverbio nos exhorta a reconocerlo en todos nuestros caminos. Esto incluye las grandes y pequeñas cosas que suceden en nuestra vida. Reconocerlo a Él, también implica buscar su sabiduría y su voluntad. En otras palabras, “¿Lo que le estoy pidiendo a Dios es sabio y está acorde con su voluntad y su Palabra?”.

Esto puede significar que se debe reconocer que algo de eso que oramos es muy egoísta o poco sabio y nos va a llevar por un camino que a largo plazo no es nada bueno.

Oración por los afanes, la preocupación y el miedo

Pablo recordó estos puntos en su carta a la iglesia en Filipos: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

No estar afanosos significa no preocuparse de más por las cosas.

Con todas las cosas que suceden a nuestro alrededor actualmente, existen muchos temores y preocupaciones. Enfermedades terribles, desastres naturales y violencia rampante en nuestras ciudades causan en nosotros una profunda preocupación, no sólo con respecto a nuestra seguridad personal sino a la seguridad de nuestros seres queridos.

Pablo fue inspirado a decir que el antídoto para la preocupación excesiva es la oración. Y el fruto que resulta de este tipo de relación con Dios es una paz interior que es mayor que cualquier otra cosa que una persona pueda experimentar.Pablo fue inspirado a decir que el antídoto para la preocupación excesiva es la oración. Y el fruto que resulta de este tipo de relación con Dios es una paz interior que es mayor que cualquier otra cosa que una persona pueda experimentar.

“Invócame en el día de la angustia”

Esto no quiere decir que la oración elimina cada uno de los problemas que se presentan —pasados, presentes y futuros— de nuestras vidas. Todas las personas deben enfrentar problemas durante su vida. Pero con la guía de Dios, vamos a tener menos problemas.

Veamos que David dice que el justo será librado de sus angustias, Él no dice que no van a tener problemas, todos los tenemos.

“Claman los justos, y el Eterno oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está el Eterno a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará el Eterno” (Salmos 34:17-19).

Esa liberación no siempre es inmediata. Podemos orar para que nos de la fuerza mientras esperamos su intervención. “Buscad al Eterno y su poder; Buscad su rostro continuamente” (1 Crónicas 16:11).

Con frecuencia, éstas son cosas que también podemos aprender durante la prueba. “E invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Salmos 50:15).

La oración diaria

Todos los hombres y mujeres justas de la Biblia veían la oración como una fuente de fortaleza y paz en sus vidas. Hay muchos ejemplos de personas que oraban varias veces al día.

David, un hombre según el corazón de Dios, le oraba con bastante frecuencia. “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz” (Salmos 55:17). Con frecuencia comenzaba sus mañanas con una oración. “Oh Eterno, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré” (Salmos 5:3).

Reconocer todas las cosas buenas que Dios hace por nosotros a diario, es parte de su voluntad y deleite. “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18).

Incluso se nos dice que Dios se deleita en la oración: “El sacrificio de los impíos es abominación al Eterno; Mas la oración de los rectos es su gozo” (Proverbios 15:8).

Oración por la armadura de Dios

Pablo escribió acerca de vestirnos con la armadura de Dios. Es algo muy positivo dedicarle tiempo a la oración de cada mañana para buscar la ayuda de Dios, y que nos permita enfrentar lo que suceda durante ese día.

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:10-18, énfasis añadido; lo invitamos a ver nuestro artículo “Tomad toda la armadura de Dios”).

La oración eficaz del justo puede mucho

La oración siempre se asocia con aquellos que son llamados justos o devotos en las escrituras. Justicia significa hacer lo correcto —obedecer los mandamientos de Dios (Salmos 119:172). Si realmente estamos esforzándonos por obedecer a Dios pero pecamos, si nos arrepentimos de ese pecado Dios va a “limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Santiago escribió, “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16).

Al principio, la Iglesia que Jesús comenzó estaba compuesta por judíos convertidos que lo aceptaron como su Mesías y Salvador. Pero pronto, como estaba profetizado, Dios comenzó a añadir a otras personas de diferentes razas y nacionalidades. Uno de los primeros fue un gentil de nombre Cornelio. Si leen la historia de su conversión, se darán cuenta de que él ya había visto el valor del hábito de la oración.

“Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre” (Hechos 10:1-2, énfasis añadido).

Por medio del estudio de la Palabra de Dios, la Biblia, podemos conocer a Dios a un nivel más profundo y podremos orar con la fe y la confianza en que Él se preocupa por nosotros, siempre nos escucha y desea ayudarnos a superar esos momentos difíciles de nuestras vidas.

Esas oraciones no pasaron desapercibidas.

“Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. Él, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios” (Hechos 10:3-4).

“Hallar gracia para el oportuno socorro”

Como lo dijimos anteriormente, no hay ninguna persona que no tenga que enfrentar problemas serios de vez en algún momento de su vida. Si hemos hecho de la oración una práctica regular en nuestra vida, tendremos cerca a Dios cuando todas esas cosas sucedan.

“Cercano está el Eterno a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras” (Salmos 145:18).

Por medio del estudio de la Palabra de Dios, la Biblia, podemos conocer a Dios a un nivel más profundo y podremos orar con la fe y la confianza en que Él se preocupa por nosotros, siempre nos escucha y desea ayudarnos a superar esos momentos difíciles de nuestras vidas.

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

La oración de fe

Ya sea que necesitemos la intervención de Dios, consuelo o simplemente guía y sabiduría para tomar buenas decisiones, podemos orar con la confianza de que su ayuda está disponible para todos aquellos que la pidan con fe.

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1:5-6).

Dios nos dice: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3).

Lo invitamos a leer estos artículos: “La oración de fe” y “Cinco claves para que nuestras oraciones sean respondidas”, junto con los demás artículos relacionados con la oración, para que esta herramienta fortalezca su relación con Dios a diario en su vida. Se va a sorprender con el buen fruto que va a cosechar de esto en su vida.

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