Pocas personas estuvieron más tiempo con Jesucristo que sus 12 discípulos. De estos 12, tres personas formaron su círculo más cercano —Pedro, Santiago y Juan. Ellos estuvieron miles de horas con Él, caminando de aldea en aldea, compartiendo, comiendo y escuchándolo enseñar.
Ahora imagínese que estos tres hombres fueran resucitados hoy y les mostráramos las imágenes artísticas tradicionales de Jesús (estatuas de las iglesias católicas, retratos de las iglesias protestantes y tal vez una o dos películas acerca de la vida de Cristo).
¿Reconocerían al hombre pálido, de cabello largo, enfundado en una túnica blanca, que aparece en tantas de esas imágenes? O, ¿quedarían atónitos, preguntándose qué hombre se suponía que era éste?
Con toda certeza, ¡su reacción sería de sorpresa! Ellos no tendrían idea de quién era el de esas imágenes y dirían también que nadie en su comunidad tenía una apariencia ni remotamente parecida a ésta.
¿Refleja la popular imagen de Jesús, un hombre delgado, de pelo largo, pálido, al verdadero Jesús de Nazaret? O ¿es que acaso el origen de la popular imagen de Jesús se encuentra en fuentes que no tienen nada que ver con la Biblia? ¿Acaso nos da la Biblia algunas claves acerca de la apariencia física de Jesús?
Leyendo entre líneas
La Biblia tiene mucho que decir con respecto a varias cosas. También hay otras cosas en que la Biblia es particularmente vaga o no dice nada. Cuando llegamos a estos temas, deberíamos detenernos y pensar: tal vez hay una razón por la cual Dios hizo que la Biblia fuera vaga o guardara silencio en algunos tópicos. Desafortunadamente, muchos de los mitos más grandes acerca de Jesús son el resultado de que las personas “leen entre líneas” la Biblia con ideas humanas.
Por ejemplo, veamos el nacimiento de Jesús. Aunque la Biblia revela alguna información, muchos detalles clave no han sido revelados a propósito —uno muy grande es el mes específico y la fecha del nacimiento de Cristo. En lugar de interpretar este silencio como una pista de que Dios no quería que lo supiéramos para celebrar el nacimiento de Jesús, los líderes religiosos han leído entre líneas y han dicho que es el 25 de diciembre. Ellos lo tomaron de los cumpleaños de dioses paganos antiguos que se celebraban en este día, por el solsticio de invierno. Si desea aprender más acerca de estos mitos, lea el artículo “El nacimiento de Jesús”.
Esto pasa también con la apariencia de Cristo. La Biblia prácticamente no nos dice nada específico acerca de las características físicas de Jesús. El énfasis en el relato de los Evangelios es en lo que Él dijo y lo que Él hizo. Nuevamente, esto debería obligarnos a pensar: ¿acaso hay una razón por la que estos detalles no se nos dijeron?
Pistas acerca de la apariencia de Jesús
Aunque a lo largo de las Santas Escrituras no encontramos ninguna ilustración o descripción física de Jesús, el hombre, hay una gran pista que la Biblia da acerca de la apariencia de Jesús.
Jesus tenía la misma apariencia que un judío promedio de su época.
Esto es, básicamente.
Isaías 53 es una profecía mesiánica acerca del sufrimiento y el sacrificio de Cristo, que comienza con una profecía acerca de su apariencia: “… no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos” (v. 2). En otras palabras, las personas no podrían sentirse atraídas por Jesús porque éste fuera increíblemente atractivo, inusualmente alto o que tuviera una apariencia especial.
Se nos dice que Él debía venir de la tribu de Judá (Génesis 49:10; Miqueas 5:2; Mateo 1:1-16) —lo cual lo hacía un hombre judío.
El relato de los Evangelios confirma la profecía de Isaías 53. Lucas 4 nos da un recuento de cómo Jesús habló en la sinagoga de Nazaret cuando comenzó su ministerio. Después de que Jesús le dijera abiertamente a los presentes que Él era quien estaba cumpliendo las profecías mesiánicas (vv. 17-21), de inmediato la multitud trató de matarlo. Lucas añade un detalle interesante en su Evangelio acerca de cómo Jesús logró escapar de ahí: “Mas él pasó por en medio de ellos y se fue” (Lucas 4:30).
Jesús pudo escapar fácilmente de esta multitud porque Él tenía la misma apariencia de los que estaban allí. La apariencia de Jesús, que era como la de las demás personas, le permitió escapar en numerosas ocasiones del peligro que tuvo que afrontar durante su ministerio (Juan 8:59; 10:39). En Juan 7 leemos acerca de la última Fiesta de Tabernáculos y su decisión de viajar a Jerusalén en secreto porque su vida corría peligro (v.10). Jesús pudo viajar de incógnito durante la primera parte de la Fiesta, con tan sólo mezclarse entre la multitud —y sólo fue reconocido públicamente cuando Él se levantó para enseñar (v. 14).
De hecho, a lo largo de los relatos de los Evangelios, las únicas veces que vemos que Jesús llamaba la atención era cuando estaba hablando o haciendo milagros. En situaciones casuales, Él sencillamente lucía como cualquier otra persona. Ésta es en parte la razón por la cual Judas, cuando entregó a Jesús a las autoridades judías, tuvo que utilizar una señal para identificar al hombre correcto y que lo pudieran arrestar (Mateo 26:48; Marcos 14:44). Él tenía la misma apariencia que los demás.
¿Cómo lucía un hombre judío del primer siglo?
En 2002, Popular Mechanics informó de un grupo de antropólogos forenses que habían formado un equipo con arqueólogos israelíes para investigar cuál habría podido ser la apariencia de un hombre judío normal en el primer siglo. El equipo investigó cráneos semíticos del primer siglo de la región de Galilea y los dibujos de personas que encontraron en sitios arqueológicos israelíes. La imagen del judío común del primer siglo que ellos dibujaron casi no tiene ninguna característica en común con la imagen tradicional de Jesús, que aparece en el arte religioso.
Sus investigaciones encontraron las siguientes características comunes de los judíos del primer siglo:
- Ojos negros.
- Usaban barba (Isaías 50:6 señala que el Mesías tendría barba).
- Alrededor de 1,55 metros de altura.
- Un peso promedio de 50 kg.
Hay otras dos características que los investigadores utilizaron al tratar de reconstruir “El rostro real de Jesús”, basados en pistas bíblicas adicionales.
Contrario a la forma en que Jesús es con frecuencia descrito, ellos concluyeron que Jesús tendría que haber tenido cabello corto, oscuro, con “rizos apretados”. Los cuadros y bustos de los hombres del primer siglo muestran que era común que los hombres tuvieran cabello corto.
Esto es consistente con la evidencia bíblica. La mayor evidencia en la Biblia proviene de la primera epístola de Pablo a los Corintios. Poco después de decirle a los corintios: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1), Pablo escribió acerca del tema del velo y del largo del cabello. Pablo dijo: “La naturaleza misma, ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?”(v. 14).
La palabra griega traducida como “deshonroso” es atimia, una palabra fuerte que significa “deshonra, ignominia, desgracia” (Lexicón griego de Thayer). El sentido de la declaración de Pablo es que el orden natural enseña que el hombre y la mujer deben distinguirse por el largo de sus cabellos —los hombres con el cabello más corto, las mujeres con cabello más largo.
La historia nos da el contexto de la declaración de Pablo acerca de “naturaleza”. “Juicios morales similares contra el uso del cabello largo pueden encontrarse en Epíteto, Filo, Éufrates y Plutarco. Para el hombre no era aceptable esta clase de arreglo” (Thomas Mathews, The Clash of Gods [El choque de los Dioses], 1993, p. 126). Los hombres romanos, como podemos ver fácilmente en los bustos esculpidos de la época, comúnmente utilizaban cabello corto. De hecho, los dioses hombres del Panteón romano fueron con frecuencia descritos con cabello largo —para distinguirlos de los hombres mortales.
Si Jesús usó cabello largo, ¿tendría algún sentido que el apóstol Pablo criticara tan duramente el cabello largo para el hombre? ¿Es correcto que nosotros lo presentemos a Él o lo pensemos de una forma que lo deshonraría, según las palabras de Pablo? Es obvio que el Jesús histórico usaba el cabello corto, en línea con los estándares de la época y las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Los científicos también concluyeron que “ya que Jesús trabajaba al aire libre como carpintero hasta que tuvo 30 años de edad, es razonable asumir que Él era más musculoso y físicamente apto de lo que los retratos occidentalizados nos muestran. Probablemente su rostro había sufrido las inclemencias del clima, lo que lo habría hecho parecer de más edad, también”.
Jesús no era como la imagen delgada, pálida y ligeramente afeminada que vemos en el arte o en las películas. Jesús habría sido un hombre judío bronceado, fuerte, de cabello corto.
Pero fuera de estas generalidades, no sabemos nada específico acerca de su apariencia, porque Dios escogió no preservar estos detalles en su Palabra.
Descubra el Jesús real
En 2 Corintios 11:4, Pablo advirtió acerca de predicar “otro Jesús”. Desafortunadamente, ese otro Jesús sí surgió y derribó al verdadero Jesús de la Biblia. Este otro Jesús no sólo enseña doctrinas que contradicen al verdadero Jesús, sino que también tiene una apariencia que contradice la posible apariencia del Jesús histórico.
Aunque tenemos pistas acerca de la apariencia de Jesús, la Biblia es intencionalmente vaga por una razón. Las imágenes que representan a Dios son prohibidas en su ley (Éxodo 20:4-6). La historia documenta que de acuerdo con el Segundo Mandamiento, los cristianos primitivos no hacían cuadros de Jesús. Las imágenes de Jesús no se volvieron populares sino hasta el siglo V —cerca de 300 años después de que se cerrara la era del Nuevo Testamento.
Debido a la falta de detalles en los relatos de los Evangelios: “los pintores, escultores y los que trabajaban mosaicos se lo inventaron sin ninguna inhibición. Las narraciones del Evangelio que ellos libremente volvieron a escribir, les permitieron inventarse imágenes de gran impacto” (Mathews, p. 180).
En vez de seguir las ideas de los hombres para determinar nuestra imagen de Jesús, Dios quiere que nosotros entendamos a Jesús por medio de su Palabra, enfocándonos en lo que Jesús hizo y enseñó, no en su apariencia.
¿Hizo Jesús un voto nazareo?
El Antiguo Testamento describe un voto especial llamado el voto nazareo. Aquellos que hacían tal voto tenían que hacer ciertas cosas que los apartaban de la comunidad israelita (Números 6:1-21). Por ejemplo, aquellos que estaban bajo este voto no podían tomar vino ni comer nada derivado de las uvas (vv. 3-4). Ellos tampoco podían tocar un muerto (v. 6), o cortarse el cabello mientras durara el voto (v. 5). Pero cuando el voto se terminaba, ellos tenían que cortarse el cabello largo (v. 18). Sansón, el juez, fue el más famoso personaje bíblico que estuvo bajo ese voto (Jueces 16:17).
Algunos han creído erróneamente que Jesús estaba bajo este voto, confundiendo el término nazarita con nazareno. Jesús era nazareno porque Él era de la ciudad de Nazaret (Mateo 2:23). Pero no hay ninguna evidencia de que Él hubiera hecho un voto nazareo. De hecho, sabemos que no estaba bajo este voto durante su ministerio porque Él tomó vino y tocó un muerto (Lucas 7:33-34; Marcos 5:41).
El voto nazareo nos enseña que no era común que los hombres israelíes utilizaran el cabello largo. Ya que el voto nazareo tenía que ver con que aquellos que hacían el voto de entre la comunidad, tenían que vivir una vida aparte, y el hecho de que parte de esto era dejarse crecer el cabello, nos muestra que el hombre común usaba el cabello corto.