Algunos dicen que Jesús no confirmó el mandamiento acerca del día de reposo. Pero ¿es esto verdad? ¿Guardó Jesucristo el sábado? Si lo hizo, ¿es su ejemplo relevante para los cristianos en la actualidad?
En esta serie hemos explorado varios eventos ocurridos al inicio del ministerio de Cristo. Específicamente, hemos hablado acerca de sus dos actividades principales: predicar y sanar.
Es interesante notar que Jesús a menudo hacía estas dos cosas en un día particular de la semana: el día de reposo. Éste es el séptimo día de la semana, declarado como santo por Dios durante la creación y luego consagrado como el cuarto de los Diez Mandamientos (Génesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11).
¿Deberíamos pensar que esto es sólo una coincidencia?
Algunos piensan que Jesús guardó el sábado sólo porque era judío y debía respetar las leyes del Antiguo Testamento. Pero ¿realmente guardaba el sábado sólo por su identidad étnica? ¿O tienen sus costumbres con respecto al día de reposo importantes implicaciones para quienes buscan andar como Él anduvo?
Jesús, la sinagoga y el sábado
En Lucas encontramos una de las primeras referencias a las actividades de Jesús durante el día de reposo: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer” (Lucas 4:16).
Las sinagogas eran centros de aprendizaje y adoración para los judíos que vivían fuera de Jerusalén y no podían adorar en el templo. Los gentiles que temían a Dios y guardaban el sábado también podían congregarse en las sinagogas para escuchar las Escrituras.
Este pasaje nos dice dos cosas importantes acerca de Jesucristo y el sábado:
1. Guardar el sábado era su “costumbre”.
La palabra griega traducida como “costumbre” también puede traducirse como “hábito”. Congregarse en el día de reposo, ya sea en el templo o en la sinagoga, era un hábito para Jesús. Es decir, era su práctica constante, su costumbre. Cristo no guardaba el sábado sólo cuando era conveniente.
Levítico 23 describe los días de reposo anuales y semanales como “santas convocaciones” (Levítico 23:2-3). En su fidelidad a las leyes de Dios, Jesús descansaba y se reunía para servicios formales cada sábado.
Y no lo hacía sólo por obligación; era su estilo de vida.
2. Jesús era un participante activo en los servicios de sábado.
También leemos que “se [levantaba] a leer”. En cada sinagoga, había una persona responsable de dirigir y organizar los servicios. El hecho de que a Jesús se le pidiera levantarse y leer implica que el encargado de la sinagoga lo conocía. Jesús no sólo creció en Nazaret; es probable que asistiera a esa sinagoga regularmente durante toda su niñez, su juventud y sus años de joven adulto.
Tras leer un pasaje de Isaías, Jesús reveló que Él estaba cumpliendo la escritura que leía (Lucas 4:18-19, 21). Esto hizo que algunos intentaran matarlo (vv. 28-29), una actitud muy inapropiada para el día de reposo, por decir lo mínimo.
Sin embargo, este incidente no evitó que Jesús siguiera guardando el sábado como era su costumbre. Pero sí dejó Nazaret y “Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo” (v. 31; vea también Lucas 13:10).
Jesús en los campos en el sábado
Otro sábado, los fariseos acusaron a Jesús de liderar a un grupo que quebrantaba el sábado. Sin embargo, cuando analizamos lo que realmente ocurrió, es evidente que ésta fue una acusación sin fundamento.
Marcos relata que Jesús y sus discípulos pasaron “por los sembrados un día de reposo” (Marcos 2:23). No estaban haciendo trabajo de agricultura, sino que simplemente pasaron por ahí, tal vez cuando iban de camino a la sinagoga para los servicios.
Cuando pasaron por los sembrados, “comenzaron a arrancar espigas”. (No estaban robando, porque la ley de Dios permitía que las personas hicieran esto; vea Deuteronomio 23:25.) No es que los discípulos estuvieran cosechando grano, sino que simplemente tomaron un poco como tentempié mientras pasaban por ahí.
Imagine que está pasando por una plantación de manzanas y saca una que esté a la mano para comérsela. Sacar una manzana de un árbol, así como sacar un poco de trigo de su espiga, no requiere casi nada de esfuerzo y no es para nada igual a cosechar un sembradío.
Pero un grupo de fariseos los vieron y dijeron: “¿por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito?” (Marcos 2:24). Estaban acusando a los discípulos de quebrantar el sábado basándose en una aplicación muy amplia del mandamiento del Antiguo Testamento que prohíbe trabajar en el día de reposo (Éxodo 20:10; 31:15; 35:2).
Jesucristo obviamente percibió la hostilidad e insensatez detrás de esta acusación. Sus discípulos no estaban trabajando; estaban comiendo un tentempié, no cosechando un campo.
El judaísmo farisaico, que seguía una perspectiva talmúdica de la ley, había ampliado radicalmente las leyes de Dios dadas en el Antiguo Testamento haciéndolas mucho más detalladas y limitantes de lo que Dios quería. Los fariseos habían ampliado conceptos simples, como el trabajo, para incluir actividades normales que pocos considerarían como un trabajo.
Eventualmente, el código de ley judío, conocido como el Mishná, incluyó 39 formas de trabajo prohibidas —algunas incluso más fanáticas que la que usaron los fariseos para tildar la acción de los discípulos como el acto de cosechar.
Jesús enfrentó esta situación varias veces durante su ministerio. Constantemente destacó el hecho de que agregarle tantas restricciones a la ley revelada de Dios hacía más mal que bien. En el mejor de los casos, algunas de las leyes de la tradición judía obstaculizaban la intención inicial de Dios al poner demasiado énfasis en detalles pequeños y tangenciales. En el peor de los casos, algunas de estas leyes efectivamente iban en contra de la intención inicial de Dios (Mateo 15:3).
Jesús apoyó con vehemencia la observancia del sábado
Volvamos al incidente del sembrado. Jesús respondió a la acusación de los fariseos con una de las afirmaciones acerca del sábado más relevantes de la Biblia. Cualquiera que acepte a Cristo como su Señor y Salvador debería considerar profundamente todas las implicaciones de estas palabras.
El sábado es inequívocamente cristiano, dado que fue creado, observado y validado por Jesucristo mismo.
Jesús dijo: “El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” (Marcos 2:27-28).
Este enunciado no sólo revela la intención que Dios tenía con el día de reposo, sino que también lo relaciona de una forma relevante con Jesucristo.
Analicémoslo con más detalle.
Cristo dijo que el sábado fue hecho “por causa del hombre”. En otras palabras, el día de reposo fue diseñado para beneficiar a los seres humanos. Fue un regalo. Con el sábado, Dios le dio a la humanidad un período semanal de 24 horas para descansar física, mental y espiritualmente. Esto nos recuerda las palabras de Dios en Isaías, donde dice que su pueblo debería llamar a su “día santo… delicia” (Isaías 58:13, énfasis añadido).
Dios siempre quiso que el sábado fuera una bendición agradable, no una mera obligación.
Jesús dijo que el hombre no fue hecho “por causa del día de reposo”. En otras palabras, el sábado no fue creado para ser una carga pesada impuesta sobre nosotros de forma antinatural sólo con el fin de complacer a Dios. Es una ley, pero como todas las otras leyes de Dios, fue diseñada para nuestro beneficio. Y, a veces, no entendemos por completo cómo nos benefician esas leyes hasta que empezamos a guardarlas.
Así como la ley de Dios en contra del adulterio fue diseñada para darle al matrimonio la bendición de la estabilidad y la confianza, la ley del sábado fue diseñada para bendecir a los seres humanos con un día semanal de descanso y rejuvenecimiento físico y espiritual.
Jesús se declaró a sí mismo “Señor del día de reposo”. En otras palabras, Jesús estableció una relación inequívoca entre Él mismo y el sábado. El Ser que se convirtió en Jesucristo, a quien el Padre usó para crear todas las cosas, creó el día de reposo (Génesis 2:1-3; Colosenses 1:16). También fue Él quien le dió a Israel la ley del día de reposo en Éxodo 20, e incluso quien castigó a Israel por quebrantarla.
Cuando dijo que Él era “el Señor del día de reposo”, Cristo estaba diciendo que Él mismo tenía la autoridad final para determinar cómo debía observarse el sábado. ¡Los fariseos estaban muy equivocados cuando trataron de decirle al Señor y Creador del sábado cómo debería guardarlo!
En el mundo cristiano, muchos descartan el sábado como una antigua ley judía que no se aplica al cristianismo moderno. Sin embargo, esta idea contradice las palabras de Cristo en Marcos 2:27-28. Al manifestarse como “Señor del día de reposo”, Jesús estableció su conexión directa con el sábado y estableció la autoridad que tenía sobre él.
El sábado es inequívocamente cristiano, dado que fue creado, observado y validado por Jesucristo mismo.
Jesús ratificó el día sábado
Además de declararse “Señor del día de reposo”, Cristo hizo varias aseveraciones que ratificaron la autoridad y validez continua de la ley que incluye el sábado: los Diez Mandamientos.
Jesús dijo que los Diez Mandamientos no sólo son necesarios para obtener la vida eterna, sino que además son la definición del verdadero amor a Dios y los demás (Mateo 19:17; Juan 14:15, 21; 15:10).
También dijo que no pasaría “ni una jota ni una tilde” de la ley de Dios, y que quienes practican y enseñan los mandamientos serán “[grandes] en el reino de los cielos” (Mateo 5:18-19).
La jota era la letra más pequeña del abecedario, y una tilde era una pequeña parte de una letra. El cuarto mandamiento que nos enseña a guardar el sábado sin duda es más grande que una jota o una tilde.
Existen muchas formas para comprobar la validez actual del día de reposo, pero en el contexto de esta serie, una prueba poderosa es el ejemplo personal de Jesús. Cristo guardó el sábado fielmente; ésa era su costumbre.
Entonces, cuando descansamos y nos reunimos en el día de reposo de Dios, los cristianos actuales nos estamos esforzando por…
Andar como Él anduvo.