Jesús fue acusado de quebrantar el sábado porque sanó a algunas personas durante ese día. ¿Significa esto que quebrantó el sábado? ¿Qué podemos aprender de esas sanaciones de Jesús en el día santo?
En nuestro último artículo preguntamos, ¿guardó Jesús el sábado? Demostramos que definitivamente sí lo guardó y también se declaró “Señor del sábado” (Marcos 2:28).
A pesar de esto, sus enemigos lo siguieron acusando de quebrantar el sábado en múltiples ocasiones. Muchas de estas acusaciones se basaban en que Él sanó a varias personas en el sábado.
Los evangelios tienen el registro de siete sanaciones hechas por Jesús en el día sábado. Sus críticos argumentaban que sanar las afecciones de las personas constituía un trabajo. Según ellos, esto convertía a Jesús en un infractor del sábado y en un pecador.
¿Tenían razón al afirmar esto? ¿Las sanaciones de Jesús quebrantaban el sábado?
Teniendo en cuenta que la Biblia nos enseña inequívocamente que Jesús jamás pecó (Hebreos 4:15), sabemos que esas acusaciones son totalmente falsas.
Entonces, ¿cómo deberíamos entender las sanaciones de Jesús en el sábado? Si Él no era un infractor del sábado, ¿qué nos pueden enseñar?
El motivo y las implicaciones de las acusaciones
Antes de examinar las sanidades que hizo Jesús durante el sábado, tengamos en cuenta el motivo detrás de esas acusaciones.
Lucas escribe, “Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día sábado lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle” (Lucas 6:7, énfasis añadido; ver también Marcos 3:2).
No pudieron sorprenderlo quebrantando ninguna instrucción bíblica para observar el sábado, así que basaron sus acusaciones en sus tradiciones orales y en sus interpretaciones.
Su preocupación no era defender la santidad del sábado. Todo lo contrario, buscaban menoscabar la credibilidad de Jesús.
No obstante, si analizamos cuidadosamente esas acusaciones, vemos que revelan aspectos acerca de la forma como Jesús guardaba los sábados que no hubiéramos ni imaginado.
Pensemos que las sanidades y el hecho de que los discípulos comieran grano fueron las únicas acusaciones que los enemigos de Jesús le hicieron con respecto al sábado.
No lo acusaron de hacer trabajos de carpintería en el sábado. No lo acusaron de pescar durante el sábado. No lo acusaron de no reunirse el sábado. No lo acusaron de emplear siervos el sábado. Podríamos seguir y seguir con la lista de acusaciones que no le hicieron.
Éste es el punto: no trataron de acusarlo de actividades evidentes e innegables de quebrantar el sábado porque Él nunca hizo ninguna de esas cosas. Por ser tan corruptos como eran, los fariseos no eran tan tontos como para inventar acusaciones que podían ser fácilmente refutadas.
No pudieron sorprenderlo quebrantando ninguna instrucción bíblica para observar el sábado, así que basaron sus acusaciones en sus tradiciones orales y en sus interpretaciones.
Los judíos habían desarrollado tradiciones orales acerca de la atención médica en el sábado. Los fariseos trataron de usar estas leyes extrabíblicas contra Jesús porque sanaba durante el sábado. Aunque el sentido común debería reconocer que la sanidad milagrosa no es llevar a cabo un procedimiento médico, era su única actividad sabática que ellos podían tratar de interpretar como pecaminosa.
Así que examinemos tres casos en los que lo acusaron de quebrantar el sábado por sanar a algunas personas.
Jesús sana a un hombre con una mano seca el sábado (Mateo 12, Marcos 3 y Lucas 6)
En este caso, Jesús entró en una sinagoga y encontró a un hombre con una deformidad en la mano.
Jesús, el centro de atención en el recinto, le pidió al hombre que se pusiera de pie, así todos podrían ver cuál era su condición. Luego preguntó: “¿Es lícito en el sábado hacer bien, o hacer mal?, ¿salvar la vida, o quitarla?” (Lucas 6:9).
Lo que realmente es relevante, es si Dios considera que es pecado ayudar de esta manera a una persona en el sábado. No había involucrado ningún trabajo físico. Jesús sanaba simplemente hablando o por medio de algún contacto físico con la persona.
Jesús también estaba exponiendo la flagrante hipocresía de sus opositores. Semanas antes, un grupo había intentado matar a Jesús arrojándolo por un acantilado —en el sábado (Lucas 4:16, 28-29). Sus enemigos estaban ansiosos por condenarlo por sanar, pero no tenían ningún reparo en asesinar públicamente durante el sábado.
Nadie respondió, así que Jesús contestó su pregunta por medio de una acción, “Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada” (Lucas 6:10).
En lugar de alegrarse porque un hombre había sido librado de una discapacidad que lo había aquejado durante toda su vida, sus acusadores “se llenaron de furor” (v. 11).
Al responder esa pregunta, Jesús demostró que como “Señor del sábado”, Él era el que tenía la máxima autoridad para definir cómo se debe guardar el sábado de una manera correcta.
Jesús sana una mujer en el sábado (Lucas 13)
Otro sábado, mientras enseñaba en la sinagoga, Jesús encontró a una mujer encorvada con una grave dolencia en la columna vertebral. La llamó, le impuso las manos y la sanó, permitiéndole ponerse de pie y caminar con normalidad.
Al ver esto, el líder de la sinagoga exclamó indignado que las sanaciones sólo debían hacerse en los seis días laborables de la semana.
Jesús le respondió: “¡Hipócrita!, ¿no desatáis vosotros vuestro buey o vuestro asno del pesebre y lo lleváis a beber en sábado?” (v. 15).
Luego, Jesús señaló que sanar en el sábado no quebrantaba el sábado, todo lo contrario, magnificaba su significado. “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en sábado?” (v. 16).
En otras palabras, se trataba de una cuestión de libertad y descanso —no de trabajo. Estuvo atada por esta limitación durante 18 años. Era una carga que le hacía la vida extremadamente difícil e incómoda. Ahora estaba libre de esta aflicción y descansaba de sus molestias. Esto evidencia el descanso espiritual que proporciona el sábado.
Las sanaciones de Jesús en el sábado reflejan vívidamente que el sábado es un día de libertad y descanso de las cargas físicas, anunciando el futuro descanso prometido del Reino de Dios.
Jesús sana a un hidrópico (Lucas 14)
En otro sábado, Jesús estaba presente en una cena cuyo anfitrión era un prominente fariseo. En esta reunión, de nuevo, los fariseos “le acechaban” (v. 1) para poder sorprenderlo en algo que pudieran usar en su contra.
En esta comida también había un hombre con hidropesía o edema. Ésta es una enfermedad en la cual el líquido se acumula en el tejido y causa una hinchazón extrema en diferentes partes del cuerpo, haciendo que la movilidad sea dolorosa y difícil.
Al ver al hombre afligido, Jesús percibió lo que intentaban hacer y preguntó directamente: “¿Es lícito sanar en sábado?” (v. 3).
Esto fue brillante porque partían de la premisa de que sanar en el sábado era pecado, así que los desafió a que lo defendieran. Tendrían que intentar una explicación compleja e intrincada de sus tradiciones orales o simplemente no responder. Optaron por lo segundo.
Jesús, una vez más, respondió a la pregunta por medio de la acción. Lucas escribe: “Él, tomándole, le sanó” (v. 4).
Luego, Jesús compartió una situación cotidiana para demostrar por qué esto no era un pecado. “¿Quién de vosotros, teniendo un asno o un buey que haya caído en un pozo, no lo sacará inmediatamente en sábado?” (v. 5).
Su argumento era sencillo: si uno se esfuerza por aliviar el sufrimiento de un animal en el sábado cuando está en su mano hacerlo, ¿cómo puede ser pecado que el Hijo de Dios alivie el sufrimiento humano cuando puede hacerlo?
Después de todo, a los hombres les significaba mucho más esfuerzo y trabajo sacar a un buey pesado y posiblemente herido de una zanja que a Jesús simplemente pronunciar unas palabras.
Las lecciones de las sanaciones de Jesús en el sábado
Si usted desea estudiar las sanaciones que se hicieron en el sábado y no mencionamos en este artículo, las puede encontrar en Marcos 1:21-28 (un hombre poseído por un demonio), Marcos 1:29-31 (la suegra de Pedro), Juan 5:1-18 (un hombre cojo) y Juan 9:1-41 (un hombre ciego de nacimiento).
Entonces, ¿qué debemos aprender de estas sanaciones en el sábado?
Primero, las acusaciones siempre estuvieron basadas en las tradiciones orales e interpretaciones de los fariseos, no en las escrituras hebreas. Siempre es peligroso elevar la tradición humana al nivel de las Escrituras.
Segundo, las acusaciones estaban permeadas por un oscuro deseo de condenar, no por un deseo de defender la santidad del sábado. Al valerse del sábado como una simple herramienta para atacar, en realidad ellos mismos estaban siendo los infractores.
Tercero, el hecho de que fuera un asunto recurrente demuestra que Jesús defendió la santidad del sábado. Si Jesús hubiera venido a abolir el sábado, todo el asunto habría sido irrelevante. La primera vez que se presentó la acusación, Él pudo haber dicho que no importaba lo que hiciera en el sábado porque lo estaba aboliendo. Pero Jesús nunca dijo eso.
Cuarto, la sanidad divina sólo es posible a través de Dios. La sanidad era un milagro provisto por medio del poder de Dios. Así como Dios escucha las oraciones que le hacen en cualquier momento, incluyendo el sábado, asimismo Dios sana y bendice a su pueblo, incluso en el sábado.
Quinto, las sanaciones de Jesús en el sábado en realidad llevan nuestro entendimiento acerca del sábado y su significado a un nivel mucho más profundo. Los milagros ofrecían descanso físico del sufrimiento en el día de reposo, resaltando el significado espiritual del sábado y dirigiendo nuestra atención al tiempo de descanso universal en el Reino de Dios.
Las sanaciones de Jesús en sábado demuestran su profundo amor por los seres humanos y por el sábado. Debemos desarrollar ese mismo amor por las personas y por el sábado de Dios a medida que continuamos esforzándonos para . . .
Andar como Él anduvo.