La resurrección de Jesús: testimonios de primera mano

Muchas personas vieron a Cristo resucitado durante los 40 días previos a su ascensión; aun sus enemigos y amigos incrédulos fueron testigos oculares.

¿Resucitó Jesucristo realmente? En la actualidad, la resurrección de Jesús es un hecho que resulta difícil de creer para muchos críticos. Y, de hecho, aun el apóstol Pablo tuvo que desmentir ciertos rumores en la congregación de Corinto, que aseguraban que Cristo nunca había resucitado. Es por esto que en 1 Corintios 15:5-8 Pablo nombra a los testigos oculares de este importante evento.

Dudar de la resurrección de Cristo implica cuestionar uno de los fundamentos del cristianismo: el hecho de que tenemos un Señor resucitado. Pero, ¿puede usted comprobar con la Biblia que Jesucristo fue resucitado de entre los muertos y aún permanece con vida? (Le aconsejamos complementar esta lectura con “La resurrección de Jesús: ¿es posible comprobarla?”.)

Los recuentos que analizaremos a continuación están disponibles para el mundo entero. Y los eventos ahí descritos tuvieron tal impacto en algunos de los antiguos enemigos de Cristo y sus discípulos que los llevaron a dar sus vidas confiando en que Él era su Salvador resucitado. Vemos algunas de las pruebas que verifican de la resurrección de Jesús:

  • Gran cantidad de testimonios confiables. Existen muchos documentos, manuscritos y pasajes bíblicos —del Nuevo y del Antiguo Testamento— al igual que muchas fuentes seculares, que hablan sobre la resurrección de Jesucristo. Es interesante que esto no ocurre ni aun con otras figuras históricas importantes como Julio César. Al parecer, Dios se aseguró de preservar los recuentos históricos de la resurrección de Jesús para nosotros.
  • Antigüedad de los recuentos bíblicos. Según los expertos, los Evangelios sinópticos —Mateo, Marcos y Lucas— fueron escritos entre 20 a 30 años después de la resurrección de Jesús, y los escritos de Juan entre 50 a 70 años después del mismo evento. Además, la primera carta de Pablo a la congregación de Corinto dataría aproximadamente del año 25 después de la resurrección. Por lo tanto, la antigüedad de estos escritos es consistente con su autoridad para hablar de la resurrección de Jesús.
  • Muchos testigos oculares: Claramente, cuando los Evangelios, los Hechos y las cartas de Pablo fueron escritos, muchas de las personas que presenciaron lo relatado en estos libros seguían con vida. Si los relatos del Nuevo Testamento fuesen falsos, estos testigos podrían haberlos negado con facilidad. Sin embargo, lo único que vemos es acuerdo y coherencia; antiguos perseguidores y opositores como Pablo (antes Saulo) no negaron estos testimonios, y los cristianos estaban dispuestos a vivir bajo constante amenaza de muerte —lo cual sería impensable sin una fuerte convicción en la veracidad de Jesús. Además, la Biblia nos promete que el Espíritu Santo se encargaría de guiar a estos autores para que recordasen la verdad con exactitud (Juan 14:26; 16:13).

La importancia de los testigos oculares

La Biblia revela que Dios utiliza testigos oculares para emitir un juicio. En el antiguo Israel, por ejemplo, una acusación de pecado debía confirmarse por dos o más testigos (Deuteronomio 17:6; 19:15).

Igualmente, el apóstol Pablo instruyó a Timoteo a no admitir ninguna acusación contra un anciano a menos de que fuese avalada por dos o más testigos (1 Timoteo 5:19).Y al exhortar a los miembros de la Iglesia a mantener buenas relaciones, Cristo mismo reiteró la importancia de los testigos presenciales en Mateo 18:16:17.

Además, Lucas nos dice que su recuento de la vida de Jesucristo está basado en el testimonio de quienes “desde el principio lo vieron con sus ojos” (Lucas 1:2).

Y lo mismo sucede con los demás Evangelios: recopilan testimonios de primera mano sobre la vida, muerte y entierro de Jesús, así como su resurrección. Mateo y Juan fueron testigos directos. Y es muy probable que Juan Marcos haya obtenido gran parte de su material a partir del testimonio de Pedro. Lucas, como hemos mencionado, basó sus escritos en testimonios de primera mano, entre los cuales sin duda estaba el de Pablo, instruido directamente por Cristo resucitado (Gálatas 1:11-1).

Necesidad de los registros escritos

Como leemos en Hechos 12:1-3, Herodes mató a Jacobo, hermano de Juan, y amenazó con matar a Pedro —otro de los testigos oculares de la resurrección de Jesús. Debido a esto, los apóstoles vieron la apremiante necesidad de registrar la vida y las enseñanzas de Cristo mientras aún estaban con vida.

Por otro lado, existían muchos rumores sobre la muerte y resurrección de Jesús. Algunos decían que nunca murió, otros, que sus discípulos habían robado su cuerpo para fingir su resurrección. Y este tipo de ideas surgieron aun dentro de la Iglesia (1 Corintios 15:12-13). Tal situación incrementó aun más la necesidad de un registro histórico veraz y preciso.

Las Escrituras nos dan muchos detalles sobre la muerte, sepultura, resurrección e interacciones posteriores de Jesucristo, que comprueban la veracidad del relato. Vemos, por ejemplo, un paralelo coherente entre la cronología de los Evangelios y los Hechos y la lista de testigos oculares registrada por Pablo en 1 Corintios 15:3:8.

Detalles importantes

En la Biblia podemos encontrar muchos más detalles sobre la muerte y resurrección de Cristo de lo que la mayoría de personas se imagina. Estos son algunos de los más importantes:

  • Hubo muchos testigos de la muerte de Jesús, ¡incluyendo familiares, discípulos, romanos y acusadores hostiles! Y todos ellos experimentaron tres horas de oscuridad, un gran terremoto que partía las piedras, vieron los sepulcros abrirse y el velo del templo rasgarse de arriba hacia abajo. Cuando Cristo expiró, los discípulos de Cristo se entristecieron profundamente y la multitud enmudeció golpeándose el pecho. Si todo esto no hubiese ocurrido tal como lo relatan las Escrituras, muy pocos hubiesen creído que sucedió realmente.
  • La muerte de Cristo fue un hecho innegable tanto para Pilato como para el centurión romano y dos de los líderes judíos. José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Cristo para sepultarlo; Pilato pidió a un centurión romano —el mismo que había reconocido a Cristo como “Hijo de Dios” cuando expiró— que confirmara la muerte de Jesús; José y Nicodemo, ambos miembros de Sanedrín, sepultaron el cuerpo de Jesucristo antes del comienzo del día santo (Juan 19:38-42).
  • Los sacerdotes principales pidieron que se resguardase el sepulcro de Cristo, lo cual aparentemente ocurrió durante el primer día de Panes Sin Levadura. Lograron que el sepulcro se sellara y pusieron un guardia para vigilar el lugar ¡aun estando completamente seguros de que Cristo estaba muerto!
  • Los familiares y discípulos de Cristo estaban seguros de que había muerto. Es por esto que, al terminar el día santo, compraron el aceite y las especias aromáticas que luego prepararon un día antes del sábado semanal para añadirlas a la mirra y los aloes que José y Nicodemo habían usado para embalsamar el cuerpo de Jesús (Juan 19:39).
  • Muchos santos fueron resucitados a vida física cuando Cristo expiró. Y, pocos días después, cuando Él fue resucitado, estos siervos de Dios resucitados viajaron a Jerusalén (Mateo 27:51-53), donde fueron vistos por sus amigos y familiares. ¡Este impresionante evento fue un testimonio evidente para muchos!
  • Luego de un terremoto, un ángel descendió para mover la roca que sellaba el sepulcro de Cristo. En la madrugada de ese mismo día —el primero de la semana— un grupo de discípulas de Jesús había salido para llevar especias a su sepulcro. Pero, antes de que llegaran, el ángel apareció ante los aterrorizados guardias romanos, que luego contaron lo sucedido a los principales sacerdotes, dando testimonio de que el evento fue obra de Dios.
  • Ángeles hablaron con las mujeres. Antes del amanecer, las mujeres llegaron al sepulcro y, cuando se sorprendieron al verlo abierto, los ángeles les dijeron que Cristo había resucitado y se dirigía a Galilea, tal como lo había dicho días antes.
  • Los discípulos no creyeron el relato de las mujeres cuando les transmitieron el mensaje de los ángeles y María Magdalena les dijo que el cuerpo de Jesús había desparecido.
  • Pedro y Juan corrieron al sepulcro para verlo con sus propios ojos. Aparentemente, Juan se convenció de inmediato, pero Pedro seguía dudoso aun después de ver el sepulcro vacío.
  • María Magdalena fue la primera en ver a Cristo resucitado, quien se mostró ante ella y otras mujeres cerca de su sepulcro. Tal parece que, en 1 Corintios 15, el apóstol Pablo omite este encuentro con el fin de referirse exclusivamente a los testigos oficiales designados por Cristo (Hechos 1:8, 21-22; Lucas 24:48).
  • Los discípulos no le creyeron a María cuando les contó que había visto a Jesús. Mientras esto ocurría, Cristo se apareció ante un grupo de discípulas y les dio un mensaje para el resto de sus siervos ordenándoles que fueran a Galilea.
  • Los guardias del templo fueron sobornados con grandes sumas de dinero por los principales sacerdotes y ancianos (el Sanedrín) para decir que el cuerpo de Cristo había sido robado por sus discípulos. Así, estos guardias se convirtieron en falsos testigos.
  • Jesús se mostró a dos de sus discípulos camino a Emaús —uno de ellos llamado Cleofas. Luego de recitarles las profecías bíblicas sobre el Mesías y comer con ellos, Jesús les hizo ver que Él era el Cristo resucitado. Al darse cuenta de esto, los hombres fueron rápidamente a encontrarse con los demás discípulos.
  • Los discípulos de Emaús hablaron con “los once” —que es solo otra manera de referirse a los apóstoles. Sin embargo, esto no significa que todos los apóstoles estuviesen presentes. De hecho, como leemos en Lucas 24, Tomás no lo estaba.
  • Jesús apareció ante los apóstoles y ellos pudieron tocarlo. Cuando los dos discípulos relataron su experiencia, Jesús apareció a la vista de todos y comió con ellos para hacerles ver la materialidad de su cuerpo. Además, les mostró las heridas de sus manos y pies y la perforación de su costado, y les dejó tocarlas. También los reprendió por no haber creído a quienes ya lo habían visto antes.
  • Ocho días después, Cristo se mostró nuevamente —esta vez Tomás sí estaba presente. Y, como Juan relata, Jesús hizo muchas cosas ante sus discípulos para convencerlos de que era y sigue siendo Cristo resucitado.
  • Los discípulos viajaron a Galilea, donde se reunieron con Jesús en una montaña y, posteriormente, en el mar de Galilea. Para entonces, Cristo se había aparecido ante Pedro tres veces.
  • Cristo capta la atención de los pescadores. Mientras esperaban que Cristo se mostrase, Pedro y seis personas más salieron a pescar. Pero su trabajo fue infructuoso. Entonces, Jesús llenó sus redes milagrosamente con 153 pescados grandes.
  • Más de 500 hermanos vieron a Cristo en Galilea, de los cuales la mayoría seguía con vida cuando Pablo escribió 1 Corintios 15:6, aproximadamente 30 años después.
  • La incredulidad de Santiago y Judas. Inicialmente, los hermanos de Jesús no creían que Él era el Cristo (Juan 7:3-5). Luego, si bien los Evangelios no lo mencionan explícitamente, Pablo nos dice que Jesús se mostró a Santiago luego de su resurrección. Como resultado, cuando se realizó la conferencia de Hechos 15, este hermano de Jesús se había convertido en pastor de la congragación de Jerusalén; tanto Santiago como al menos uno de sus hermanos, Judas, habían llegado a ser fervientes seguidores de Cristo resucitado.
  • Más discípulos vieron a Cristo. Como hemos visto, además de los 12 apóstoles, más de 500 creyentes vieron a Cristo resucitado en Galilea. Y, según el relato de Pablo, es muy probable que los 120 discípulos reunidos en el aposento alto durante el Día de Pentecostés de año 31 d.C. también lo hayan visto.
  • Los apóstoles volvieron a Jerusalén, donde Cristo siguió instruyéndoles hasta que pasaron los 40 días (Hechos 1:1-8). Luego les dijo que permanecieran en Jerusalén hasta recibir el Espíritu Santo, lo cual ocurrió en Pentecostés. Y, como resultado de los milagros y enseñanzas de los apóstoles, la Iglesia creció enormemente a partir de entonces.
  • Un cruel enemigo se convierte en defensor. El último testigo mencionado por Pablo es él mismo. Habiendo sigo un fariseo celoso, este apóstol había perseguido a la Iglesia violentamente (Gálatas 1:13-14; Hechos 8:3), e incluso había presenciado el martirio de Esteban. Pero en cierta ocasión, mientras Pablo se dirigía a Damasco para capturar y encerrar a más creyentes, Jesús se mostró ante él dejándolo ciego, y luego lo llamó a una nueva vida como seguidor de la misma fe que antes había intentado destruir. Y, como leemos en Gálatas 1:11-17, tal parece que Pablo fue directamente instruido por Cristo resucitado en Arabia.

Evidencia irrefutable

Los eventos que ocurrieron en torno a la resurrección de Jesús son tan importantes y fueron presenciados por personas tan diferentes que no podrían negarse.

Por un lado, tenemos las profecías que se cumplieron con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo y los consistentes testimonios de primera mano que nos entregan la Escrituras. Por otro lado, la mayor evidencia de que Jesús es el Salvador de la humanidad resucitado es el cambio que ocurre en cada uno de nosotros cuando Él y el Padre moran en nuestro interior (Juan 14:23).

La prueba irrefutable de la resurrección de Cristo es que Él ahora vive dentro de nosotros —trabajando cada día directa o indirectamente con nuestras vidas y pensamientos. Y, si Jesucristo vive en nosotros, nosotros también seremos resucitados y glorificados en un futuro cercano (Romanos 8:9-11). Le invitamos a conocer más detalles sobre esto en nuestro artículo “Cristo en nosotros: ¿cómo vive Él a través de usted?”.

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