La resurrección de Cristo es un aspecto de vital importancia para el cristianismo. Desafortunadamente, muchas personas no entienden las enseñanzas bíblicas acerca de este tema.
La resurrección de Jesucristo es una enseñanza fundamental del cristianismo. Demuestra que Jesús sí era el Hijo de Dios (Romanos 1:4).
La palabra griega traducida como “resurrección” significa “levantar… levantar de entre los muertos” (Definiciones griegas, Thayer).
El apóstol Pablo hizo énfasis en la importancia de la resurrección de Cristo cuando escribió: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe… y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (1 Corintios 15:14, 17).
Aunque en las Escrituras no encontramos instrucciones para conmemorar la resurrección de Cristo, millones de personas que profesan ser cristianos acuden a los servicios de la Pascua Florida al amanecer para conmemorar el acontecimiento.
Basada en el hecho de que era domingo, temprano en la mañana, cuando los seguidores de Jesús descubrieron que su cuerpo ya no estaba en la tumba, la creencia común pero errónea es que Jesús resucitó el domingo por la mañana y que el domingo es, por lo tanto, el día de la semana indicado para el culto.
Desafortunadamente, hay mucha confusión y malos entendidos acerca del momento y el significado de la resurrección de Cristo.
En este artículo vamos a ahondar en tres importantes enseñanzas bíblicas asociadas con la milagrosa resurrección de Jesús:
- Jesús no murió el viernes ni fue resucitado el domingo por la mañana.
- Jesús realmente murió y su cuerpo físico fue transformado en espíritu.
- Jesús fue la primicia de los que murieron.
Verdad 1: Jesús no murió el viernes ni resucitó el domingo por la mañana
La cronología tradicional de la muerte y resurrección de Jesús entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección no está respaldada por las Escrituras. Este malentendido se debe tanto a la falta de atención a la clara afirmación de Jesús acerca de cuánto tiempo estaría en la tumba, como a la falta de comprensión de las fiestas santas anuales de Dios.
Antes de su crucifixión, algunos de los líderes religiosos judíos le pidieron a Jesús que les mostrara una señal —un milagro— para probar que Él era el Hijo de Dios.
Jesús da una señal
Respondiéndoles Jesús, les dijo: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:39-40).
Las matemáticas básicas muestran que no hay tres días y tres noches entre el viernes por la tarde (justo antes de la puesta del sol) y el domingo por la mañana. Ni siquiera hay tres días y noches parciales durante este período de tiempo, como algunos tratan de interpretar las palabras de Jesús.
Ya que Jesús dio este período de tiempo como la señal de su identidad, necesitamos tomar sus palabras literalmente —Él estaría 72 horas completas en la tumba.
Como señala la Bullinger's Companion Bible con respecto a la afirmación de Jesús: “Cuando se indica el número de ‘noches’, así como el número de ‘días’, entonces la expresión deja de ser un modismo, y se convierte en una declaración literal de hecho” (Apéndice 144, p. 170).
Sábados semanales y sábados anuales
Nuevos malentendidos surgen con el hecho de que Jesús fue enterrado “cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado” (Marcos 15:42). Las personas que no están familiarizadas con las fiestas santas anuales de Dios asumen que esto tenía que ver con el día antes del sábado.
De lo que muchas personas no se dan cuenta es que la palabra sábado puede hacer referencia al día de reposo semanal, algo que siempre ocurre un sábado o a alguno de los días de reposo anuales que pueden caer en cualquier otro día de la semana.
Como lo explicó Juan, este “día de preparación” era antes de un sábado “de gran solemnidad” —esto es, un día de reposo anual (Juan 19:31).
Reconocer que Jesús estuvo en la tumba 72 horas completas y que resucitó el domingo por la mañana indicaría que Jesús tuvo que ser crucificado un miércoles. Esto coincide con el Día de Preparación para el sábado anual del primer día de los Panes Sin Levadura.
¿Cuándo resucitó Jesús?
Los autores de los evangelios nos dicen que las mujeres fueron a la tumba de Jesús el domingo temprano en la mañana, cuando apenas estaba amaneciendo. Juan afirma que María Magdalena llegó al sepulcro “siendo aún oscuro” y vio que Jesús ya no se encontraba ahí (Juan 20:1-2).
Pero este relato no dice que Jesús había resucitado al amanecer del domingo. Y no dice que haya resucitado a ninguna otra hora del primer día de la semana. Lo que estas mujeres descubrieron fue que el domingo muy temprano en la mañana, antes de que amaneciera, Jesús ya había resucitado.
Entonces, ¿cuándo resucitó Jesús del sepulcro?
Recordemos, Mateo 12:40 registra que Jesús dijo que estaría en el sepulcro “tres días y tres noches”. Otros pasajes dicen “después de tres días”, “al tercer día” y “en tres días” (Marcos 8:31; Lucas 9:22; Juan 2:19).
Estas cuatro frases, con ligeras diferencias, se ajustan perfectamente al concepto de que Jesús fue sepultado cerca de la puesta del sol del miércoles y resucitó cerca de la puesta del sol del sábado, exactamente 72 horas después de haber sido sepultado.
Si usted desea estudiar más a profundidad el tiempo que Jesús permaneció en el sepulcro, lo invitamos a leer “¿Cómo se cuentan tres días y tres noches?”.
Verdad 2: Jesús realmente murió y su cuerpo físico fue transformado en espíritu
A primera vista, la idea de que Jesús murió y que su cuerpo físico fue transformado en una forma glorificada e inmortal puede parecer sencilla. Por desgracia, la creencia en la enseñanza no bíblica de que los seres humanos tienen un alma inmortal ha dado lugar a teorías alternativas que se desvían del registro bíblico.
En resumen, cuando la Biblia utiliza la palabra alma, está hablando de una criatura viva que puede morir. La creación de Adán es un ejemplo de esto: “Entonces el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente [alma, en la versión Reina Valera Antigua]” (Génesis 2:7).
Adán no fue creado con un alma inmortal. En lugar de esto, se le advirtió que si desobedecía la orden de Dios de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, moriría (v. 17). La Biblia no dice que continuamos viviendo en un estado no físico. Cuando las personas mueren, cualquier conciencia de pensamiento cesa (Salmos 6:5; Eclesiastés 9:10) y sus cuerpos se descomponen y vuelven al polvo (Génesis 3:19).
Cómo dijo Dios: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4, 20).
Pablo, refiriéndose a esta verdad perenne, enseñó que, debido al pecado, todos los seres humanos (excepto Jesús, 2 Corintios 5:21) se han hecho acreedores a la pena de muerte (Romanos 3:23; 6:23). La muerte es el fin de la existencia. El don que Dios ofrece como contraste es “vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).
Varios pasajes del Antiguo Testamento muestran que las personas fieles comprendían que, para volver a vivir, tendrían que ser resucitadas de entre los muertos (Job 14:13-15; Salmos 16:10). Esto contrastaba con las creencias de los pueblos paganos, como los egipcios, que creían que los humanos tenían un alma inmortal.
La Trinidad incorpora erróneamente la enseñanza de la inmortalidad del alma
Aunque la Biblia contradice la idea de que el hombre tiene un alma inmortal, la influencia de esta creencia errada pasó a formar parte de la teoría trinitaria de la naturaleza de Dios. (Debemos tener en cuenta que este argumento teológico no lo enseña la Biblia, sino que se desarrolló en el siglo IV.)
La milagrosa resurrección de Jesucristo de entre los muertos después de tres días y tres noches nos da la esperanza de que nosotros también podemos esperar ser resucitados del sepulcro con cuerpos espirituales.
Contrariamente a la enseñanza bíblica de que Jesús experimentó una muerte real, los defensores de la Trinidad sugieren que sólo murió su cuerpo físico, mientras que su espíritu continuó viviendo. Según esta teoría, Jesús tenía dos naturalezas: una naturaleza física que murió y una naturaleza espiritual que perduró como parte de la Trinidad eterna.
Esta enseñanza plantea cuestiones preocupantes acerca del significado de la muerte de Jesús por nuestros pecados. ¿Sirvió su muerte como un sacrificio genuino o fue simplemente un espectáculo fingido? Si Jesús permaneció vivo como un ser espiritual, ¿por qué fue necesaria la resurrección de su cuerpo físico?
La Biblia aclara estas preguntas. Cuando Jesús vino a la Tierra como ser humano, vino “hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:7-8).
Cuando Jesús dijo que estaría en el sepulcro durante tres días y tres noches, Él no dijo que sólo una de sus naturalezas moriría o que estaría parcialmente muerto. Jesús estaba muerto en el sepulcro.
Adicionalmente a esto, si Jesús hubiera continuado existiendo como espíritu después de su crucifixión, la conclusión lógica sería que Él podría haber resucitado su propio cuerpo. No obstante, las Escrituras afirman sistemáticamente que Dios Padre lo resucitó de entre los muertos (Hechos 3:15; 4:10; Romanos 6:4; 1 Corintios 15:15; 1 Tesalonicenses 1:10).
¿Qué pasó con el cuerpo de Jesús?
Después de la crucifixión de Jesús, su cuerpo fue bajado de la cruz, envuelto en lino y llevado rápidamente al sepulcro antes de la puesta del sol (Mateo 27:57-60; Marcos 15:42-46).
Cuando las mujeres entraron en la tumba temprano el domingo en la mañana, “no hallaron el cuerpo del Señor Jesús” (Lucas 24:3).
Después de que María Magdalena les informara que el cuerpo de Jesús ya no estaba en el sepulcro, Pedro y Juan corrieron al sepulcro para corroborarlo por sí mismos. Cuando Pedro entró en la tumba, “vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó” (Juan 20:6-8).
¿Qué creyó este discípulo? Que Jesús había resucitado.
En una nota a pie de página de Juan 20:7, The Companion Bible explica que la redacción original de Juan “implica que la tela había sido doblada alrededor de la cabeza como se dobla un turbante, y que yacía todavía en forma de turbante. La ropa de lino también yacía exactamente como estaba cuando se envolvió alrededor del cuerpo. El Señor había salido de ellas, sin necesidad, como Lázaro (11:44), de ser desatado. Fue esta visión la que convenció a Juan (v. 8)”.
La Biblia dice que cuando Jesús resucitó, se convirtió en un “espíritu vivificante” (1 Corintios 15:45). Jesús ya no tenía un cuerpo físico, sino un cuerpo espiritual.
Después de su resurrección, Jesús se apareció en dos ocasiones a sus discípulos que estaban juntos reunidos (Juan 20:19, 26). Aunque ahora era espíritu, también podía aparecer como un ser humano con las heridas que sufrió durante la crucifixión, servirse algo de comer y luego desaparecer (Lucas 24:30-31; Juan 20:27; 21:1-14).
Pablo, haciendo énfasis en esta transformación, escribió: “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?... Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (1 Corintios 15:35, 44).
Podemos estar seguros de que Jesús era mortal y que realmente murió por nuestros pecados. Después de estar en la tumba durante tres días y tres noches, Dios Padre resucitó a Jesucristo a la vida eterna. En ese momento, su cuerpo físico fue transformado en un cuerpo glorioso y espiritual.
Verdad 3: Jesús fue la primicia de los muertos
Muchos saben que Jesús fue resucitado de entre los muertos. Pero, ¿cuántos saben que Él fue el primero de muchos otros que también van a ser resucitados?
Nuestra única esperanza es también ser resucitados.
Pablo anunció esta maravillosa verdad: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Corintios 15:20-23).
La enseñanza que encontramos en la Biblia acerca de las resurrecciones es una parte integral del plan de salvación que Dios tiene para toda la humanidad. Es la forma en que Dios les ofrece a todos los seres humanos la oportunidad de formar parte de su familia eterna.
Este plan incluye tres resurrecciones distintas, cada una basada en la respuesta de la persona a los mandamientos de Dios. Si usted desea estudiar más acerca del tema de las resurrecciones, lo invitamos a leer, “Resurrecciones: ¿qué son?”.
La milagrosa resurrección de Jesucristo de entre los muertos después de tres días y tres noches nos da la esperanza de que nosotros también podemos esperar ser resucitados del sepulcro con cuerpos espirituales.
Comprendamos y valoremos las profundas implicaciones de la resurrección de Cristo, para que podamos tener una fe más fuerte en Dios y en las resurrecciones venideras.