Dios tenía un propósito para que quedara registrado el relato de Jesús y Pedro caminando sobre el mar. ¿Qué lecciones podemos aprender de esta historia de fe, duda y milagros?
Más de 5.000 personas habían seguido a Jesucristo a un lugar desierto a la orilla del Mar de Galilea. Jesús siempre mostró profunda compasión por ellos. Él sanaba a la gente; y en esta ocasión cuando tuvieron hambre, realizó otro milagro. ¡Los alimentó a todos con sólo cinco panes y dos peces (Mateo 14:13-21)!
Después, Jesús hizo que sus discípulos se fueran adelante mientras despedía a los miles de personas. Les dijo a los discípulos que subieran a su barca y fueran al otro lado del Mar de Galilea (v. 22).
Después de que la gente se fue, Jesús subió a la montaña para orar. Mientras Jesús estaba orando, sus discípulos estaban en el mar luchando contra un poderoso viento en contra y olas que azotaban la barca. Aun cuando muchos de los discípulos eran pescadores experimentados, no podían avanzar contra el fuerte viento.
Al ver que sus amigos más cercanos estaban en apuros, Jesús fue a ellos (Marcos 6:48). Para hacer esto, tuvo que desafiar las leyes naturales de la física. ¡Él realizó el asombroso milagro de caminar sobre el agua (Mateo 14:25)!
Durante “la cuarta vigilia de la noche”, que corresponde a las últimas horas de la noche antes de la luz del día, los discípulos vieron a Jesús caminando hacia ellos en el agua (v. 25). Sin darse cuenta de quién era, gritaron: “¡Un fantasma!” (v. 26). Estaban aterrorizados de la figura que se acercaba a ellos en medio del mar.
“Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” (v. 27).
Pedro intenta caminar sobre el agua
El miedo de Pedro rápidamente se convirtió en asombro y acción. Y le dijo a Jesús: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (v. 28). Él dijo: “Ven”, y Pedro dio un paso fuera de la barca sin hundirse (v. 29).
Pedro empezó a caminar sobre el agua hacia su Maestro porque tuvo fe en Jesucristo. Pero el fuerte viento hizo que desviara su mirada de Cristo, y la duda empezó a apoderarse de su mente. El fuerte viento había debilitado su fe, y empezó a hundirse en el mar.
Mientras se hundía, Pedro desesperado le pidió ayuda a Jesús. Jesús inmediatamente extendió su mano y lo cogió. Cuando lo estaba ayudando, Jesús le preguntó a Pedro: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (v. 31).
Después de que subieron a la barca, el poderoso viento que los había azotado se detuvo repentinamente (v. 32).
Tres lecciones de la historia de Pedro
Cada palabra de la Biblia de Dios es valiosa e inspirada, así que hay una razón por la que Dios incluyó la historia de Pedro caminando sobre el agua pensando en los que ahora podemos leerla. nosotros en el presente. Esta historia está llena de lecciones importantes para los seguidores de Jesucristo. Aquí hay tres lecciones:
- Necesitamos fe. La fe es una fuerte creencia en Dios y la confianza en que Él hará lo que ha dicho. Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). La Biblia proporciona muchos ejemplos de fe, incluyendo los ejemplos de Cristo y Pedro. En Juan 5:19 Jesús afirmó que no podía hacer nada por sí mismo, sino sólo a través de Dios el Padre. Jesús caminó sobre el agua debido a su fe en Dios. Del mismo modo, Pedro caminó hacia Jesús con fe antes de tropezar. Necesitamos la fe viva y verdadera que permitió que Jesús y Pedro caminaran sobre el agua.
- La duda destruye la fe. Jesús le dijo a Pedro que comenzó a hundirse debido a un problema de duda. La duda menoscabó la fe de Pedro hasta el punto de que ya no pudo caminar sobre el agua. De la misma manera, la duda también puede dañar nuestra fe. La fe está ligada a las promesas que Dios nos da. Una vez que comenzamos a dudar de esas promesas, entonces nuestra fe comienza a fallar.
- Jesús está con nosotros cuando enfrentamos pruebas. En medio de las olas y el viento, Jesús estaba con Pedro e impidió que se hundiera. Ésta es una lección tranquilizadora que nos ayuda a fortalecer nuestra fe. Hoy Jesucristo no camina junto a nosotros como un ser humano en la Tierra, pero Él todavía está a cargo y puede extendernos su mano, independientemente de los problemas que podamos enfrentar.
El apóstol Pablo explica cómo Dios nos ayuda a través de las pruebas: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).
Cada vez que estemos pasando por una tormenta en nuestra vida, podemos pedir ayuda a Jesucristo. Él estará allí para ofrecernos su mano para ayudarnos a superar las dificultades.
La fe es un tema muy amplio, y va más allá de creer en los milagros de Dios y confiar en Él durante nuestras pruebas. La Biblia dice que somos salvos por medio de la fe, es decir, que nuestros pecados pueden ser perdonados y podemos recibir la vida eterna como resultado de la fe que Dios nos da (Efesios 2:8-10). No podemos ganar esta fe, pero podemos pedirle a Dios que nos ayude a tener más fe, y ponerla en práctica haciendo siempre lo que Dios dice. Si no obedecemos a Dios y no vivimos de acuerdo con sus caminos, nuestra fe está muerta (Santiago 2:14-26).
Para tener una fe viva, debemos estar siempre listos para actuar en fe y obedecer a Dios.
La historia no termina allí
Si bien la historia de Pedro caminando sobre el agua termina cuando regresó a la barca, el aprendizaje y desarrollo espiritual de Pedro continuaron. La Biblia nos dice que tuvo algunos tropiezos, por ejemplo, cuando Jesús fue arrestado y Pedro negó siquiera conocer a Jesús. Vemos que Pedro se volvió a levantar y continuó caminando en fe, y creció hasta convertirse en una figura importante de la Iglesia.
Años más tarde, Pedro resumió la lección que aprendió en parte esa noche de tempestad en el Mar de Galilea con Jesucristo. Explica que las pruebas nos ayudan: “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro” (1 Pedro 1:7). Esta fe tan preciada será recompensada con “alabanza, gloria y honra”, y una felicidad increíble que durará para siempre (vv. 7-9).
Tal como le ocurrió a Pedro, las pruebas también pueden hacernos comenzar a dudar de Dios y de sus promesas. ¡En tales momentos, debemos pedirle ayuda a Dios y mantener la fe!
Para obtener más información acerca de cómo crecer en fe, consulte la sección de este sitio web titulada “La fe: creer y agradar a Dios”.