Cómo debemos orar

La Biblia responde las siguientes preguntas: ¿A quién le debemos orar? ¿Cuándo debemos orar? ¿Cuánto tiempo deben durar nuestras oraciones? ¿Debemos orar en público o en privado? ¿Por qué o por quién debemos orar? ¿Existe alguna posición determinada para orar? La oración conocida como el Padre nuestro, fue parte de la instrucción que Jesús dio acerca de cómo debíamos orar.

¿A quién le debemos orar?

La Biblia nos enseña que debemos dirigir nuestras oraciones a Dios el Padre —no a María ni a los santos.

Si usted se pregunta cómo puede pronunciar una oración efectiva, tranquilo, no está sólo —incluso uno de los discípulos de Jesús le pidió instrucciones acerca de cómo debía orar:

“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lucas 11:1).

La oración es nuestro medio de comunicación con Dios. Como con cualquier relación personal, la interacción con Dios crece y se fortalece a medida que pasamos más tiempo con Él.

La oración, como lo indicó el discípulo del Señor, es algo que no se manifiesta naturalmente en nosotros —debe ser enseñado. La Palabra inspirada de Dios nos provee las respuestas para muchas de las preguntas que surgen con respecto a cómo debemos orar.

Orarle al Padre

Jesús fue muy claro al decir que nuestras oraciones debían estar dirigidas a Dios el Padre: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto” (Mateo 6:6). “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (v. 9).

Teniendo en cuenta que Jesucristo ahora está en el cielo como mediador entre Dios y el ser humano (1 Timoteo 2:5), oramos “en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:20). Jesús nos dice que podemos pedirle cualquier cosa al Padre en su nombre (Juan 14:13-14).

A pesar de que Cristo fue muy claro, es asombroso ver cuantas iglesias oran de una manera que contradice directamente esta instrucción. ¡Las oraciones no se deben dirigir a los ángeles, ni a María ni a ningún santo!

¿Con qué frecuencia debemos orar?

La Biblia no establece ningún “horario para la oración”, pero sí vemos muchos ejemplos de hombres y mujeres fieles que constantemente apartaban un tiempo diariamente para sus oraciones.

¿Cuándo debemos orar?

La Biblia no determina un tiempo “correcto” para la oración —al contrario, nos muestra que muchos hijos de Dios oraban a lo largo de todo el día a diferentes horas.

En Salmos 55:17, el rey David dice que él oraba “tarde y mañana y a medio día”. Daniel también oraba tres veces al día (Daniel 6:10, 13).

Existen muchas referencias a personas que oraban hacia la mitad de la tarde (“en la ahora novena”), mientras que el Salmo 119 habla de alabar a Dios “siete veces al día” (Salmos 119:164). Muchos hijos de Dios se proponen orar al principio y al final de cada día, se aseguran de “cerrar” su jornada con una conversación con Dios.

No existe un mal momento para la oración —lo importante es que apartemos el tiempo para orar regularmente. Pablo incluso dijo que debíamos orar “sin cesar” —lo que implica que la oración debe ser un componente regular y consistente en nuestra vida diaria y no algo a lo que recurrimos sólo cuando estamos pasando por momentos difíciles (1 Tesalonicenses 5:17).

¿Cuánto tiempo deben durar mis oraciones?

La Biblia nos enseña que Dios quiere saber de nosotros y que nuestra relación con Él crece a medida que pasamos más tiempo con Él. Dios se preocupa más por el contenido de nuestras oraciones. Nuestras oraciones deben durar el tiempo que sea necesario para decir lo que necesitamos decir y pedir lo que necesitemos pedir.

¿Cuánto tiempo deben durar nuestras oraciones?

El tiempo que dura nuestra oración tiene mucho que ver con el momento que escogemos para hacerlo —la Biblia no nos ofrece ninguna instrucción al respecto.

Por ejemplo, cuando Jesús escogió a sus discípulos, pasó toda la noche orando (Lucas 6:12-13). Pero luego les advirtió a esos mismos discípulos que no oraran “como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa” (Mateo 6:5).

También les advirtió, “Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación” (Marcos 12:38-40).

Comparemos las oraciones de los escribas con la oración de Elías que vemos en 1 Reyes 18. En un intento para que su dios los escuchará, 450 profetas de Baal pasaron un día entero gritando y flagelándose —pero nunca obtuvieron una respuesta.

Después de que ellos quedaron exhaustos, Elías hizo una sencilla oración al verdadero Dios: “Eterno Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Eterno, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Eterno, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos” (1 Reyes 18:36-37).

Están breves palabras bastaron —Dios, le respondió, y envió fuego desde el cielo y consumió el sacrificio de Elías, y de paso quedó claro que los profetas de Baal eran un completo fraude.

Las oraciones no siempre deben ser extensas. Pero para tener una verdadera relación con Dios, nuestras oraciones tampoco deben ser siempre cortas. Lo importante es lo que usted decide hablar con Dios y emplear todo el tiempo que sea necesario.

¿Debemos orar en público?

En ciertas circunstancias, orar en público es importante e incluso necesario —pero generalmente, nuestras oraciones personales se deben hacer en privado.

¿Nuestras oraciones deben ser públicas o privadas?

En general, nuestras oraciones pretenden ser conversaciones privadas entre Dios y nosotros: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). Esto coincide con el ejemplo de Jesús —con frecuencia estaba sólo cuando oraba (Mateo 14:23; Marcos 1:35).

No obstante, la Biblia también incluye ejemplos de oraciones en público —en consagraciones (1 Reyes 8:22), mientras adoraban y compartían con los hermanos (Hechos 21:4-5), cuando le pedían a Dios que los guiara (Hechos 1:24-25), antes de cenar en grupo (Lucas 24:30; Hechos 27:35) y en otras situaciones.

¿Por qué cosas debemos orar?

Cristo nos dio un modelo de oración con diferentes temas que debemos tener en cuenta cuando oramos —temas como el Reino de Dios, nuestras necesidades diarias, el perdón y protección de Satanás.

¿Por qué o por quién debemos orar?

En su Sermón del Monte, Jesús nos proveyó un modelo básico para enseñarnos cómo debíamos orar y por qué cosas debíamos orar (Mateo 6:9-13).

Explicó que debíamos pedirle a nuestro Padre que viniera su Reino y que se hiciera su voluntad —esto incluye orar para que la obra de su Iglesia se lleve a cabo. También nos dice que debemos pedir por nuestras necesidades diarias, por el perdón y para que nos libre “del maligno” (Satanás).

También nos dice que debemos orar por todos aquellos que nos ultrajan y nos persiguen (Mateo 5:44).

Santiago escribió en su epístola que debemos orar los unos por los otros (Santiago 5:16). Pablo fue un poco más allá y dijo que debíamos orar por todas las personas: “Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:1-2).

La oración es una oportunidad para llevar todas nuestras inquietudes y preocupaciones ante el trono de Dios y pedirle su ayuda.En otras palabras, la oración es una oportunidad para llevar todas nuestras inquietudes y preocupaciones ante el trono de Dios y pedirle su ayuda. Es un momento para agradecerle a Dios por todas nuestras bendiciones y por su bondad, para arrepentirnos de nuestros pecados mientras nos reenfocamos en su plan, su poder y en su Reino que pronto ha de venir. También es un momento para pedirle ayuda a Dios y su intervención en las vidas de todos aquellos que la necesitan —incluso para nuestros enemigos.

¿Existe una posición ideal para orar?

Los ejemplos que encontramos en la Biblia nos muestran que Dios escucha las oraciones de su pueblo sin importar la posición en que lo hagan —no obstante, es importante que no adoptemos una actitud displicente o irrespetuosa mientras oramos. Para la mayoría de las personas, si su condición física se los permite, el ejemplo bíblico para las oraciones en privado es ponerse de rodillas (Efesios 3:14).

¿Existe una posición apropiada para la oración?

La Biblia nos da ejemplos de personas que oraban estando de pie, de rodillas, postrados en el piso y sentados.

En ocasiones, el rey Salomón oraba de pie (1 Reyes 8:22), pero también lo hacía de rodillas frente al altar (1 Reyes 8:54). Jesucristo, el profeta Daniel, Esteban, el apóstol Pedro y el apóstol Pablo también se ponían de rodillas mientras oraban (Lucas 22:41; Daniel 6:10; Hechos 7:60; Hechos 9:40; Hechos 20:36; Hechos 21:5). Arrodillarse es una señal de sumisión ante Dios, y en Romanos 14:11 dice: “ante mí se doblará toda rodilla”.

Otros personajes como Abram, Moisés, Aaron y el rey David se postraban ante Dios para orar, pero David también oraba sentado (2 Samuel 7:18).

El apóstol Pablo le escribió a Timoteo, el joven evangelista: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda” (1 Timoteo 2:8). El rey David exhortó a los guardas del templo a levantar sus manos en el santuario (Salmos 134:2).

Al parecer, tenemos diferentes maneras respetuosas de acercarnos a Dios dependiendo de las circunstancias y no debemos adoptar una posición determinada para ser escuchados.

¿Cómo podemos hacer que nuestras oraciones sean más efectivas?

Existen dos elementos que componen una oración eficaz: ser escuchados por Dios y obtener una respuesta de parte suya.

Ser escuchados por Dios

Las buenas noticias son que nosotros somos los únicos que podemos impedir que Dios escuche nuestras oraciones. El profeta Isaías, al reprender a sus conciudadanos por llevar un camino de vida lleno de pecado, señaló: “He aquí que no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2).

No hay un solo momento en el que Dios no nos pueda escuchar, pero hay momentos en los que Él decide no hacerlo. Si deliberadamente estamos ignorando sus leyes y mandamientos, no tiene ningún sentido que Él esté presto a escuchar nuestras peticiones. Afortunadamente, Dios nos dice: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

No hay lugar o momento que impidan que Dios escuche nuestras oraciones (Salmos 139: 7-12). Sólo nuestros pecados se pueden interponer entre nuestro Creador y nosotros. Pero si estamos dispuestos a arrepentirnos de esos pecados y cambiar nuestro camino, Él promete escucharnos cuando acudamos a Él en oración (Hebreos 4:16).

Obtener una respuesta de parte de Dios

Ser escuchados por Dios es algo muy positivo, pero usualmente lo que buscamos cuando le oramos a Dios es una respuesta de su parte. Si sabemos que Dios escuchó nuestra oración, ¿cómo podemos determinar si va a responder esa oración y cuando lo va a hacer?

Aquí es donde todo el asunto dejar de ser tan claro, porque no existe una respuesta sencilla para esa pregunta.

Podemos esperar una respuesta de parte de Dios cuando llevamos nuestras peticiones ante Él —pero es fácil olvidar que un “no” es una posible respuesta. De hecho, Dios puede responder nuestras oraciones de tres maneras principalmente: “si”, “no”, y “todavía no”. El problema es que, desde nuestra perspectiva, no siempre es fácil diferenciar el “no” del “todavía no” —y lo que es peor, el “todavía no” usualmente viene sin un lapso de tiempo definido.

Algunos versículos relacionados con Dios y oraciones que fueron respondidas

A continuación, hay una serie de escrituras importantes para tener en mente cuando se trata de esperar respuestas por parte de Dios:

  • “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:8-9).
  • “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:2-3).
  • “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Eterno, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:11-13).
  • “Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo del Eterno permanecerá” (Proverbios 19:21).
  • “Fíate del Eterno de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).
  • “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

Un panorama más amplio acerca de cuándo y cómo responde Dios las oraciones

Cuando reunimos todas las piezas de rompecabezas, empezamos a divisar el panorama general, es decir:

Dios quiere lo mejor para usted, y no sólo para usted —quiere lo mejor para todas las personas alrededor del mundo. Él también tiene una perspectiva perfecta, la cual nosotros, como seres humanos, no podemos tener. Nosotros vemos las cosas a través de la perspectiva de nuestra cultura, nuestra historia reciente, nuestro limitado tiempo de vida. No obstante, Dios ve todo lo que ocurre, en todo lugar, en todo momento. Actualmente Él ve y ha visto a lo largo de toda la historia todas las interacciones complicadas y las relaciones entre cada una de las cosas que ocurren.

Cuando nos presentamos ante Dios y le hacemos una petición, debemos recordar la diferencia entre lo que Él ve y lo que vemos nosotros. Debemos recordar que lo que nosotros pensamos no necesariamente es lo que necesitamos —y que lo que pensamos que es lo mejor no necesariamente lo es.

Existen muchas razones por las que Dios quizás diga, “no” o “todavía no” y una de esas razones puede ser el simple hecho de que lo que estamos pidiendo no concuerda con su plan para nosotros y aquellos que nos rodean.

Dios no es una especie de genio que concede todos nuestros deseos, aunque estos sean perjudiciales para nosotros. Uno de los aspectos más importantes de la oración es confiar en que Dios quiere lo mejor para nosotros y que lo que Él decida respondernos, va a ser en definitiva para “ayudarnos a bien”, incluso si en ese momento no lo podemos ver.

Cuando todo esté dicho y hecho, todo lo que Dios está haciendo en nuestras vidas va a tener perfecto sentido. El desafío está en aprender a aceptar la verdad antes de que todo haya sido dicho y hecho. Si usted desea estudiar más acerca de este tema, lo invitamos a leer nuestros artículos “¿Contesta Dios las oraciones hoy?” y “Cinco claves para que nuestras oraciones sean respondidas”.

La oración que Dios quiere escuchar

A partir de estas escrituras, podemos ver que Dios y Jesús quieren que oremos, y nos han dejado unas instrucciones claras acerca de cómo debemos hacerlo. Lo importante no es cuándo oramos o cuánto tiempo dura esa oración o incluso la posición en la que lo hacemos. Lo que Dios desea es que nos acerquemos a Él constantemente con reverencia y humildad —y que confiemos en que Él siempre va a hacer lo que es mejor, incluso cuando esto no coincide con nuestra perspectiva.

Si usted desea más instrucciones acerca de cómo orar, lo invitamos a leer los artículos de esta sección, “Oración, ayuno y meditación: relacionándonos con Dios”.

Continuar leyendo

×

Suscríbase a Discernir

Ask a Question