Según un versículo en Amos, ¿está prohibido el uso de instrumentos musicales durante los servicios de la Iglesia? ¿Qué dice la Biblia acerca de la música y de los instrumentos musicales?
Para muchas personas los servicios de la Iglesia tienden a ser silenciosos y parcos. Personas que asisten a otras iglesias, disfrutan de la música contemporánea provista por un grupo de músicos que tocan guitarras, trompetas, panderetas y tambores.
Por un lado, la música puede ser muy relajante y reconfortante; por el otro, a menudo es fuente de desacuerdos y polémica. Todo el mundo tiene una opinión diferente acerca de lo que es buena música. Cada generación se inclina a favor de su propia música. La música que escuchaba el abuelo es aburrida para sus nietos, de igual manera sus padres pensaban que él iba camino a la degradación —que simplemente estaba siendo un rebelde.
No es de extrañar que la controversia acerca de la música haya llegado hasta los servicios de la Iglesia en todo el mundo. Una iglesia intenta atraer seguidores con un programa completo de música, mientras que la iglesia que está cruzando la calle incluye música en los servicios sólo cantando a capela.
Que dice la Biblia acerca de la música
Incluso una rápida investigación de la Biblia mostraría que la música y los instrumentos musicales fueron usados en varios aspectos de la vida de los antiguos israelitas, incluyendo la alabanza al Dios verdadero.
Hubo momentos en el que Saúl, el primer rey de Israel, era atormentado por un espíritu que le producía angustia y sus consejeros le sugerían que David fuera traído ante el rey para que tocara el arpa y así tranquilizarlo (1 Samuel 16:14-23).
Dios no le permitió a David que construyera el templo, la casa de Dios (1 Crónicas 28:3). Pero a David se le permitió preparar los planos del templo y los servicios de alabanza —y eran muy detallados. Él dispuso que hubiera músicos tocando arpas y acompañando a los cantantes. Trompetas, címbalos y “salterios” también eran utilizados en los servicios de alabanza (1 Crónicas 15:16; 16:42; y 25:1).
Durante algún tiempo el Arca de Dios estuvo guardada en la casa de Abinadab. David y 30.000 de sus hombres fueron a Baala de Judá para escoltar el Arca hasta Jerusalén. Mientras esta impresionante procesión iba camino a Jerusalén era acompañada de música tocada por “toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos” (2 Samuel 6:5).
Después de que Salomón, el hijo de David, construyó el templo, los sacerdotes dejaron el Arca en el santuario. Algunos estaban cantando en el altar mientras que otros tocaban “címbalos, salterios y arpas” y 120 sacerdotes tocaban las trompetas. Los címbalos y otros instrumentos estaban presentes cuando se ofrecía alabanza a Dios. Y ciertamente Dios estaba complacido (2 Crónicas 5:11-14).
Cuando Esdras y Nehemías estaban reconstruyendo los muros en Jerusalén, hubo una dedicación alegre con cantos y con diferentes instrumentos que se sumaron a las festividades (Nehemías 12:27).
Desde Génesis hasta Apocalipsis, hay docenas y docenas de referencias bíblicas que nos dicen a quién debemos adorar y cuándo y dónde debemos adorarlo, pero es escasa la evidencia acerca de cómo debemos adorarlo exactamente. Sin embargo, sabemos que se inclinaron, se postraron, alabaron a Dios, dieron ofrendas, cantaron y tocaron himnos de alabanza para Dios.
Una escritura mal entendida
Hoy en día las iglesias son lugares en donde los creyentes con el mismo sentir se congregan para ser instruidos en los caminos de Dios. En el año 2001, La enciclopedia mundial cristiana identificó 10.000 religiones distintas y 33.820 denominaciones (David B. Barrett, George T. Kurian and Todd M. Johnson). A menudo esas denominaciones tienen rituales diferentes y muy distintos para la alabanza.
No es una sorpresa que haya diferentes creencias con respecto al uso de los instrumentos musicales en los servicios de la iglesia. Algunas veces estas tradiciones de alabanza vienen de escrituras mal comprendidas o leídas fuera de contexto.
Por ejemplo, las Iglesias de Cristo citan Amos 6:5 (“gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos musicales, como David”) para probar que los instrumentos musicales no deben ser usados para alabar a Dios.
Si esa parte de la escritura es leída en contexto, el argumento no es válido. La advertencia de Amos era para los pueblos de Israel y Judá que estaban complacidos de sí mismos, disfrutando del ocio, incluyendo la música, mientras olvidaban a Dios y desobedecían sus leyes. La maldición que venía sobre ellos era debido al pecado, no porque ellos quisieran crear instrumentos como David, el rey y músico más grande de Israel.
Jack P. Lewis, un reconocido erudito en las Iglesias de Cristo, hizo una excepción a la prohibición de los instrumentos musicales basada en Amos 6:5, señalando lo que está escrito en 2 Crónicas 29:25. Cuando el rey Ezequías estaba reparando la casa de Dios designó músicos. “Puso también levitas en la casa del Eterno con címbalos, salterios, y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán: porque aquel mandamiento procedía del Eterno por medio de sus profetas”.
Si ponemos en contexto estas dos secciones de la Escritura, podemos ver que a Dios no le disgustó que David pidiera instrumentos musicales para ser usados en el templo; de hecho, ¡Dios le dijo que lo hiciera!
Dios disfruta de la música
El hombre siempre ha expresado sus emociones a través del canto y música instrumental. Por la escrituras, podemos deducir que Dios disfruta de la música.
Dios dice en Salmos 50:23: “El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios”.
El Salmo 150 explica algunas de las maneras en que podemos alabar a Dios: “Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; Alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe al Eterno. Aleluya” (Salmos 150:1-6).
El apóstol Pablo también muestra la importancia de la música en el Iglesia del Nuevo Testamento: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3:16).
Dios nos pide que adoremos “al Padre en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24). La Biblia no pide instrumentos musicales para los servicios de la Iglesia, pero los instrumentos musicales ciertamente no están prohibidos.