Dios valora a las personas que oran fervientemente por los demás cuando están enfrentando alguna prueba.
¿Qué es la oración intercesora?
La oración intercesora es una oración por las necesidades de los demás. Orar por los demás es una expresión de amor desinteresada.
¿Por qué quiere Dios que oremos por otras personas? Porque la oración intercesora refleja el carácter de amor y misericordia de Dios. Dios quiere que nosotros pensemos como Él piensa, y orar por otras personas nos ayuda a pensar en algo más que nosotros mismos y ser más compasivos con otras personas.
Dios compara la oración con un incienso de olor grato que le agrada (Apocalipsis 5:8).
¿Por qué debemos orar?
Dios nos da instrucciones de orar por otras personas en varios pasajes de la Biblia. El apóstol Santiago nos dice: “orad unos por otros, para que seáis sanados” (Santiago 5:16).
El apóstol Pablo nos anima a interceder (orar) por los miembros de la Iglesia y los ministros, “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar” (Efesios 6:18-20).
Pablo nos alienta “ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:1-2, énfasis añadido).
Así qué debemos orar incluso por los líderes del gobierno y otras personas que quizás no sepan de nuestra existencia y que no nos han pedido nuestras oraciones.
Jesucristo nos ordenó: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44, énfasis añadido).
El ejemplo de la oración intercesora de Jesús
Jesús oró fervientemente en medio de su prueba más difícil. ¿Cuál habría sido su oración si usted tuviera que enfrentar la tortura y la muerte? Es fascinante ver lo que había en la mente de Jesús mientras oraba, no solo por su situación (Lucas 22:41-42) sino también por sus discípulos y nosotros:
“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:18-21).
Jesús no se enfocó en sus asuntos; sus palabras y sus oraciones (Juan 13-17) mostraban que Él quería amor, gozo, paz, paciencia y todo el fruto del Espíritu de Dios para sus seguidores.
Él sabía cuál iba a ser su prueba. Él supo cuando Él, el buen pastor, fue herido y “las ovejas serian dispersadas” (Marcos 14:27). Él oró por ellos —y nosotros— por amor y profunda preocupación.
Jesucristo es nuestro intercesor (Romanos 8:34; Hebreos 7:25). Él vivió una vida humana con pruebas y desafíos, Él entiende por lo estamos pasando. Él está de nuestro lado, se compadece de nuestra debilidad y permite que nosotros recibamos la misericordia y la ayuda que necesitamos cuando nos acercamos a su “trono de gracia” (Hebreos 4:15-16). Y Él quiere que nosotros también aprendamos a ser intercesores.
Conceptos erróneos acerca de la oración intercesora
La oración intercesora no es un juego de números. Dios no tiene que esperar hasta que 10 o 20 o 100 personas oren por una situación para intervenir. La oración no es un voto o una petición que Dios accede a conceder por un número determinado de personas que se “inscriban”. Nuestras oraciones no obligan a Dios a hacer nada.
Dios quiere que nosotros pensemos como Él piensa, y orar por otras personas nos ayuda a pensar en algo más que nosotros mismos y ser más compasivos con otras personas.
Dios puede y actúa cuando es el momento indicado, sin que influya el hecho de que por ello hayan orado una o millones de personas.. Lo invitamos a estudiar más acerca de los tiempos de Dios en nuestro artículo “El tiempo de Dios es perfecto”.
La oración intercesora tampoco es algo que debamos hacer para tratar de ganar puntos con Dios para poder redimirlos cuando algo malo nos pase. Nuestra motivación debe ser el amor —y una preocupación desinteresada.
¿Qué hay de la persona que está pidiendo oraciones? ¿Una persona puede buscar a otros creyentes para que oren por ella y después pensar que no es necesario orar por si misma?
No, no podemos delegar las oraciones. La oración es parte de nuestra relación personal con Dios, así que debemos ir ante Él con fervor, independientemente de que las demás personas estén o no estén orando por nosotros
Cómo orar por otras personas
La oración es una parte fundamental de nuestra comunicación con nuestro Padre. Él nos dice en la Biblia cómo podemos orar de la manera más efectiva —de una manera que a Él le agrade.
Estos son unos principios bíblicos para una oración intercesora efectiva. Debemos:
- Orar por otras personas de corazón, con un sentimiento profundo y sincero. (Si desea conocer más acerca de este tema, lo invitamos a leer nuestro artículo “Orar con el corazón”).
- Ore por las demás personas regularmente. En lo que a menudo se conoce como La oración del Señor, Jesús nos dijo que oráramos: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11; lo invitamos a ver “El Padre nuestro”). Debemos orar por nuestras necesidades y las de los demás a diario.
- Orar por los demás con detalle. Dios sabe todo. Pero Él quiere que nosotros acudamos a Él con todas nuestras peticiones específicas porqué a Él le gusta escucharnos y saber qué es importante para nosotros. La Biblia compara nuestras oraciones con el incienso, y a Dios le agradan las oraciones que son como “perfume aromático molido” (Levítico 16:12). Las oraciones que tienen en cuenta toda la situación en detalle son consideradas más gratas ante Dios que las oraciones apresuradas, resumidas con un “bendice a todos”. Hacer una lista o un diario de oraciones puede ayudarnos a recordar los detalles.
- Orar por otras personas con fe, sabiendo que Dios tiene todo el poder y ama a las personas por las que están orando. La fe nos recuerda que Dios sabe que es lo mejor para cada persona, e incluso si Dios no responde de la manera y en el momento en que nosotros queremos, podemos tener la certeza de que Él siempre tiene en mente lo mejor para nosotros. (Si usted desea saber más acerca de la fe, lo invitamos a estudiar las escrituras de nuestro artículo “¿Qué es la fe?” y los otros artículos de esa sección.)
- Orar por lo demás con amor. Recuerde que los nombres en esa lista de oración representan personas reales con necesidades, luchas y sentimientos profundos. Tenga en cuenta que Dios ama a cada uno de ellos y quiere que nosotros tengamos esa misma preocupación. El amor según Dios es totalmente desinteresado y es la esencia del carácter de Dios (lo invitamos a ver “Dios es amor”).
- Orar fervientemente por los demás —con intensidad, entusiasmo y fervor. En Santiago 5:16 nos dicen que “La oración eficaz del justo puede mucho”.
- Ore por otras personas con el deseo de ayudar en lo que pueda. Esto puede incluir ayuda física y ánimo. Las cartas, llamadas o visitas pueden ayudar. No está mal decirle a una persona que usted está orando por ella si eso la ayuda y la anima.
- Ore y ayune por otras personas ocasionalmente. Cuando una situación es muy seria o cercana, usted puede tomar la decisión de ayunar y orar para acercarse a Dios y presentar su súplica ante Él. (Lo invitamos a leer más acerca de la herramienta espiritual del ayuno en nuestro artículo “¿Qué es el ayuno?”.)
Ideas para su lista de oraciones
A muchas personas les sirve hacer una lista de personas y situaciones por las que ellos quieren orar. ¿Qué debe incluir en su lista de oraciones?
- Peticiones de oraciones. Muchas personas en necesidad solicitan formalmente una oración para que sea anunciada por su ministro en la Iglesia o a través de correo electrónico o redes sociales.
- Peticiones personales o cosas de las que usted se entera a través del compañerismo entre los miembros. Algunas personas no se sienten cómodas enviando solicitudes de oración, pero eso no quiere decir que no estén enfrentando pruebas o que no necesiten ánimo.
Dios diseñó su Iglesia para que los hermanos puedan crecer como una familia cristiana que se apoya mutuamente. Adicional a las peticiones de oración que se hacen formalmente, también podemos conocer a nuestros hermanos a través del compañerismo cristiano. Esto hace que sepamos muchas cosas que nuestros hermanos están enfrentando por las que podemos orar.
Hebreos 10:24-25 muestra algunas de las responsabilidades y beneficios del compañerismo cristiano:
“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
Usted puede estudiar más acerca del compañerismo en nuestro artículo “Convivencia cristiana”.
- Necesidades personales de otros amigos o miembros de la familia. Es posible que algunos no soliciten oraciones, pero nuestra preocupación por ellos puede hacer que los tengamos en cuenta en nuestras oraciones.
- Noticias acerca de desastres u otras pruebas que enfrentan las personas. No hay límite en cuánto a las personas por las que podemos orar en este mundo atribulado. Estas situaciones también nos llevan a “gemir y clamar” y orar con fervor para que el Reino de Dios venga (Ezequiel 9:4; Mateo 6:10).
Versículos de la Biblia para orar por los demás
La Biblia nos da muchos ejemplos de personas que oran por otros y nosotros podemos aprender mucho estudiando y meditando en estos ejemplos. A continuación, unos ejemplos de personas intercesoras en la Biblia:
- Abraham intercede por el pueblo de Sodoma por el bien de su sobrino Lot (Génesis 18:23-33). Él empieza a pedirle a Dios que salve a Sodoma si encuentra 50 justos. A partir de ahí, continúa pidiéndole firmemente pero con humildad, si encuentra 45, 40, 30, 20 y finalmente 10 justos, y Dios responde: “No la destruiré, respondió, por amor a los diez”. Aunque Dios no encontró 10 justos, le concedió a Abraham su petición, y salvó a Lot y a su familia.
- Moisés le imploró a Dios misericordia por el pueblo de Israel (Éxodo 32:9-14; Números 14:11-20). Moisés rechazó la oferta de Dios de hacer una nación con los descendientes de él, y suplicó de una manera vehemente la misericordia de Dios por su nombre.
- Daniel imploró por su pueblo (Daniel 9:3-19). La oración fervorosa y sincera de Daniel termina con está súplica: “Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (v. 19).
- El apóstol Pedro oró por la amada Dorcas y Dios la resucitó (Hechos 9:36-41).
- El apóstol Pablo oraba con frecuencia por las personas a las que servía (Romanos 1:9-10; 10:1; Efesios 1:15-19; Filipenses 1:3-11; 1 Tesalonicenses 3:9-13).
Si usted desea aprender más acerca de la oración, lo invitamos a leer los artículos de la sección “Cómo debemos orar”.