Puede ser un desafío agradecer en medio de las pruebas, pero las oraciones de gratitud son esenciales para el cristianismo y pueden beneficiar nuestra paz mental.
Una parte vital de casi todas las oraciones es la gratitud y la alabanza.
El apóstol Pablo señaló la importancia y los beneficios de incluir la gratitud en nuestras oraciones:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias; y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7, énfasis añadido).
Cuando pedimos agradeciendo, también recordamos las bendiciones anteriores de Dios, lo que puede ayudarnos a enfocarnos en su capacidad para ayudarnos a superar nuestras pruebas del momento.
Y cuando Él nos da esa paz mental, también podemos agradecerle por esa maravillosa bendición.
Oraciones de gratitud en la Biblia
Muchos de los Salmos están llenos de agradecimiento. Considere estos pasajes:
- “Gustad, y ved que es bueno el Eterno; Dichoso el hombre que confía en él” (Salmos 34:8).
- “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid al Eterno con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. Porque el Eterno es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones” (Salmos 100:1-5).
- “Bendice, alma mía, al Eterno Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Eterno Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca, De modo que te rejuvenezcas como el águila” (Salmos 103:1-5).
- “Alabad a Dios en su santuario. Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas, Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes. Alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe al Eterno. Aleluya” (Salmos 150:1-6).
Estos salmos (¡y muchos otros!) evidencian la respuesta correcta a las bendiciones de Dios, tanto físicas como espirituales.
Además de los salmos, Daniel también oraba agradeciendo (Daniel 2:23; 6:10). Jesús daba gracias con regularidad (Mateo 11:25; 15:36; 26:27). Y Pablo incluía la gratitud en sus oraciones sin cesar (Romanos 1:8; 1 Corintios 1:4; Efesios 1:16; 5:20; Colosenses 1:3; etcétera).
Agradecer a Dios por el don de la vida
Todo comienza con el don de la vida.
Pablo les habló a los filósofos atenienses acerca de nuestro Dios Creador: “ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17:25).
Unos de los mayores regalos que Dios nos concede son nuestros seres queridos.
Todas las alegrías, relaciones y posibilidades de la vida nos han sido dadas a través del don de la vida.
Pero, por maravillosa que pueda ser la vida física, no es suficiente. Pablo escribió: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres” (1 Corintios 15:19).
Entonces, el plan de Dios da el alucinante salto del don de la vida física temporal al don de la vida eterna como hijos de Dios para siempre.
Pagar por nuestros pecados exigió el precio más alto posible, el regalo más grande: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Jesús quiere darnos no sólo vida, sino vida “en abundancia” (10:10). Si usted desea estudiar más acerca de este tema lo invitamos a leer nuestro artículo “El don de la vida eterna”.
Oración agradeciendo por la familia y los amigos
Unos de los mayores regalos que Dios nos concede son nuestros seres queridos.
Muchos hombres consideran a sus esposas su mayor tesoro y un regalo de Dios (Proverbios 18:22). Los amigos fieles y los familiares también son bendiciones por las que debemos dar gracias a Dios (17:17).
Pablo también oraba y daba gracias a Dios por sus hermanos espirituales. Por ejemplo, dijo a los tesalonicenses: “Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos” (2 Tesalonicenses 1:3).
Pero no nos quedamos sólo con la familia, los amigos y los hermanos. Pablo nos dijo: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia” (1 Timoteo 2:1-2).
Las personas pueden ser un desafío, pero, en última instancia, nuestras relaciones contribuyen a que nuestra vida sea plena y tenga sentido. Como escribió Helen Keller, una de las mujeres más admiradas del siglo XX, acerca de cómo sus amigos la ayudaron a afrontar los desafíos de su ceguera y sordera:
“Mis amigos han hecho la historia de mi vida. De mil maneras han convertido mis limitaciones en hermosos privilegios, y me han permitido caminar serena y feliz en la sombra proyectada por mis privaciones” (La historia de mi vida, p. 81).
Agradecerle a Dios sus bendiciones
El apóstol Pablo nos exhortó a concentrarnos en lo positivo, y explicó que él había aprendido a dar gracias por lo poco, no sólo por lo mucho.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad… No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad” (Filipenses 4:8, 11-12).
Si partimos de la base de que deberíamos tener todas las cosas que tienen los demás, es difícil ver esas bendiciones físicas y agradecer.
Puede ser útil tener una perspectiva diferente —y ¿qué más diferente que lo que “Weird Al” Yankovic compartió en su canción “First World Problems”?
“No puedo recordar qué coche conduje hasta el centro comercial.
“Mi Sonicare no se recarga, ahora tengo que cepillarme los dientes como un neandertal.
“El número de hilos de estas sábanas de algodón me pican.
“Mi casa es tan grande que no puedo conseguir Wifi en la cocina”.
Cuando uno espera que salga agua caliente limpia del grifo, que se enciendan las luces, que la comida esté en la nevera y que el Internet sea instantáneo, probablemente no piensa mucho en dar las gracias por cosas que gran parte del mundo no da por sentadas.
Los viajes internacionales pueden ayudarlo a tener esa perspectiva. Travis Hees, un joven estadounidense que ha viajado dos veces al África subsahariana para proyectos de la Fundación de Ayuda Internacional, escribió:
“Aquí, en Estados Unidos, estamos bien. Realmente bien. Pero somos la excepción. Una rápida búsqueda en Google arroja el siguiente dato “la pobreza extrema se concentra cada vez más en el África subsahariana. Cerca de 40 % de la población de la región vive con menos de 1,90 dólares al día” (WorldVision.org). Por supuesto, todos hemos oído este tipo de estadísticas.
“Sabemos que la situación es mala. Hemos visto las imágenes, hemos oído las historias y nos han explicado las estadísticas.
“Pero, ¿podemos saber realmente lo mal que está el mundo si nunca lo hemos visto? ¿Podemos entender lo mala que es la corrupción si nunca nos ha parado la policía armada en el África rural por una infracción de tráfico inexistente? ¿Podemos comprender lo que se siente estar sumido en la pobreza sin ser culpables por ello, si nunca hemos conocido personalmente a alguien en esa situación?”.
Por supuesto, muchos no pueden viajar para verlo de primera mano, pero todos podemos aprender más acerca de las condiciones en otros países para poder orar por sus necesidades y reconocer nuestras propias bendiciones.
Reconocer las bendiciones implica muchas más cosas. Como escribió Helen Keller, ciega y sorda: “Las mejores y más bellas cosas del mundo no se ven, ni siquiera se tocan, sino que se sienten en el corazón” (ibídem, p. 116).
Y como dijo el abolicionista del siglo XIX Henry Ward Beecher: “El corazón desagradecido... no descubre misericordias; pero dejemos que el corazón agradecido recorra el día y, como el imán encuentra el hierro, así encontrará, en cada hora, algunas bendiciones celestiales”.
Gracias por todo
Hay muchas más cosas por las que dar gracias, desde la Biblia y el plan de salvación que revela, hasta la belleza de la creación y las impresionantes características del Creador.
Si usted desea estudiar más acerca de este aspecto de la oración, lo invitamos a leer nuestro artículo “Alabar a Dios” y los artículos relacionados.