Los Evangelios dicen muy poco de la juventud de Jesús, pero contienen detalles que nos permiten conocer ciertos aspectos de su vida antes de su ministerio.
En nuestro último artículo, exploramos la niñez de Jesús y concluimos con el resumen de Lucas acerca de los siguientes 18 años de su vida: “Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).
Eso es todo lo que la Biblia dice acerca de Cristo entre los 12 y 30 años.
Pero ¿hay algo más que podamos saber acerca de esos misteriosos 18 años de su vida —los años de su juventud?
Aunque no tenemos detalles específicos de este período, podemos hacer algunas inferencias a partir de otros pasajes que encontramos en los Evangelios.
Jesús, el carpintero
Marcos 6, por ejemplo, relata una visita que Jesús hizo a su ciudad de residencia, Nazaret, al comienzo de su ministerio. En pocas palabras, la visita no fue un éxito.
Cuando lo escucharon predicar un vibrante mensaje en su sinagoga, las personas del pueblo se sorprendieron y ofendieron por la profundidad y el poder de sus palabras. Muchos incluso dijeron: “¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?” (Marcos 6:2).
Al parecer, Jesús no pasó esos misteriosos 18 años predicando o haciendo milagros en Nazaret. Es importante tener esto en cuenta porque existen varias historias apócrifas que describen a Cristo haciendo cosas sobrenaturales cuando era niño, como darle vida a un pájaro de arcilla.
Esas leyendas son falsas. Si Jesús hubiera hecho milagros durante su niñez y juventud, sus conciudadanos no se hubieran sorprendido por lo que hacía durante su ministerio. Las historias y los rumores de sus hazañas sin duda se habrían escuchado por toda Nazaret. En cambio, todos quedaron pasmados cuando Cristo regresó y habló con autoridad. El milagro de convertir el agua en vino fue el comienzo de su ministerio público a la edad de 30 años (Juan 2:11).
Pero, si no estuvo predicando ni haciendo milagros durante esos 18 años, ¿qué estuvo haciendo? La respuesta está en las siguientes palabras de los nazarenos: “¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?” (Marcos 6:3).
Estas preguntas sugieren que Cristo pasó su juventud trabajando como carpintero. Es muy probable que haya sido aprendiz de su padrastro José, quien tenía esa profesión (Mateo 13:55).
Cristo siente empatía con nuestras tentaciones y nuestro sufrimiento físico, y conoce el profundo dolor que sentimos cuando perdemos a un padre, una madre, un cónyuge, un hermano, una hermana o un amigo cercano.
En esa época, los jovencitos generalmente comenzaban a trabajar cerca de los 13 años, así que Jesús probablemente empezó a aprender el trabajo de José cerca de un año después del incidente del templo (Lucas 2:41-50). Esto significa que pasó alrededor de 17 años trabajando como carpintero.
En el primer siglo, ser un carpintero requería de habilidades complejas y fuerza física. Los carpinteros eran responsables de construir estructuras grandes, como casas (que se hacían principalmente de piedra y madera) y también objetos más pequeños, como muebles.
El oficio de Jesús sin duda le ayudó a convertirse en un hombre físicamente fuerte, que sabía trabajar duro y mantener una rutina rigurosa. Los artistas muchas veces lo dibujan como un hombre delicado, delgado y pálido, pero el verdadero Jesús era fuerte, probablemente robusto, de piel bronceada y de manos marcadas por el trabajo. Pasó gran parte de su vida trabajando y caminando bajo el ardiente sol del Medio Oriente.
Los Evangelios describen a Jesús como un hombre muy activo físicamente; viajaba constantemente entre Judea y Galilea a pie. Además, subía cerros y montañas con regularidad, podía sobrevivir por largos períodos de tiempo en el desierto e incluso tenía la fuerza para echar a personas indeseadas del templo. Tenía un vigor que le permitía mantener una rutina muy demandante. La Biblia dice que, cuando necesitaba hablar con sus discípulos, se “volvía” hacia ellos (Marcos 8:33; Lucas 7:8), lo cual indica que generalmente caminaba a la cabeza del grupo.
El punto es que sus 17 años de trabajo como carpintero le ayudaron a convertirse en un hombre con buen estado físico.
Pero el oficio de la carpintería también debe haber contribuido al desarrollo de su mente. Los carpinteros hábiles desarrollan ciertas destrezas mentales que les ayudan a resolver problemas, pensar creativamente, planificar y visualizar resultados variados. Generalmente, son versados en matemáticas, creativos y desarrollan habilidades motrices finas. Esta puede ser parte de la razón por la que Cristo usó varias metáforas relacionadas con la construcción durante su ministerio (Mateo 7:24-27; 16:18; Lucas 14:28-30).
Trabajar como carpintero no sólo le ayudó a desarrollar su fortaleza física y mental, sino que además le dio una estabilidad financiera durante esos años. Tal parece que Cristo tenía una casa propia en Capernaún (Marcos 2:1) y usaba ropa de calidad (Juan 19:23). No era rico, pero tampoco era pobre.
¿Qué podemos aprender de su ejemplo?
Primero, Jesús aprendió y desarrolló un oficio para poder mantenerse antes de comenzar su ministerio. Segundo, trabajó duro. Estos son dos principios descritos en la Biblia como claves para el éxito físico (Proverbios 14:23; 24:27; 22:29; Eclesiastés 9:10; Colosenses 3:23). Los jóvenes pueden seguir este ejemplo preparándose para desarrollar una carrera, poder conseguir un trabajo y trabajar duro.
Para conocer más acerca de la apariencia física de Jesús, lea “¿Cuál era y cuál no era la apariencia de Jesús?”.
Jesús sufrió una pérdida
Otra cosa que podemos deducir acerca de la juventud de Cristo es que, en algún punto, su padrastro y mentor, José, murió.
Los Evangelios no lo mencionan después de que Cristo comenzara su ministerio. Mencionan a su madre María, pero José está ausente. Esto significa que debe haber muerto en algún momento durante los 18 años de la juventud de Jesús.
Poco antes de morir en el Gólgota, Cristo le pidió a Juan, el hijo de Zebedeo, que cuidara a su madre (Juan 19:26). Su preocupación por ella implica que era una viuda. No sabemos cómo ni cuándo murió José, pero es muy probable que haya ocurrido cuando Jesús estaba alrededor de sus veinte años.
Cristo experimentó personalmente el dolor de la muerte de un ser querido. Como dice la profecía, el Mesías fue un “varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isaías 53:3). La pérdida de su padrastro y mentor sin duda fue parte del quebranto que experimentó.
Sus experiencias ahora contribuyen a su servicio como nuestro Sumo Sacerdote en los cielos (Hebreos 4:14-16). Cristo siente empatía con nuestras tentaciones y nuestro sufrimiento físico, y conoce el profundo dolor que sentimos cuando perdemos a un padre, una madre, un cónyuge, un hermano, una hermana o un amigo cercano.
Él puede entender y consolarnos de esa profunda tristeza porque la conoce y pasó por ella.
Pero Jesús confiaba en la voluntad de su Padre. No conocemos las circunstancias de la muerte de José, pero sea como haya sido, Cristo confió en la decisión de Dios de no sanar o resucitar a su padrastro en ese tiempo.
Más tarde, Jesús les enseñaría a sus discípulos a pedir: “Hágase tu voluntad” (Mateo 6:10). Él mismo expresó esa confianza en la voluntad de Dios al final de su vida (Lucas 22:42). Experimentar la muerte de un ser querido sin duda es una de las cosas más difíciles en la vida, pero podemos seguir el ejemplo de Jesús y confiar en la voluntad de Dios cuando tengamos que pasar por algo semejante.
¿Por qué no podemos saber más?
El apóstol Juan hizo un comentario interesante que nos ayuda a entender por qué no tenemos más detalles acerca de este período de la vida de Cristo: “hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25).
En palabras simples, si tuviéramos una biografía completa de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte, ¡necesitaríamos miles de páginas y muchos volúmenes para contenerla! Aunque nos encantaría conocer más detalles acerca de su vida, podemos estar seguros de que sabemos lo necesario para . . .
Andar como Él anduvo.