¡La respuesta a esta pregunta es mucho más importante de lo que se imagina! De hecho, ¡es vital para comprender mejor la identidad y futuro papel de Jesucristo!
¿Por qué los sabios llevaron regalos a Cristo? ¿Y por qué lo llamaron “Rey de los judíos”?
En el relato bíblico del nacimiento de Cristo, se habla también de ciertos hombres sabios que provenían del oriente y recorrieron una gran distancia para llevar regalos al pequeño Jesucristo. Pero, ¿cuál fue su motivación para dar presentes a este bebé? ¿A quién creían que estaban honrando con sus obsequios?
Creencias confusas
Primero, , debemos tener claro que la Biblia no especifica el número de hombres sabios que visitaron a Jesús. Y, por otro lado, las Escrituras indican que estos sabios no estuvieron presentes en su nacimiento junto a un pesebre, como a menudo se representa el nacimiento de Cristo durante diciembre.
De hecho, Mateo 2:1, 11 demuestra que, cuando los sabios presentaron sus obsequios, el pequeño Jesús se encontraba dentro de una casa. “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos… Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”.
Y este es sólo un ejemplo de cómo las tradiciones navideñas han distorsionado el nacimiento de Cristo. En esta sección podrá encontrar otros artículos que profundizan más sobre este tema. Le invitamos a leer algunos de nuestros reveladores análisis de tradiciones que se mantienen alrededor del mundo.
Pero por ahora, nuestra pregunta es: ¿por qué estos hombres sabios llevaron obsequios a Jesús a pesar de que era demasiado pequeño para apreciarlos? En primer lugar, ¿por qué sintieron que sería apropiado regalarle algo? ¿Quién era Jesús para ellos y por qué se tomaron la molestia de hacer un viaje tan largo por Él?
La respuesta a estas preguntas revela una verdad muy importante acerca del Hijo de Dios que muchos han pasado por alto.
Obsequios para un rey
Como leemos en Mateo 2:2, los hombres sabios viajaron en busca de un rey. No estaban buscando al Salvador de la humanidad; estaban siguiendo la tradición de llevar presentes a un bebé nacido en la realeza o destinado a convertirse eventualmente en rey.
Tras 2.000 años del cristianismo, hoy en día la mayoría de las personas sólo piensan en Jesucristo como Aquél que “quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Y, por supuesto, ésta es una de las cosas que hizo. Como revela el Nuevo Testamento, Cristo es el Salvador de la humanidad. Sin embargo, Jesús cumple otra importante función además de ésta; si bien muchas personas lo ignoran, los evangelios recalcan muchas veces que Jesucristo es también un Rey.
Leamos con atención lo que el ángel dijo a María cuando se le anunció que concebiría un hijo: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre” (Lucas 1:32). En otras palabras, el hijo de María sería un Rey y se sentaría en un torno. Y esto es exactamente lo que esperaban los discípulos de Jesucristo también (Lucas 24:21; Hechos 1:6).
Esperando al Mesías…
El pueblo judío ha estado esperando un Mesías desde hace mucho tiempo. Esperan a un descendiente de David que reestablezca el gobierno de este antiguo rey y de inicio a un nuevo reinado de restaurada grandeza, como lo indica la profecía (Isaías 9:6; 11:2; Daniel 7:13-14).
Es por esto que, cuando Jesús entró en Jerusalén poco antes de su crucifixión, se hizo referencia a una de las profecías de Zacarías que se encuentran en el Antiguo Testamento: “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga” (Mateo 21:4-5).
El Hijo de Dios
Hoy en día, pocas personas entienden que, según la tradición judía del primer siglo, el término “Hijo de Dios” sería más fácilmente atribuido a un gobernante humano establecido por Dios que a un miembro de la familia divina. En términos bíblicos, cualquier individuo que tenga una relación especial con Dios puede ser un “hijo de Dios” (los ángeles, por ejemplo, son llamados hijos de Dios en Job 1:6, al igual que el pueblo de Israel en Éxodo 4:22).
Sin embargo, este título tiene un significado aún más profundo cuando se trata del Mesías, el esperado descendiente de David.
Tanto David como Salomón—heredero del trono de David—fueron llamados hijos de Dios (Salmos 2:7; 2 Samuel 7:12-16), y ambos fueron usados por Él para gobernar desde su trono. Como leemos en 1 Crónicas 29:23, “se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel”. Y eventualmente, el Mesías vendría a cumplir esta prestigiosa función.
Jesucristo era el único descendiente directo de Dios, su Padre, Quien hizo posible su milagroso nacimiento. Por lo tanto, según la tradición real o mesiánica, Jesús era quien merecía verdaderamente ser llamado Hijo de Dios—Aquél cuyo destino divino era ocupar el trono de David.
Es por esto que, en Juan 1:49, Natanael expresa: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”—tal parece que estos nombres eran sinónimos para él. En otras palabras, Natanel empezaba a creer que Jesús era Aquél hijo de David del que hablaban las profecías, Aquél a quien el pueblo de Israel esperaba y cuyo destino era restaurar la grandeza del gobierno terrenal de David (Dios).
Nacimiento del Rey de los judíos
Pero cuando Jesucristo nació, los judíos ya tenían un rey llamado Herodes. Es cierto que Herodes estaba sujeto a las autoridades romanas, pero era un rey de todas maneras.
Entonces, ¿por qué los hombres sabios dijeron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” (Mateo 2:1-2) cuando buscaban a Cristo? Obviamente, algo como esto era muy preocupante para el paranoico rey Herodes, quien vio su gobierno amenazado por Jesús. Es por esto que, pasando por alto el significado espiritual del nacimiento de Cristo, Herodes intentó matarlo, pero no tuvo éxito (vv. 12-16).
Cuando Cristo creció, constantemente era presionado para ver si se autonombraba Rey; durante un juicio fraudulento, el sumo sacerdote incluso le insistió: “Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios” (Mateo 26:63). Lo más probable es que, en esa ocasión, el sumo sacerdote no tenía interés en la divinidad de Jesús, sino que estaba buscando una manera de acusarlo de traición por autonombrarse rey de Israel y decir que Él era el Mesías (Lucas 22:67-71). Luego del interrogatorio, el sumo sacerdote le dijo a Pilato que Jesucristo decía ser un rey (Lucas 23:2-3).
Además, en Juan 18:33, vemos que “Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?” (Vea también Juan 18:39; 19:3, 14). Esta es la razón por la cual algunos soldados romanos tuvieron la osadia de ponerle una corona de espinas con esta inscripción: “JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS” en su cruz (Juan 19:2, 19). En otras palabras, tanto romanos como judíos querían crucificar a Jesucristo porque decía ser rey de Israel, no por haberse revelado como el Salvador de la humanidad.
El reino de Jesucristo aún está por venir
Jesucristo vino a la tierra para salvar a la humanidad; dio su vida para que seamos reconciliados con Dios, para que nuestros pecados puedan ser perdonados y para que, eventualmente, recibamos la vida eterna y lleguemos a ser parte del reino de Dios. Pero también vino como Gobernante de ese reino divino—como el Rey de Reyes y Señor de Señores que reinará durante mil años en la tierra. Llegado el momento, Cristo regirá a todas las naciones desde el trono restaurado de David en Jerusalén (Lucas 1:32; Apocalipsis 11:15).
En resumen, los hombres sabios decidieron visitar a Jesús porque buscaban al Rey que había de venir según las profecías del Antiguo Testamento y le llevaron regalos porque sabían que ese bebé eventualmente llegaría a ser Soberano.
Si desea saber más acerca del maravilloso reino de Dios y de cómo el Creador está preparando a las personas que reinarán con Cristo durante su gobierno, le invitamos a leer los reveladores artículos que podrá encontrar en nuestro sito. ¡Usted también puede descubrir qué se necesita para vivir y reinar con el Rey Jesucristo!