De la edición Noviembre/Diciembre 2019 de la revista Discernir

La guía del cristiano contra el síndrome FOMO

Hace veinte años este síndrome ni siquiera tenía un nombre. Pero hoy está por todos lados. El síndrome FOMO puede hacernos mucho daño si no estamos preparados.

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En este instante usted se está perdiendo de algo.

No sé de qué exactamente. Puede ser un momento, una oportunidad o un evento que nunca volverá a ocurrir de la misma manera.

Podría haber estado ahí, pero no está. Tal vez no se enteró a tiempo, o tenía otras responsabilidades y compromisos. Tal vez no se juntó con las personas correctas en el momento apropiado. O tal vez sus amigos simplemente se olvidaron de usted.

¿Cómo lo hace sentir esto?

El síndrome FOMO

El síndrome FOMO (por sus siglas en inglés “fear of missing out”), o el “miedo a perderse de algo”, es una patología extraña. Se trata de una ansiedad social que ha existido por cientos o tal vez miles de años, pero que no había recibido un nombre hasta hace poco. Y con la explosión de las redes sociales, se ha vuelto más común que nunca antes.

Sólo navegue por su red social favorita y ahí estará: un catálogo digital de todas las cosas divertidas y emocionantes que sus amigos están haciendo. Vacaciones, adquisiciones importantes, remodelaciones, hitos amorosos, oportunidades únicas en la vida, pases tras bambalinas, convenciones, fiestas y otras aventuras —todo está ahí, publicado en alta resolución y en tiempo real.

Y luego está usted.

Sentado.

Leyendo este artículo.

Perdiéndose de todo.

Una definición

En un estudio publicado el año 2013, los investigadores definieron el síndrome FOMO como “un temor generalizado a que otras personas estén teniendo experiencias satisfactorias que uno se está perdiendo… se caracteriza por un deseo continuo de saber lo que los demás hacen” (Andrew Przybylski, et al.).

Este temor puede manifestarse de muchas maneras. Puede llevarlo a perder mucho tiempo en las redes sociales. Puede hacer que se lance sobre cada oferta de “tiempo limitado” que aparezca en su bandeja de entrada. Puede hacer que acepte cualquier invitación social que le propongan; incitarlo a gastar dinero que no tiene en cosas que no necesita para impresionar a personas que no conoce; e incluso distraerlo de sus responsabilidades cotidianas, pero importantes, como la familia, las cuentas, el trabajo, el sueño y su relación con Dios.

Si no tenemos cuidado, el síndrome FOMO puede despojarnos de nuestra paz mental y nuestro tiempo hasta no quedar nada. Recuerde: “vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Y no hay nada que a Satanás le gustaría devorar más que su paz y su tiempo.

¿Cómo resguardarnos del síndrome FOMO? Estos son tres consejos:

1. Mantenga la perspectiva

Por sincero y natural que parezca todo lo que ve en las redes sociales, recuerde que la mayoría de lo que se publica en internet ha sido seleccionado minuciosamente. Consciente o inconscientemente, la mayoría de nosotros elige publicar sólo sus mejores momentos, cuando nos gustaba cómo nos veíamos, tuvimos algún logro o estuvimos alegres —momentos que nos hacen sentir importantes.

Usted lo hace y todos sus contactos también. Por lo tanto, lo que ve en las redes sociales no son las vidas reales de sus amigos, sino las mejores partes de su vida. Así es como funciona. La mayoría de nosotros no hará ningún esfuerzo por publicar sus momentos cotidianos, aburridos, desalentadores, frustrantes y decepcionantes.

Recuerde eso mientras navega en línea. Recuerde que está viendo una versión muy limitada de las vidas de sus amigos y conocidos. Su propia vida nunca se parecerá a esas vidas perfectas, porque ni siquiera las vidas de ellos se componen de sólo buenos momentos. No intente competir con una realidad que sólo existe en las redes sociales. No es posible ni sano hacerlo.

Éste no es un problema nuevo, sin embargo. En 2 Corintios 10:12, Pablo les advirtió a los corintios acerca de líderes religiosos que “se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos”.

2. Revierta el síndrome

La ineludible verdad es:

Siempre va a perderse de algo. De muchas cosas, en realidad. No hay forma de evitarlo. Con sólo 24 horas al día y la capacidad de estar en un solo lugar a la vez, usted va a perderse de muchas oportunidades, y no hay nada que pueda hacer al respecto.

Pero lo que sí puede hacer es darle un giro al síndrome FOMO. Si perderse de algunas cosas es inevitable, tenemos dos opciones: aceptar el hecho con alegría, o volvernos locos tratando de cambiarlo.Pero lo que sí puede hacer es darle un giro al síndrome FOMO. Si perderse de algunas cosas es inevitable, tenemos dos opciones: aceptar el hecho con alegría, o volvernos locos tratando de cambiarlo.

Aceptar tranquilamente que nos perderemos de algunas cosas significa aceptar que no podemos estar en todos lados al mismo tiempo. Significa dejar de enfocarnos en lo que otros hacen y prestar más atención a lo que sucede (o, lo que es igual de importante, no sucede) en nuestra vida.

Luego de que Cristo y sus discípulos regresaran de un agitado viaje, “Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto” (Marcos 6:31-32).

Hoy en día el mundo es mucho más agitado que hace 2.000 años, lo que hace el consejo de Jesús mucho más importante. A veces hacernos a un lado y abstenernos de todo ajetreo, y disfrutar de perdernos de algunas cosas puede tener grandes beneficios físicos y espirituales.

3. Decida qué es lo importante

Aunque es inevitable perdernos de cosas en la vida, no tenemos que perdernos de todo.

¿Qué es lo más importante en el mundo para usted? De todas las posibilidades que tiene en la vida, ¿qué cosa no se perdería por nada?

Cristo les dijo a sus discípulos: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir… Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:25, 33).

Y también nos advierte: “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lucas 16:13).

Deberíamos tener miedo de perdernos de ciertas cosas y el Reino de Dios es una oportunidad increíble y única en la eternidad. Si queremos ser parte de él, ésa debe ser nuestra prioridad número uno.

¿Lo demás? Pues, si se interpone entre nosotros y el Reino, vale la pena perdérselo.

Para saber más acerca de cómo buscar el Reino de Dios, lea nuestro artículo en línea “Buscad primero el Reino de Dios”.

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