De la edición Noviembre/Diciembre 2018 de la revista Discernir

“Mi yugo es fácil”: ser cristiano es ¿fácil o difícil?

La vida era difícil para los cristianos primitivos y es difícil para algunos en la actualidad. ¿Qué quiso decir Cristo cuando afirmó: “Mi yugo es fácil y ligera mi carga”?

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Ser un cristiano en el primer siglo no era fácil. La sociedad, bajo el engaño de Satanás, estaba activamente haciendo las cosas muy difíciles para los seguidores de Jesús. Aunque las autoridades romanas los consideraban una secta del judaísmo y por lo tanto una religión legal, los cristianos primitivos fueron un chivo expiatorio para casi todo lo que salía mal.

Al escuchar a los cristianos decir que tomaban el pan y el vino como símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo, algunos romanos pensaron equivocadamente que los cristianos eran caníbales (BBC). Y los romanos se dieron cuenta de que esas personas no honrarían a los dioses romanos. Entonces, cuando ocurrieron los desastres naturales, muchos romanos creyeron que había llegado el castigo a su comunidad porque sus dioses no estaban siendo respetados por los cristianos.

Al explicar esta prevaleciente creencia romana que había continuado en el siglo segundo, Tertuliano escribió: “Si el Tíber se levanta hasta los muros de la ciudad, si el Nilo no envía sus aguas sobre los campos, si los cielos no dan lluvia, si hay un terremoto, si hay hambre o pestilencia, inmediatamente la sentencia es: ‘pongan a los cristianos con los leones’” (Apology [Apología], 40:2).

Entonces, no es fácil ver por qué Jesús dijo: “mi yugo es fácil”.

El choque entre el judaísmo y el cristianismo

Y el judaísmo tampoco era aficionado a los primeros cristianos.

Aunque los cristianos eran como los judíos en cuanto a que aceptaban las mismas sagradas escrituras (el Antiguo Testamento), obedecían los mismos Diez Mandamientos y observaban los mismos días santos anuales, ellos tenían una creencia que la mayoría de los judíos sencillamente no aceptaría. Los líderes del judaísmo y sus seguidores no creían que Jesús de Nazaret era el Hijo de Dios y que Él había venido como el Mesías prometido.

Los líderes judíos estaban en busca de un Mesías que restauraría la prominencia de su nación. Lo que ellos no entendían era que Jesús primero vendría a morir para pagar por los pecados de la humanidad. Entonces, vendría “por segunda vez” para ofrecer salvación al mundo y para cumplir las profecías en las cuáles ellos se habían enfocado (Hebreos 9:28).

Aunque Jesús creció en un hogar judío y asistía regularmente a la sinagoga, eventualmente la separación entre el judaísmo y el cristianismo no podría ser detenida. Los líderes religiosos judíos no estaban de acuerdo con sus enseñanzas y sentían envidia de su popularidad y por eso crucificaron a Jesús (Mateo 27:1-2, 18, 20-22).

Entonces, tal como Jesús lo había predicho, a sus seguidores los comenzaron a “expulsar de las sinagogas” (Juan 16:2). La purga parece haber sido instigada por una prominente sinagoga en Jerusalén llamada la Sinagoga de los Libertos. Hombres miembros de esta sinagoga entraron en una disputa pública con Esteban, y cuando no pudieron “resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba”, ellos replicaron usando testigos falsos como un pretexto para llevarlo ante el Concilio y apedrearlo hasta la muerte (Hechos 6:9-14; 7:58).

Uno de los más vehementes partidarios de esta acción tan execrable fue un joven llamado Saulo. Él “Asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel” (Hechos 8:3). Siendo un tan violento perseguidor de los cristianos, él más tarde “vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que, si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén”.

En este punto llegamos a una de las grandes ironías de la historia. Después de experimentar una visión de Jesús y ser divinamente sanado de su ceguera, Saulo mismo se convirtió en cristiano (Hechos 9:17-18). El hombre que había sido semejante enemigo tan violento de los cristianos se convirtió en cristiano y “en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios” (v. 20).

La conversión de Saulo, sin embargo, no hizo siempre su vida más fácil. A medida que transcurría el tiempo y el cambio del corazón de Pablo era reconocido, “los judíos resolvieron en consejo matarle” (v. 23).

Advertencias de pruebas y persecución

En el transcurso de su ministerio Pablo tuvo que afrontar tres naufragios, numerosas prisiones, los judíos lo azotaron en cinco ocasiones 39 veces, tres veces lo azotaron con varas e incluso fue apedreado y tenido por muerto (2 Corintios 11:23-27).

Al recobrar la conciencia después de haber sido apedreado, él continuó su ministerio “confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe y diciéndoles: es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:19-22, énfasis añadido).

Jesús también advirtió a sus seguidores que vendría la persecución. “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”. Él les había dicho (Juan 15:20; compare con Lucas 21:12). Por eso les recordó a sus discípulos: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13).

La persecución de los cristianos continúa en la actualidad. Buena parte del mundo no tiene libertad de religión, y muchos cristianos alrededor del mundo reciben un trato duro.

¿Cómo enfrentaba Jesús esta realidad tan sobrecogedora?

La declaración de Jesús acerca de la vida cristiana

A pesar de semejantes dificultades, Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).

¿Cómo encaja esta afirmación de Jesús con la historia y la realidad de nuestro mundo actual? ¿Cómo podría ser fácil seguir a Cristo? ¿Cómo podremos recibir “descanso” para nuestras almas?

Algunos han pensado equivocadamente que este pasaje significa que Cristo liberó a sus seguidores de la obediencia a la ley de Dios. Pero Jesús les había dicho específicamente que no pensaran que Él había venido para “abrogar la ley o los profetas” (Mateo 5:17; vea nuestro artículo en línea: “Jesucristo y la ley”). Como hemos visto, los desafíos de la vida cristiana son causados por la hostilidad de Satanás y el mundo contra los seguidores de Cristo. La ley de Dios es benéfica, no una carga (1 Juan 5:3).

Para entender mejor cómo el cristianismo puede ser fácil y darles descanso a nuestras almas, necesitamos entender el punto de vista de Jesús. Como pronto veremos, Jesús veía las cosas desde una perspectiva más amplia de la que los seres humanos generalmente vemos.

La carga que los no cristianos llevan

La afirmación de Jesús, “mi yugo es fácil” es realmente una afirmación comparativa. Aunque mucha gente no se da cuenta, vivir un estilo de vida que no está en armonía con las instrucciones de Dios es una forma de esclavitud. Pablo describió esto como estar “en esclavitud bajo los rudimentos del mundo” (Gálatas 4:3). Pablo más tarde explicó que esta clase de esclavitud esclaviza a las personas que no conocen a Dios (v. 9).

De la misma forma, Pedro escribió que las personas eran “esclavas de corrupción” y eran “hechos esclavos del que lo venció” (2 Pedro 2:19).

La esclavitud del pecado es una carga pesada o algo gravoso para llevar. El pecado es la causa del dolor y el sufrimiento.La esclavitud del pecado es una carga pesada o algo gravoso para llevar. El pecado es la causa del dolor y el sufrimiento. Y un pecado no perdonado tiene un solo resultado inevitable —la muerte (Romanos 6:23). Pero cuando nosotros ligamos nuestra vida con Cristo —cuando hacemos el compromiso de seguirlo a Él y vivir por sus mandamientos— podemos recibir “la dádiva de Dios… vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Pablo advirtió a los hermanos en Galacia que no debían volverse atrás a su forma de vida antes de conocer a Dios. Él escribió: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1, énfasis añadido).

Cómo encontrar descanso

Todos tenemos un yugo con el que estamos comprometidos o estamos ligados. O estamos en yugo con Cristo o estamos en yugo con el mundo.

Cuando nos comprometemos con Cristo, podemos encontrar paz en nuestra vida. Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y somos bautizados como la Biblia ordena, la carga de nuestros pecados se aligera porque nuestros pecados son perdonados (Hechos 2:38; vea nuestro folleto gratuito: ¡Cambie su vida!). Cuando somos bautizados, también se nos da el Espíritu Santo —un don precioso que asegura que nos convertiremos en hijos de Dios glorificados e inmortales (Romanos 8:11, 16-17, 23).

Tener el Espíritu de Dios en nosotros puede tener un profundo efecto en nuestro estado mental. Pablo escribió que “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23). Estos atributos del Espíritu verdaderamente hacen nuestra vida más fácil y más descansada.

Tener el Espíritu de Dios no impide que tengamos pruebas y dificultades que son comunes a la vida de todos. Pero nos puede definitivamente ayudar a sortear las tormentas de la vida, dándonos esperanza de un futuro mucho mejor. Al reflexionar en esta perspectiva, Pablo escribió: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).

¿Es fácil o difícil el yugo de Jesús?

La respuesta es cuestión de perspectiva. Si nos enfocamos en pruebas y dificultades, sí, habrá algunas difíciles.

Pero si miramos todo el cuadro, es increíblemente más fácil ser cristiano. ¿Por qué? Porque nuestros pecados pueden ser perdonados y podemos empezar a revestirnos de la semejanza de Cristo. Y Dios nos ofrece un futuro maravilloso —vida eterna con Dios. A través de Dios, podemos ser liberados de la esclavitud del pecado y el dolor y el sufrimiento que el pecado trae.

Hay también recompensas en esta vida. Como Pablo anotara: “…pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:8). Dios ha diseñado sus leyes para nuestro bien y para producir paz (Deuteronomio 10:13; Salmo 119:165).

Con la ayuda del Espíritu Santo, los cristianos a través de las edades han descubierto, como Jesús dijo: “Mi yugo es fácil y ligera mi carga”. ¡Que todos lleguemos a esta misma perspectiva! 

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