De la edición Julio/Agosto 2022 de la revista Discernir

Cómo nuestra personalidad afecta nuestro cristianismo

¿Afecta nuestro tipo de personalidad nuestra capacidad para seguir el camino cristiano? ¿Estamos moldeando nuestra personalidad y nuestro carácter para que se parezcan a los de Dios?

¡LMNOP! Esto era lo que yo respondía en broma cuando alguien me preguntaba por mi tipo de personalidad. Los tipos de personalidad no me interesaban mucho, hasta que un día, descubrí que algunos de mis rasgos realmente determinaban la persona que era y en quién me convertiría.

Sin duda, comprender las particularidades de los diferentes tipos de personalidad, especialmente el nuestro, puede tener un gran impacto en la clase de cristianos que somos.

Tipos de personalidad

Hay muchas pruebas de personalidad que pueden encontrarse en línea. Pero el Indicador de Myers y Briggs (MBTI por sus siglas en inglés), que se creó en 1943, tiende a ser la evaluación más reconocida.

  1. El MBTI se enfoca en cuatro áreas:
  2. Extroversión vs. introversión.
  3. Sensación vs. intuición.
  4. Pensamiento vs. sentimiento.
  5. Juicio vs. percepción.

Las varias combinaciones de estos rasgos crean 16 tipos de personalidad. Y la pregunta básica que podríamos hacernos es: ¿determina mi tipo de personalidad si me estoy convirtiendo en el cristiano que debo ser?

El mejor tipo de personalidad para un cristiano

Tengo una mala noticia: lamentablemente, su tipo específico de personalidad no es el mejor que un cristiano podría tener.

Pero el mío tampoco lo es.

Ni el de nadie más.

En cierto sentido, todos los tipos de personalidad son iguales: todos tienen el potencial de ser buenos y el potencial de ser malos. Todos tenemos defectos porque, bueno, somos humanos, y los humanos son imperfectos, así como los rasgos de su personalidad.

Pero, aun siendo humanos imperfectos, tenemos el potencial de ser personas buenas o malas sin importar cuál sea nuestro tipo de personalidad. En otras palabras, ningún tipo de personalidad ejemplifica el carácter perfecto de Dios.

No importa si usted es un ISSP o un ENPJ, Dios le ha dado la capacidad de desarrollar un carácter justo. De hecho, el MBTI está elaborado con la premisa de que, a medida que maduramos, nos sentimos más cómodos con nuestras “no preferencias”. El punto es que, sea cual sea nuestro tipo de personalidad, podemos cambiar la forma en que nos comportamos e interactuamos con los demás para reflejar las características que Dios espera de un cristiano. Y con la ayuda de Dios, podemos cambiar con más facilidad.

Entonces debemos hacernos una pregunta diferente. La pregunta no es: ¿qué tipo de personalidad es la mejor que puede tener un cristiano?, sino ¿cómo puedo yo, con mi personalidad específica, usar lo que se me ha dado para ser mejor cristiano —para desarrollar el carácter de Dios?

(Es importante mencionar que los rasgos de personalidad son nuestras tendencias naturales —fortalezas o debilidades— mientras que las cualidades del carácter son el resultado de nuestras decisiones. Cuando elegimos cambiar y dedicarnos a desarrollar valores y comportamientos cristianos, estamos, con la ayuda de Dios, creciendo en carácter.)

El tipo de personalidad de Dios

Si Dios hiciera la prueba del MBTI, ¿qué combinación de letras describiría su personalidad?

La pregunta es absurda, ¿no?

Dios demuestra su carácter en cada uno de los tipos de personalidad; y podemos estar seguros de que tiene muchos más rasgos de los que podríamos expresar en nuestras 16 personalidades. Dios ilustra este punto en Isaías 55:9: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

El camino de Dios es perfecto (Salmos 18:30). Por lo tanto, su personalidad, sus rasgos y su carácter también lo son.

Para nosotros, como seres mortales, es imposible imitar plenamente el carácter perfecto de Dios. Pero lo que sí podemos hacer es intentar comprender las cualidades que Dios nos ha dado a cada uno y trabajar con ellas para que se parezcan más a las suyas.

Usar lo que Dios nos ha dado

Así que, si nos creó con un propósito y nos hizo como obras “maravillosas” (Salmos 139:14), las diferencias de nuestras personalidades no limitan lo que podemos llegar a ser.Ya sea que hayamos hecho una prueba de personalidad o no, en algún punto de nuestra vida, nuestro tipo de personalidad probablemente se ha vuelto evidente. Tal vez lloramos por algo que nos conmovió o hemos hecho planes y los hemos seguido sin importar las consecuencias. Tal vez hemos dado instrucciones detalladas o entrenado a otros para ayudarles a mejorar una tarea o habilidad. Tal vez creamos algo hermoso nunca antes visto o escribimos una pieza de literatura impresionante. O tal vez, simplemente estuvimos ahí para alguien más cuando realmente lo necesitaba.

También debemos reconocer que sólo porque a menudo preferimos o comenzamos con cierta forma de pensar, no significa que nunca usemos otro modo de razonamiento. Por ejemplo, la mayoría de nosotros sabe que debemos seguir las reglas y que debemos ser compasivos. Los rasgos de personalidad no ocurren porque sí y no son mutuamente excluyentes. Podemos elegir usar nuestros rasgos preferidos y no tan preferidos dependiendo de las circunstancias.

Nuestras acciones son producto de nuestras habilidades, nuestra personalidad y nuestras decisiones, y le muestran al mundo parte de lo que somos.

Y ¿quiénes somos?

Somos una creación de Dios y nuestras cualidades son regalos que provienen de Él. Todos hemos recibido dones específicos de su parte —dones que Él espera que usemos para interactuar unos con otros y para desarrollar su carácter (1 Corintios 12:27-31).

Dios no nos creó por capricho; nos creó para que nos convirtamos en sus hijos e hijas (Efesios 1:4-5; 2 Corintios 6:18). Así que, si nos creó con un propósito y nos hizo como obras “maravillosas” (Salmos 139:14), las diferencias de nuestras personalidades no limitan lo que podemos llegar a ser.

Todos los tipos de personalidad nos permiten crecer en carácter, porque Dios y el Verbo (quien se convirtió en Jesucristo) nos crearon a su imagen. El Padre y el Hijo desean que seamos uno con ellos, incluso en carácter (Juan 17:21).

Cómo parecernos a Dios

Entonces, si queremos comparar nuestro carácter con el carácter de Dios, estos son algunos ejemplos que podemos esforzarnos por imitar:

  • Juan 11:35: “Jesús lloró”. Ésta es una clara muestra del carácter compasivo y lleno de empatía de Cristo.
  • Juan 15:10: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”. Recibimos una guía clara y correcta del verdadero Maestro: Jesucristo.
  • Jeremías 29:13: “me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. Dios tiene su puerta abierta y recibe a todos.
  • Mateo 5:18: “de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. La Palabra de Dios es un esquema que podemos seguir.
  • Colosenses 1:16: “porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles”. Crear belleza inconmensurable es un elemento clave de la naturaleza de Dios.
  • Hebreos 13:8: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Ser estable, fiable y constante es un aspecto fundamental del carácter de Dios.

Estos ejemplos muestran la naturaleza de Dios que nosotros, como cristianos, podemos imitar para desarrollar nuestra personalidad y nuestro carácter.

Desarrollar nuestra personalidad y nuestro carácter

Nuestra personalidad puede tener un papel importante en nuestro desarrollo como cristianos. Podemos trabajar con nuestras fortalezas y vencer nuestras debilidades.

Si somos metódicos por naturaleza, por ejemplo, podemos buscar escrituras que describen cómo Dios ha planificado y diseñado cuidadosamente su creación y plan para la humanidad. Si somos naturalmente llenos de empatía y cariñosos, podemos encontrar incontables ejemplos de cómo Cristo mostró compasión y amor inagotables por nosotros, al punto de dar su vida en sacrificio (Filipenses 2:7-8). Y por supuesto, Dios el Padre también exhibe estas cualidades a la perfección.

Por otro lado, si tenemos la tendencia de ser impulsivos e insensibles, podemos buscar escrituras que nos ayuden con estas debilidades; o, si no aceptamos bien las críticas, podemos buscar instrucciones bíblicas para crecer en esa área.

Cuando consideramos la importancia de desarrollar nuestra personalidad y nuestro carácter para asemejarnos a Dios, también debemos recordar que Él nos hizo “formidables, maravillosos”. Nuestras personalidades no dictan lo que somos a sus ojos. Lo que nos define como cristianos es la forma en que usamos las cualidades que Dios nos da, la forma en que moldeamos nuestros rasgos individuales y cuánto estudiamos el carácter de Dios para entenderlo, imitarlo y compartirlo con otros.

Entonces, la verdadera pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos trabajando con nuestra personalidad y nuestro carácter para parecernos cada vez más a Dios?

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