De la edición Mayo/Junio 2023 de la revista Discernir

“Ninguno tenga en poco tu juventud”: Seis elementos para ganarse el respeto

¿Se ha sentido usted desestimado o menospreciado sólo por ser joven? Esta historia de un joven y su mentor puede ayudarle a ganarse el respeto de otros.

Tim tenía un problema.

No sabemos exactamente cuánto le molestaba o cómo afectaba su trabajo, pero era un problema lo suficientemente notorio como para captar la atención de su mentor.

El problema de Tim no era diferente al de muchos otros jóvenes adultos: sólo por ser joven, sus colegas o (lo que era más difícil) sus subordinados no le tenían el respeto que merecía.

Si usted es un joven o joven adulto, ¿ha tenido la experiencia de sentir que los demás no lo respetan tanto, no escuchan sus opiniones con tanta seriedad, o tal vez son un poco condescendientes con usted sólo por su edad?

Tal vez lo hagan de manera educada y sin intención de ofender, pero son condescendientes de todas formas. Y esto es especialmente frustrante cuando usted sabe que su contribución podría ser valiosa, si tan sólo lo respetaran.

Pareciera que Tim se encontraba en una situación como ésta.

Palabras de sabiduría de un mentor

Pero Tim tenía un mentor, un sabio hombre mayor que lo había acogido bajo sus alas. Este mentor había llegado a respetar y confiar en Tim al punto de confiarle responsabilidades importantes que incluían la supervisión y guía de mucha gente.

Quizá eso era parte del problema: Tim vivía bajo la sombra de su mentor. Es natural y fácil que en casos así las personas comparen negativamente al chico nuevo y más joven con una querida y conocida figura paterna de más edad.

Pero sea cual haya sido el obstáculo del éxito de Tim, su mentor sabía cuál era la solución y la sabiduría que compartió con él hace casi 2.000 años sigue siendo un consejo sabio para cualquier joven en la actualidad.

La juventud es una edad, pero la madurez es una forma de pensar y comportarse. No podemos hacer nada para cambiar nuestra edad, pero sí podemos hacer mucho para cambiar la forma en que pensamos y actuamos.Como habrá adivinado, “Tim” es un diminutivo casual e informal de Timoteo y su mentor era, por supuesto, el apóstol Pablo.

Timoteo y Pablo tenían un lazo profundo, similar al de una relación padre e hijo. Timoteo sabía que Pablo hablaba de acuerdo a su experiencia, la cual había afrontado muchos desafíos para ganarse la confianza de la gente. Entonces, cuando recibió la carta de su mentor con consejos acerca de varios temas, debe haber intuido que sus consejos serían más profundos y sabios de lo que la mayoría podía ofrecerle. Y así fue.

¿Es usted un joven que busca ganarse el respeto de los demás? Veamos los seis pasos para conseguirlo, que Pablo describió para Timoteo.

“Ninguno tenga en poco tu juventud”

Las palabras de Pablo tal vez tomaron desprevenido a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud”, o podríamos decir “Que nadie menosprecie tu juventud”.

Sería fácil leer esto con escepticismo y pensar: “Eso suena bien, pero ¿cómo puedo evitar que alguien me menosprecie?”.

Algunos piensan que la respuesta es ser enérgicamente asertivos —establecer un rango social y proyectar una actitud dura de “nadie me falta el respeto”. Pero, irónicamente, muchos otros consideran inmadura esta misma actitud.

Entonces, ¿cómo evitar que nos menosprecien cuando queremos ser respetados y considerados maduros?

La respuesta, dijo Pablo, es desarrollar ciertas cualidades fundamentales que harán que los demás dejen de enfocarse en nuestra edad y se concentren en nuestro carácter. Aunque no lo dice directamente, el punto de Pablo era que el respeto legítimo no se gana con los años, se gana por lo que somos.

Si usted es un joven, dedicarse a desarrollar estas seis cualidades hará posible que pronto pueda conseguir el respeto de los demás.

El poder del ejemplo

Afortunadamente, el consejo de Pablo fue preservado para nosotros en 1 Timoteo 4:12: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”.

Pablo no expandió ni definió estas cualidades, tal vez porque quería que Timoteo las analizara. El hecho mismo de que un joven se dedique a estudiar y pensar en las cosas profundas de la vida es un indicio de su madurez.

Las siguientes observaciones podrían servirles a nuestros lectores en ese mismo sentido.

Primero, Pablo le aconsejó a Timoteo que fuera un ejemplo, y en particular un ejemplo a los creyentes, dado que ése era el grupo del que Timoteo era responsable. Pero ser ejemplar tiene un impacto en todos los que entran en nuestra esfera de influencia, porque la mayoría de las personas (incluso los no creyentes) admiran estas características.

Se puede ser ejemplo en una instancia breve o durante un largo período de tiempo. Eventualmente, la opinión más importante que los demás pueden tener de nosotros es la que se basa en nuestro ejemplo. El ejemplo no puede esconderse y no puede fingirse. Nuestro ejemplo siempre muestra lo que realmente somos —lo que llevamos por dentro— para que todos lo vean.

¿Por qué cree que Pablo le aconsejó a Timoteo ser consciente de su ejemplo? Al parecer quería hacerle ver que desarrollar carácter no era sólo para su beneficio, sino que tenía la responsabilidad de mostrarles a otros cómo podían y debían vivir. La vida de Timoteo debía ser un modelo para los demás.

Cuando Pablo le dijo a Timoteo que tuviera cuidado con el ejemplo que daba, estaba enfatizando que, cuando expresamos amor, por ejemplo, otros pueden verlo y pensar: “Ah, así es como se manifiesta el amor (en sus diferentes formas —ecuanimidad, amabilidad, misericordia, compasión, etcétera) en acción”.

Los ejemplos son poderosos —¡a menudo más poderosos que las palabras! Y todos somos influenciados por los ejemplos de los demás, buenos y malos. Por eso, antes de decirle a Timoteo lo que podía hacer, Pablo le aconsejó tomar en serio su responsabilidad de mostrar a los demás el camino correcto.

Seis cualidades para inspirar respeto

Ahora analicemos las seis cualidades que Pablo mencionó.

“En palabra”: la manera en que nos expresamos. Si usted está leyendo esto, probablemente sabe que usar un vocabulario vulgar o crítico degrada a los demás y también su reputación como cristiano.

En términos de madurez, la incapacidad de expresar nuestras emociones sin recurrir a la vulgaridad refleja un nivel infantil de inteligencia emocional. Por otro lado, usar palabras buenas, amables y edificantes con una actitud de genuino interés demuestra que pensamos en los demás, lo cual es una señal de madurez.

Incluso el simple acto de conversar con un anciano o un niño pequeño, o escribir algunas palabras amables para otros en las redes sociales o en una tarjeta, les demuestra a los demás nuestra preocupación. Y, en un mundo donde muchos parecen preocuparse cada vez menos por otros, las personas automáticamente respetan a quien tiene la madurez para estar por encima de eso y demostrar amor con sus palabras.

“En conducta”: la forma en que nos comportamos. Las buenas palabras deben estar respaldadas por un buen comportamiento. Todos conocemos a personas que se ponen una máscara sonriente y hablan bonito cuando ciertas personas están presentes; pero tan pronto como esas personas se van, la máscara desaparece y su conducta cambia para peor.

Hay una palabra para eso: hipocresía. Y a nadie le gustan los hipócritas.

El buen carácter se demuestra a través de la conducta. Nuestra conducta es la evidencia de nuestras palabras y de la forma en que decimos vivir. El consejo de Pablo en este aspecto es sencillo, pero muy importante. En palabras actuales diríamos: “¡Practique lo que predica!”.

“En amor”: la preocupación y el cuidado que tenemos hacia los demás. Jesucristo dijo que en nuestro mundo el amor (el interés por el bienestar de otros) se enfriaría debido a la creciente maldad (Mateo 24:12).

Practicar el camino del amor descrito en 1 Corintios 13 no sólo evita que nos volvamos emocional y espiritualmente insensibles, sino que también es beneficioso para otros. Como dijo Pablo, esa clase de amor nunca deja de ser, porque es el camino de Dios. Cualquier joven lo suficientemente maduro como para seguir el camino de Dios de amor hacia otros experimentará algo sorprendente: reciprocidad. Las personas aman y respetan a quienes son amorosos.

“En espíritu”: con celo, entusiasmo. Algunas versiones de la Biblia no incluyen esta palabra, pero aun así es una excelente cualidad; tiene que ver con nuestra pasión y hacia dónde se dirige. Por ejemplo: ¿cómo deberíamos abordar la búsqueda de las otras cinco cualidades? ¿De mala gana o con energía? ¿De forma casual o con seriedad? ¿Con desánimo o sin reservas? No es común ver a un joven luchando con pasión por lo que cree; pero cuando lo hace, el respeto de las personas hacia él aumenta.

“En fe”: lealtad. La palabra griega en el original se refiere a ser fiel. ¿Puede un joven o joven adulto observar cómo funciona la vida y entender que a veces todos experimentamos tiempos malos y buenos, pruebas y bendiciones? Por supuesto. ¿Puede también decidir que permanecerá fiel y leal a Dios a través de todo lo que ocurra en su vida? Por supuesto.

Otras personas verán ese compromiso. Ver cómo otros atraviesan tiempos difíciles sin que su fe y fidelidad a Dios flaqueen es un ejemplo muy animador que puede ayudarnos a fortalecer nuestra propia relación con Dios. Y todos respetamos eso.

“En pureza”: sin contaminación espiritual. El pecado contamina a las personas, altera nuestro pensamiento y destruye nuestra vida y la de otros. La impureza puede tomar muchas formas, desde la ira hasta el adulterio, desde los celos hasta la injusticia, desde robar hasta calumniar, y muchos otros pecados. Nadie tiene un carácter tan puro como el oro de 24 quilates, pero las personas maduras estiman mucho a los jóvenes que se esfuerzan por purificar sus vidas y que se abstienen “de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11).

Madurez: dejar lo que es de niño

Podríamos agregar muchos otros aspectos del carácter cristiano, pero probablemente todos entrarían en una de las seis categorías que Pablo menciona. Éstas no son cualidades difíciles de entender, pero dado que son fundamentales para el desarrollo del carácter, vale la pena analizarlas. No sólo serán muy beneficiosas para nuestra vida, sino que también nos permitirán ganar el respeto de los demás.

Tal vez Timoteo había leído otra descripción de la madurez que se encuentra en la carta de Pablo a los corintios: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” (1 Corintios 13:11).

Pablo no dijo “cuando cumplí 18 (o 21, o 30), fui hombre”. No, él sabía que alcanzó la madurez cuando dejó las cosas de niño; y sabía que así es como se obtiene respeto.

Lamentablemente, algunas personas nunca dejan las cosas de niños, ¡aunque sean de edad avanzada! Pero, por otra parte, cuando un joven alcanza esta clase de madurez a su corta edad, se convierte en un ejemplo poderoso para otros, tanto jóvenes como adultos.

No cabe duda de que Timoteo escuchó el consejo de Pablo: no te preocupes por lo que la gente piensa, simplemente haz lo correcto. Si das un buen ejemplo, las personas cambiarán su opinión de ti. Ese consejo sigue siendo muy cierto en la actualidad.

La juventud es una edad, pero la madurez es una forma de pensar y comportarse. No podemos hacer nada para cambiar nuestra edad, pero sí podemos hacer mucho para cambiar la forma en que pensamos y actuamos.

En este hecho encontrará el poder —y el camino hacia el desarrollo del carácter— para cambiar la opinión de cualquiera que se incline a tener en poco su juventud.

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