El poder del discernimiento

En un mundo que cambia rápidamente, y en medio de una avalancha de ideas y opiniones, ¿cómo podemos ver claramente lo que está bien y lo que está mal? ¿Dónde podemos encontrar la verdadera sabiduría?

¿Por qué hay tanta confusión en el mundo cuando se habla de moralidad? ¿Qué es el bien y qué es el mal? ¿Quién lo define? ¿Qué pasa con esas áreas ambiguas donde a muchas personas les cuesta decidir?

 ¿Por qué hay tanta corrupción en todos los niveles de gobierno sin que nadie haga nada al respecto? ¿Quién decide lo que está bien o mal cuando se trata de la sexualidad?

Estas preguntas preocupan a muchos. Pero la Biblia tiene la respuesta que nos ayuda a distinguir entre el bien y el mal. Dios también ofrece el poder del discernimiento a aquellos dispuestos a entender.

¿Quién debe decidir?

En algunos casos, es bastante fácil distinguir entre el bien y el mal. Por ejemplo, los terroristas suicidas son malos, y el ayudar a los pobres y necesitados es algo bueno. Pero en la mayoría de los casos el decidir entre el bien y el mal se convierte en un juicio bastante subjetivo, y que deja mucho margen en áreas problemáticas, especialmente cuando damos nuestra opinión personal. Sin embargo, la Biblia nos dice que no siempre somos capaces de discernir entre el bien y el mal cuando decidimos por nosotros mismos siguiendo nuestros propios estándares de justicia (Proverbios 14:12).

Sin embargo, Dios nos advierte firmemente que es muy importante entender esta diferencia. El profeta Isaías lo expresó claramente:”¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20).

Pero Dios no dejó a la humanidad en la oscuridad para entender la diferencia entre el bien y el mal por nosotros mismos. Dios quiere que hagamos una distinción y que podamos elegir lo que es bueno. El rey David escribió: “Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela” (Salmos 34:14).

El apóstol Juan también nos señala cual debe ser la actitud de los fieles seguidores de Dios: “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios” (3 Juan 1:11).

Entonces, ¿cómo define Dios el bien?

Los Diez Mandamientos

El apóstol Pablo dice que “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12). Dios, por medio de Moisés, le dijo a la nación de Israel: “Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos del Eterno tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre” (Deuteronomio 12:28). Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, también reiteró la importancia de guardar los mandamientos (Mateo 19:17).

Los Diez Mandamientos enumerados en Éxodo 20 son los fundamentos básicos para hacer lo que Dios define como justo y bueno. Porque Dios nos ama, Él quiere mostrarnos cómo debemos amarlo a Él y a nuestro prójimo en verdad. Los Diez Mandamientos nos enseñan cómo hacer esto.

Cuando un abogado le preguntó a Jesucristo cuál era el mandamiento más grande de la ley, Él resumió los Diez Mandamientos de esta manera: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento” (Mateo 22:37-38). Al observar con más atención, vemos que este mandamiento abarca los primeros cuatro de los Diez Mandamientos, revelando cómo adorar y honrar a Dios.

Jesús continuó: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v. 39). Amar y respetar a nuestro prójimo cubre los últimos seis de los Diez Mandamientos. Jesús concluyó: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (v. 40).

Si desea aprender más acerca de los Diez Mandamientos de Dios, le ofrecemos tres maneras diferentes para explorar las enseñanzas de la Biblia acerca de este tema:

Entonces, ¿qué es el discernimiento?

Charles Spurgeon dijo una vez: “El discernimiento no es una cuestión de simplemente poder distinguir entre el bien y el mal; sino que es poder explicar la diferencia entre lo bueno y lo que es casi bueno”. En la Biblia, una de las palabras hebreas traducidas como “discernir” también significa “entender, considerar... percibir”(Brown-Driver-Briggs Hebrew Lexicon, biyn, [Lexicón hebreo de Brown-Driver-Briggs]).

En el Nuevo Testamento la palabra griega traducida como”discernir” es diakrisis, que significa “distinguir, discernir, o juzgar” (Thayer’s Greek Lexicon, [Lexicón griego de Thayer]). A lo largo de la Biblia, vemos lo importante que es para Dios distinguir entre el bien y el mal. Cuando usamos los Diez Mandamientos como nuestra guía para seguir lo justo y bueno, también seremos capaces de ver más claramente lo que es malo o pecaminoso.

Sin embargo, todavía hay ocasiones en que podemos enfrentarnos con áreas ambiguas acerca del bien y del mal. Los seres humanos somos incapaces de determinar los motivos o deseos de los demás. A veces, podemos involucrarnos emocionalmente en un tema social o político en el que simplemente no podemos ver la línea absoluta entre el bien y el mal. ¿Qué hacemos entonces?

Oración: el ejemplo de Salomón

Después de la muerte de su padre David, Salomón se convertiría en el próximo rey de Israel. Pero él sabía que necesitaba ayuda.

Dios le preguntó a Salomón en un sueño: “Pide lo que quieras que yo te dé” (1 Reyes 3:5).

Salomón respondió: “Ahora pues, Eterno Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir. Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” (vv. 7-9).

Cuando no podemos distinguir entre el bien o el mal, cuando no podemos discernir si los motivos de los demás son correctos o incorrectos, lo primero que tenemos que hacer es ir a Dios, nuestro Padre Celestial, en oración. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).

Dios estaba tan complacido con la respuesta de Salomón que accedió a su petición. “He aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú” (1 Reyes 3:12).

Salomón pidió a Dios discernimiento con fe. ¡Usted también puede!

Cómo practicar el discernimiento

El discernimiento no es un regalo permanente. Debemos usarlo o sino lo perdemos. Después de orar por discernimiento y recibir el Espíritu de Dios, que es un don de Dios dado después de que uno se arrepiente y es bautizado, debemos practicar discernimiento, debemos seguir obedeciendo. Una vez más, considere el ejemplo de Salomón. Inicialmente él tenía sabiduría y discernimiento, pero lo perdió cuando permitió que sus deseos personales obstruyeran su juicio y sabiduría (1 Reyes 11:4-10). Salomón perdió su discernimiento —su corazón se alejó de Dios y practicó el mal— lo que condujo al desastre.

Nosotros también debemos seguir obedeciendo para no perder el poder del discernimiento. Hebreos 5:13-14 dice que la madurez y el discernimiento son el resultado del “uso” y el ejercicio de la “palabra de justicia”.

El discernimiento no es un regalo permanente. Debemos usarlo o sino lo perdemos.

El Reino de Dios

La buena noticia es que un día en un futuro cercano, el bien triunfará sobre el mal. Jesucristo regresará a la Tierra, y por orden suya un ángel atará a Satanás (Apocalipsis 20:2). Satanás una vez engañó a Adán y Eva para que comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal, y el mundo entero siguió su ejemplo (Apocalipsis 12:9). Pero su gobierno terminará cuando Jesucristo regrese como Rey de Reyes y Señor de Señores (Apocalipsis 19:16).

Actualmente necesitamos discernimiento para saber la diferencia entre el bien y el mal. Pero en el futuro los Diez Mandamientos serán la ley del mundo. Los caminos de Dios serán enseñados universalmente, y a medida que todas las personas aprendan a obedecer las leyes de Dios, disfrutarán de paz y prosperidad (Isaías 2:3-4). No habrá más confusión entre el bien y el mal, y la humanidad tendrá acceso al árbol de la vida que ha sido ignorado (vea nuestro artículo “El árbol de la vida”).

¡Usted también puede ser parte de este maravilloso futuro! Después de pasar por el proceso del arrepentimiento y bautismo, deberíamos desear guardar los mandamientos, y seguir el consejo del apóstol Pedro: “Apártese del mal, y haga el bien” (1 Pedro 3:11). Dios promete la vida eterna a aquellos que estén dispuestos a cambiar su vida de esta manera (1 Juan 2:25).

Lo invitamos a estudiar adicionalmente lo que dice la Biblia acerca del plan de Dios para su futuro. ¡Estudie nuestros folletos gratuitos ¡Cambie su vida! y El Misterio del Reino.

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