El apóstol Pablo escribió: “a todos me he hecho de todo”. ¿Qué significa esto y qué impacto debería tener este principio en los cristianos en la actualidad?

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La Iglesia del primer siglo en Corinto estaba llena de problemas. Por lo menos un miembro estaba involucrado en una inmoralidad sexual muy evidente (1 Corintios 5:1).
Los creyentes se demandaban los unos a los otros (1 Corintios 6:1-6). Había una increíble falta de unidad (1 Corintios 1:10-13).
Fue a esta congregación tan llena de problemas que el apóstol Pablo declaró “a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:22).
¿Qué quiso decir exactamente con esta expresión y por qué le escribió esto a los corintios?
El mundo del primer siglo en Corinto
El apóstol Pablo trabajó y vivió en una sociedad pluralista, un crisol en el que se amalgamaban las culturas europeas y del Cercano Oriente. Estaba llena de contrastes y cada ciudad o pueblo que él visitaba presentaba nuevos desafíos a medida que predicaba el evangelio.
Corinto en sí mismo era un microcosmos del mundo romano, debido a que su ubicación en el istmo que conecta el mar Adriático y el mar Egeo hizo de él un puerto ideal. Como tal, Corinto experimentaba una continua influencia de personas, ideas y costumbres de todo el Mediterráneo.
No había una esfera del Imperio Romano donde hubiera contrastes más fuertes que en el de la religión. De hecho, “las nuevas religiones y los nuevos dioses fueron introducidos desde varios lugares” dentro del imperio, “la era del [Nuevo Testamento] fue un período de inestabilidad religiosa a todo lo largo del mundo grecorromano” (El comentario bíblico del expositor, vol. I, p. 494).
Como resultado de la Diáspora, o la dispersión de los judíos después del cautiverio babilónico, las creencias religiosas y las prácticas variaban enormemente incluso entre ellos mismos. Esas diferencias se reflejaban en la tensión entre los grupos religiosos tales como los fariseos y los saduceos.
¿Cómo se practica el “a todos me he hecho de todo”?
Cuando Pablo escribió: “a todos me he hecho de todo”, estaba describiendo su enfoque al predicar el evangelio. Su vida diaria le había enseñado este enfoque —desde una edad temprana él había sido expuesto a diferentes culturas, creencias y tradiciones.
Pablo siempre estuvo entre dos mundos. Aunque era, como dice Filipenses 3:5: “Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo”, él había nacido y había estado un tiempo en Tarso, un centro importante en “cultura helénica avanzada” (Michael Grant, San Pablo, p. 13). Además, era ciudadano romano por nacimiento (Hechos 22:28), algo muy raro entre los judíos.
Las experiencias de Pablo le permitían interactuar con personas de una gran variedad de procedencias. Él entendía que para lograr que las personas lo escucharan, era necesario establecer algo en común con ellos.
Los oradores modernos entienden este principio. En un artículo acerca de la persuasión, el escritor e instructor de Harvard, Carmine Gallo, asegura que: “la forma más fácil de cautivar a una audiencia es establecer una conexión personal con ellos” (Ink.com). Esto es verdad ahora y también era verdad en el primer siglo.
Cuando miramos más detenidamente los sermones de Pablo en el libro de Hechos, podemos ver este enfoque. (Este punto de vista también hace un recuento de algunas de las diferencias en las epístolas que él les escribió a las diferentes congregaciones.)
A los judíos
En el libro de Hechos, Lucas hizo un resumen de tres conferencias públicas dadas por Pablo. La primera la dió en Antioquía de Pisidia (no es lo mismo que Antioquía en Siria).
La Antioquía de Pisidia era un centro comercial importante, así como un punto militar y administrativo importante para los romanos en el Asia Menor.
Pablo habló en la sinagoga dándole forma a su mensaje para los judíos. Él estableció algo en común al revisar la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, mostrándoles a ellos cuánto señalaba esto a Cristo (Hechos 13:16-41).
Este resumen de la historia que compartió, hizo énfasis en lo que tenía en común Pablo con sus conciudadanos judíos. Irónicamente su mensaje tenía muchas similitudes con el discurso que Esteban dio ante el sanedrín (Hechos 7) antes de que fuera lapidado, ante Pablo (llamado entonces Saulo), quien estaba de acuerdo con su muerte (Hechos 8:1).
A los analfabetos
El segundo mensaje que Lucas resumió fue aquel que Pablo dio en Listra. Una aldea tranquila (Hechos 14:15-17). Aunque era gobernado por veteranos del ejército romano y comerciantes griegos ricos, el grueso de la población estaba conformada por iconianos nativos que no tenían educación.
Cuando Pablo sanó a un hombre que nunca había podido caminar (v. 8), la turba supersticiosa e ignorantemente concluyó que él y Bernabé eran dioses (vv. 11-12). Todo lo que ellos pudieron hacer fue impedir que la turba los adorara.
El mensaje que Pablo predicó a este grupo no incluyó la historia de Israel porque esto no hubiera significado nada para los iconianos. Él no habló acerca de la elevada cultura griega o la filosofía.
En vez de eso habló acerca del mundo natural subrayando el amor de Dios a través de las bendiciones naturales. Y exortó a las personas: “que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo” (v. 15).
A los filósofos
En un agudo contraste con los mensajes previos está el que Pablo dio en el areópago en la colina de Marte en Atenas. Esta colina era el asiento de la corte ateniense que “ejercía una labor de censura general en temas de religión y educación” (La enciclopedia de la Biblia de Zondervan, vol. 1, p. 298).
Lucas escribió lo que Pablo había acabado de hablar en la sinagoga y en el mercado (Hechos 17:17), pero no proveyó detalles de esos mensajes. En vez de eso, Lucas escribió un resumen de la defensa de Pablo en la corte ateniense.
En su conferencia, Pablo señaló que los atenienses habían reconocido que podría existir un Dios que les era desconocido (v. 23). Luego se lanzó a un discurso acerca del Dios verdadero, creador de todo y de todos (vv. 24 y 26).
En su mensaje Pablo citó brevemente a los poetas griegos (v. 28) para establecer una conexión. El primero, Epiménides escribió: “que en él nos vivimos y morimos y somos”. Y la segunda línea: “Porque linaje suyo somos” apareció en el poema de Aratus y Cleantes.
A todos me he hecho de todo
En estos ejemplos se evidencia que Pablo analizaba cuidadosamente a su audiencia cada vez que hablaba. Este enfoque, sin embargo, no estaba limitado a su actividad evangelística. Él lo vivía y exhortaba a los cristianos a que lo vivieran también.
La declaración de Pablo acerca de a todos hacerse de todo llega después de una discusión acerca de su papel como apóstol (1 Corintios 9:1-18). En su posición, él podría haber insistido en que los miembros lo respaldaran económicamente. Pero en vez de eso tuvo en cuenta sus situaciones y actitudes específicas y decidió no hacer esa exigencia. ¿Por qué? Pablo no quería “poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo” (vv. 12-13).
En este contexto fue que Pablo escribió: “a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (v. 22).
En esta epístola, sin embargo, es evidente que Pablo esperaba que los miembros en Corinto vivieran por el mismo refrán.
La carne ofrecida a ídolos
Una de los problemas en la Iglesia de Corinto que requería la atención de Pablo era la pregunta de si podían comer los alimentos ofrecidos a los ídolos (1 Corintios 8). Parte de esta carne terminaba vendiéndose en el mercado. Algunos miembros pensaban que era pecado comer de esta carne y la veían como algo espiritualmente contaminado.
Pablo les explicó que la carne que había sido ofrecida a los ídolos realmente no significaba nada porque los ídolos realmente no son dioses verdaderos (vv. 4-6). Sin embargo, había algo que era parte de la situación y había que tenerlo en cuenta. Algunos miembros no entendían la forma en que Pablo lo entendía y seguían teniendo problemas con eso.
Ellos pensaban que comer algo así era errado. Para esos miembros comer esa carne habría sido pecado porque comprometía su conciencia (Romanos 14:23). Ver a otro miembro de la congregación comer esa carne les habría causado problemas a esos miembros débiles y su conciencia sería contaminada (v. 7; lo invitamos a ver el artículo acerca de “Romanos 14” que también tiene que ver con el tema de 1 de Corintios 8).
Por supuesto, Pablo no pecó ni animó a nadie a pecar para ser aceptado por otros; sino que enfatizó la importancia de los mandamientos de Dios (1 Corintios 7:19). (Si desea ahondar acerca de lo que Pablo quiso decir “por estar bajo la ley” lo invitamos a descargar “La ley y la gracia: ¿Jesús contra Pablo?”.)
Pablo estaba exhortando a los corintios a abstenerse para no poner piedras de tropiezo ante sus hermanos y hermanas en Cristo (v. 9).
Una Iglesia en problemas
La Iglesia de Corinto necesitaba desesperadamente adoptar esta actitud. La congregación estaba profundamente dividida frente al liderazgo y otros temas. Los miembros estaban acusándose y llevándose a la corte en lugar de tratar de entenderse entre ellos.
No debe sorprendernos entonces que las palabras de Pablo estén registradas en una epístola a esta congregación tan llena de problemas. Ellos la necesitaban y nosotros también.
Este concepto de volverse todas las cosas a todos los hombres, es un concepto que debe perdurar. Era esencial para la predicación del evangelio en el primer siglo y también es esencial para la Iglesia moderna.
¿Qué significa “a todos me he hecho de todo” en estos tiempos modernos?
¿Qué puede decir acerca de usted? Este enfoque era relevante en la vida de Pablo, ¿lo es para usted?
Sí lo es. Nuestro mundo actual también está profundamente perturbado y está profundamente dividido. Seguir el ejemplo de Pablo de ponerse en el lugar de todos los hombres le ayudará a usted a conectarse con otras personas.
Este enfoque tiene que ver con nuestra disposición a mirar a través de los ojos de otras personas. Debemos considerar sus necesidades, sus temores, sus esperanzas y su nivel de entendimiento.
Esto significa escucharlos y aprender acerca de ellos, no sólo poner por delante nuestras ideas y planes. Más importante aún, significa amar a nuestros semejantes como nos amamos a nosotros mismos.