Lo que decimos en Internet dice mucho acerca de nosotros. ¿Los mensajes de nuestras redes sociales reflejan las cosas que le gustan a Dios —o las que aborrece?
Internet lleva la delantera de la gratificación instantánea. Con un solo clic, podemos comprar el último videojuego, descargar la canción más popular del momento o comprar un nuevo par de zapatos elegantes.
¡Podemos conseguir lo que queramos!
Además, incluso más rápido que comprar un producto en línea, también podemos compartir nuestras opiniones en un instante. Los usuarios de las redes sociales comparten imágenes y artículos que manifiestan opiniones acerca de la política, del matrimonio, de citas, de la crianza de los hijos y de muchos otros aspectos de la vida. Las redes sociales pueden ser un buen recurso para reír, animar a otros o discutir temas de actualidad. Sin embargo, muchas veces las publicaciones pueden ser desagradables y malintencionadas.
Como cristianos, debemos ser cuidadosos y amables al publicar y darles “me gusta” a los artículos y memes. ¡Eso dice mucho de nosotros!
La investigación del psicólogo Michal Kosinski muestra que los “me gusta” que usted da en Facebook pueden determinar qué tipo de persona es usted. Kosinski argumenta que los “me gusta” le dan a Facebook una imagen de quién eres realmente.
Sam Gosling, un psicólogo de la Universidad de Texas en Austin, comentó acerca del estudio, “Te ‘gusta’ algo. Dejas un comentario en el muro de alguien. Ahora quedan registradas de una manera que las máquinas pueden calibrarlas y medirlas con gran precisión. Juntos, se suman a una información considerablemente mayor con la cual se pueden hacer predicciones muy acertadas”.
Fred Wolens, el portavoz de Facebook, está de acuerdo. “No importa el vehículo para la información —una calcomanía en el carro, un letrero en el jardín, logotipos en la ropa u otros datos que se encuentran en línea— ya se ha demostrado que es posible para los científicos sociales sacar conclusiones acerca de los rasgos personales basados en estas características”.
¿Qué le gusta a Dios?
Cuando usted va a tomar la decisión de qué tipo de artículo o meme le gusta o comparte, la mejor pregunta que se puede hacer como cristiano es “¿Qué le gusta a Dios?” En la Biblia usted no va a encontrar nada de lo que se debe o no se debe hacer al usar las redes sociales. Sin embargo, hay algunos principios que podemos tener en cuenta para tomar una decisión sabia cuando compartimos o le damos un “me gusta” a las historias.
Veamos con lo que Dios está de acuerdo.
A Dios “le gusta” la justicia (los caminos de rectitud)
Si Dios fuera un usuario de Facebook, ¿estaría de acuerdo con el artículo que usted acaba de publicar? ¿Él y Jesucristo le darían un “me gusta” al meme que usted le acaba de dar “me gusta”?
El Rey David nos muestra lo que le gusta a Dios: “Porque tú, oh Eterno, bendecirás al justo; Como con un escudo lo rodearás de tu favor” (Salmo 5:12). Jesucristo también señaló la importancia que tiene la justicia para Dios (Mateo 5:6; 25:46).
¿Alguna vez se ha detenido a pensar lo que significa la justicia? Suena como una palabra teológica elegante. Pero, si Dios bendice a los justos, ¿no deberíamos esforzarnos por esa bendición?
La Biblia nos dice que es la justicia: “Hablará mi lengua tus dichos, Porque todos tus mandamientos son justicia” (Salmos 119:172). Ya que los mandamientos de Dios son justicia, es obvio que los cristianos debemos seguir y apoyar sus instrucciones. Además, si nosotros, como Abraham, obedecemos fielmente lo que Dios ordena, nuestras acciones también serán contadas por justicia (Santiago 2:21-23).
Claramente, no sólo se trata de pensar acerca de lo que es correcto —se trata de hacer lo que es correcto. En otras palabras, la justicia es la aplicación de los caminos de rectitud.
Como cristianos, al poner esto dentro del contexto de nuestra actividad en las redes sociales, lo que nos gusta y compartimos debería coincidir con los caminos de rectitud definidos por Dios. Para un estudio más detallado acerca de la justicia, por favor lea el artículo “La armadura de Dios: el yelmo de la salvación”.
Lo que no le gusta a Dios
Aborrecer es una palabra fuerte. Algunas personas incluso se pueden sorprender de que un Dios amoroso pueda aborrecer algo, pero la Biblia nos dice que sí. La palabra del idioma hebreo que se traduce como odio en español es sane, e implica tener un enemigo.
A Dios le agrada que nos esforcemos para que la justicia haga parte de nuestra vida. A Dios le encanta ver a los seres humanos que muestran respeto y amor por los demás.
A continuación, mencionaremos algunos comportamientos a los que Dios se opone. Obviamente Dios aborrece todo el pecado y la maldad. Pero aquí hay algunas escrituras que nos dan una imagen más clara de algunas de las cosas que deben ser eliminadas de nuestra conducta para que Dios nos dé un “me gusta”.
Orgullo
El orgullo ha existido durante mucho tiempo en la historia de la humanidad. Los celos de Caín por la ofrenda de Abel fueron un factor determinante en el primer asesinato. Desde entonces, el orgullo llegó de muchas formas y maneras —¡y todavía existe!
Como cristianos, tenemos que trabajar activamente para sacar el orgullo de nuestra vida —incluyendo nuestras redes sociales. Casi sin saberlo, las personas se pueden ver involucradas en discusiones acaloradas debido a una publicación, un meme o un artículo. ¿Ha estado alguna vez en esa situación? ¿Recuerda ese sentimiento de ira que tuvo mientras escribía frenéticamente, presionaba la tecla “intro” y enviaba su punto de vista? ¿Sintió que “se le subían los humos” en ese momento?
Jesucristo tocó el punto crucial del asunto: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:21-23, énfasis añadido).
Es muy posible que lo que usted sintió haya sido orgullo. Publicar o dar un “me gusta” a cualquier cosa en las redes sociales que degrada a otro ser humano o que lo hace sentir a uno más inteligente que los demás es orgullo. No se deje engañar. El orgullo no es una buena cualidad. Como cristianos, debemos evitar estas actitudes destructivas.
La boca perversa
Desplazarse a través de Facebook u otros tipos de redes sociales puede ser como navegar por un campo minado. Para muchos, insultar es sólo un medio de comunicación y no es difícil darse cuenta. Los que nos estamos esforzando por vivir el camino de vida de Dios debemos limpiar las palabras que decimos o escribimos.
El rey Salomón escribió: “El temor del Eterno es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco” (Proverbios 8:13). Aunque sabemos, a nivel personal, que no debemos insultar o blasfemar, podemos pensar que eso no se aplica a lo que nos gusta y compartimos en redes sociales. ¿Es esto cierto?
Santiago, el medio hermano de Jesús, escribió acerca de la lengua humana: “pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así” (Santiago 3:8-10).
Como una extensión de nuestra lengua, lo que escribimos debe ser consecuente con nuestras palabras en las conversaciones, del agrado de Dios, que tenemos con las demás personas. Debemos pensarlo dos veces antes de compartir y darle un “me gusta” a algo que muestre perversidad o sea una blasfemia de cualquier tipo.
Mentiras
Dios nos ordena no mentir (Éxodo 20:16). Ahonda más en el tema y dice que aborrece la mentira (Proverbios 6:16-17; Zacarías 8:17). De nuevo, este es un mandamiento fácil de entender. Sin embargo, con demasiada frecuencia se comparte un artículo o meme en Internet en el que la información es distorsionada o totalmente falsa. Por alguna razón, los autores de este tipo de publicaciones atraen la atención de miles de usuarios de redes sociales desinformados. El resultado es una mentira que se propaga como el fuego.
Para protegernos de ser parte de las mentiras y los informes falsos, tengamos en cuenta lo que escribió el rey Salomón: “Al que responde palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio” (Proverbios 18:13). Puede ser realmente vergonzoso compartir un artículo que resulta ser una broma o una mentira. Salomón, por inspiración de Dios, nos dice que usemos la sabiduría y el discernimiento antes de sacar conclusiones.
Tales artículos suelen ser habladurías y chismes. A lo largo de las escrituras, hay advertencias acerca de participar en este tipo de actividades (Proverbios 16:28; Mateo 12:36; Efesios 5:4). Desafortunadamente, las redes sociales ofrecen bastantes oportunidades para tales cosas.
Dios quiere que compartamos buenas historias y disfrutemos de las amistades personalmente y a través de las redes sociales. Hay maneras de tener una mejor experiencia en línea siguiendo los principios de Dios y evitando los errores mencionados anteriormente. La clave es poner a Dios en primer lugar —incluso cuando se trata de las redes sociales.
Lo que Dios ama...
A Dios no sólo “le gusta”... Él ama. Y su amor es mucho más de lo que podemos imaginar (Juan 3:16). Dios quiere que sigamos sus instrucciones en cada aspecto de nuestras vidas. Dios escribió las leyes que nos guían a la felicidad (Proverbios 29:18).
A Dios le agrada que nos esforcemos para que la justicia haga parte de nuestra vida (Salmos 11:7). A Dios le encanta ver a los seres humanos que muestran respeto y amor por los demás (Juan 13:35; 1 Juan 4:20-21; Santiago 2:8). ¿Qué mejor manera de demostrar que lo amamos que haciendo lo que Él nos dice que hagamos? (Juan 14:15; 15:10)
Un conocido meme (que se muestra al principio de este artículo) se ha abierto camino en redes sociales, y su mensaje es importante para que los cristianos lo recuerden:
¡PIENSE antes de publicar algo! ¿Es eso...:
- ¿Cierto?
- ¿Útil?
- ¿Inspirador?
- ¿Necesario?
- ¿Amable?
Queremos agradarle a la gente. Especialmente queremos agradarle a Dios. Y, si queremos que Dios nos ame, debemos hacer lo que a Él “le gusta”.