El tiempo encuentra la manera de escaparse de nuestras manos. Siempre habrá algo que compita por nuestra atención. Si queremos seguir a Dios, necesitamos apartar tiempo para Él.

Imagen proporcionada por kieferpix a través de Getty Images.
“Todos tenemos las mismas 24 horas en un día” es una de esas cosas que la gente dice sin pensar en lo impreciso que es.
Es cierto, un día tiene 24 horas, pero variables como su familia, su comunidad, su trabajo, su ubicación geográfica, su estatus socio- económico y su salud determinan cuán flexibles son esas horas y lo que puede hacer con ellas.
Si no lo cree, intente decirle a una madre soltera con tres hijos y dos empleos que tiene las mismas 24 horas que un soltero millonario con un fideicomiso sin fondo. O dígale a un agricultor que siembra para subsistir en Ghana que tiene las mismas 24 horas que un inversionista en Nueva York. O dígale a un anciano retirado con movilidad reducida que tiene las mismas 24 horas que un adolescente en vacaciones.
El punto es: mis 24 horas y las suyas pueden ser las mismas en duración, pero casi puedo garantizar que no tienen la misma proyección.
Lo que importan son los principios, no los números
En este artículo, hablaremos acerca de cómo organizar nuestro tiempo con propósitos espirituales. Pero pienso que es importante comenzar nuestra discusión con la premisa de que no todos tenemos las mismas 24 horas en un día. Para algunos de los lectores, apartar un gran bloque de tiempo para estudiar la Biblia cada día puede ser algo trivial. Pero para otros, puede ser una pesadilla logística.
Es por eso que no hablaremos acerca de números.
Hablaremos acerca de principios.
Nuestra relación con Dios requiere de esfuerzo
Pasar tiempo con Dios y estudiar su Palabra es importante.
¿Cómo apartará tiempo para Dios hoy?
No, no sólo importante. Es vital. Cuando nuestra relación con Dios se debilita, también se debilita nuestra salud espiritual; y, sin esa relación, no tenemos esperanza de un futuro más allá de esta vida ni tendremos cómo cumplir nuestro propósito en la vida presente.
La oración, el estudio de la Biblia, la meditación, el ayuno y el compañerismo cristiano son herramientas útiles para mantener nuestra conexión con Dios (tan valiosas que escribimos un libro entero acerca de ellas). Pero si usted se parece por lo menos un poco a mí, no necesita que lo convenzan de por qué son importantes.
Necesita saber cómo encontrar tiempo para ellas.
No espere que llegue el tiempo —es necesario que lo aparte
La respuesta no es complicada, pero tampoco es fácil.
Nunca vamos a encontrar el tiempo.
La vida no funciona así, al menos en mi experiencia. Los “afanes de esta vida” sobre los que Cristo advierte en Lucas 21:34 son como un gas: si les damos espacio, se expanden hasta llenarlo.
La cantidad perfecta de tiempo para dedicarle a Dios no va a simplemente aparecer en su calendario. Siempre habrá algo más que requerirá su atención, y cualquier vacío se llenará con el próximo punto urgente en su lista de tareas.
Si queremos dedicar tiempo a Dios, necesitamos apartarlo.
Con toda la intención, de una forma específica y deliberada.
Las metas no funcionan sin sistemas
James Clear, autor de Hábitos atómicos, tiene mucho que decir acerca de cómo formar un hábito positivo. En su libro explica: “No te elevas al nivel de tus metas. Desciendes al nivel de tus sistemas. Tu meta es el resultado deseado. Tu sistema, el conjunto de hábitos diarios que te llevará hasta él”.
“Quiero mejorar mi estudio de la Biblia” es una meta.
Pero “pasaré 30 minutos cada mañana después de desayunar leyendo tres capítulos de la Biblia” puede convertirse en un hábito —parte de un sistema que lo conducirá a su meta.
James Clear también aconseja “acumular” los hábitos que deseamos formar con hábitos que ya tenemos. No sólo diga que lo hará en la tarde, diga que lo hará justo después de cenar o inmediatamente después de cepillarse los dientes.
Con ese propósito, hemos creado una plantilla que puede usar para planificar los hábitos que le gustaría formar. Sea específico acerca de lo que hará y cuándo (tomando en cuenta lo que es capaz de hacer con sus 24 horas), y puede comenzar a crear los hábitos que lo conducirán a sus metas.
{image_1}
Esforcémonos, aunque las condiciones no sean las ideales
No puedo decirle cuánto tiempo apartar ni cuándo hacerlo, pero sí puedo asegurarle que probablemente tendrá que ajustar algunas cosas.
Tal vez signifique levantarse un poco más temprano o acostarse un poco más tarde. Tal vez tenga que ser creativo con su hora de almuerzo o mientras sus hijos duermen la siesta. Tal vez necesite revisar su horario diario y ver si hay alguna actividad que pueda eliminar o acortar.
(Si prepara su almuerzo la noche anterior, ¿tendría algo de tiempo en las mañanas para hablar con Dios? Si hay un programa que le gusta ver en las tardes, ¿puede comprometerse a leer un capítulo de la Biblia antes de comenzar a verlo? ¿Tiene 15 minutos durante el día en los que podría salir a caminar y meditar?).
No será perfecto. Incluso con las mejores intenciones, los altos y bajos de la vida dificultarán que sea consistente. Pero, sabiendo lo vital que es dedicar tiempo a Dios, debemos seguir esforzándonos hasta que se convierta en un hábito que perdure.
Tal vez sus 24 horas no son tan flexibles como quisiera. Tal vez no hay espacio para la sesión larga e ininterrumpida de estudio y oración que le gustaría tener. Pero no se trata de todo o nada. Encuentre lo que puede hacer, y haga eso.
¿Cómo apartará tiempo para Dios hoy?
Descubra más acerca de cómo fortalecer su relación con Dios en nuestro libro gratuito Cinco herramientas para el crecimiento espiritual.