Algunas decisiones en la vida se hacen después de una reflexión cuidadosa. Otras son simplemente en el momento, pero pueden tener un impacto duradero. ¿Qué pasa con su decisión más importante en la vida?
Es imposible contar el número de decisiones que tomamos a diario —los cálculos van desde 600 hasta 35,000. Constantemente estamos clasificando y analizando asuntos tan simples como escoger un par de medias para el día o tan complicados como decidir si aceptar ese nuevo trabajo y mudarnos de ciudad.
Escogemos que tipo de carro comprar, a que universidad ir, en que vecindario vivir o si comprar un vestido azul o uno gris. Nosotros decidimos con quien casarnos, que tipo de entretenimiento disfrutar y que vamos a almorzar.
De hecho, tomamos la mayoría de nuestras decisiones estando en piloto automático —como una cuestión de hábito o de conciencia superficial.
Las decisiones trascendentales y de cuidado las tomamos basados en el conocimiento y sabiduría que ganamos a través de la experiencia, educación o consejos personales. Pero existe una determinación de fondo que es mucho más importante —una que establece una base firme que conduce a decisiones sensatas en todo lo que hacemos. Y, tan importante como puede ser, no se basa en un conocimiento o sabiduría que podamos adquirir por nuestra cuenta.
La decisión más importante que podemos tomar en la vida, es la de escoger la vida. En otras palabras, para decidir acerca de las creencias fundamentales que moldearán nuestro carácter y definirán nuestro propósito —las normas y los valores que determinan la forma en que vivimos día a día, qué creemos, dónde estaremos al final de nuestra vida y más importante aún, qué va a pasar después.
Un camino que parece correcto
Nadie tiene la intención de tomar una mala decisión. Pero algunas veces, nuestras decisiones no salen como esperábamos. ¿Cuántas veces hemos dicho: “Si yo hubiera sabido en ese momento lo que sé ahora”?
¿Cuál es la base implícita de las mejores decisiones?
En Proverbios 14:12, se revela un principio profundo que deberíamos considerar: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.
Este es un pensamiento sorprendente. Al principio, podríamos rechazar este concepto para evitar reconocer que nuestras mejores, las más cuidadosas y más razonables decisiones nos seguirán llevando hacia la muerte. Pero si esta escritura es cierta, entonces hay algo muy importante que debemos aprender a la hora de tomar decisiones. ¿Existe una mejor forma de hacerlo? Pero, si hay un camino que lleva a la muerte, entonces, ¿hay un camino que lleva a la vida? Y, si hay un camino que lleva a la vida, ¿cómo podemos alcanzarlo?
El profeta Jeremías lo dijo de esta manera: “Conozco, oh Eterno, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. Castígame, oh Eterno, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles” (Jeremías 10:23-24). También llegó a la conclusión de que nosotros no tenemos dentro de nosotros mismos cómo determinar la mejor manera de vivir. Y profundiza aún más en este concepto —Dios es el único que nos puede dar la corrección y la dirección que necesitamos.
Otro de los proverbios reúne estos dos pensamientos, animándonos a dejar a un lado el razonamiento humano y aplicar las instrucciones de Dios: “Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme al Eterno, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos” (Proverbios 3:6-8).
Estas escrituras dejan muy claro que la decisión más básica e importante que podemos tomar en la vida, es decidir buscar la instrucción y corrección de Dios. Cuando tomamos esa decisión, podemos establecer una base sólida sobre la cual podemos construir nuestra vida.
El punto de partida
Las definiciones de “sabiduría” y “entendimiento” de acuerdo con el Antiguo Testamento, son claves fundamentales para tomar las mejores decisiones en nuestra vida. Proverbios 3:13-14 dice: “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia; Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, Y sus frutos más que el oro fino”.
Una definición para la traducción del hebreo de la palabra “sabiduría” es ser hábil y práctico. Lo que significa que una persona con sabiduría demuestra habilidades para tomar decisiones prácticas. La palabra “entendimiento” significa tener visión y percepción.
Las personas que se vuelven ricas, ejercitan un nivel de la sabiduría humana —toman decisiones financieras sólidas. “Plata y oro” representan una manera de medir logros, pero la prosperidad física no garantiza la felicidad o el verdadero éxito. Este pasaje dice que existe un tesoro más valioso que cualquier cosa física. La sabiduría y el entendimiento según Dios le dan a la persona una visión y una percepción para tomar decisiones prácticas y ser hábil en la vida —en otras palabras, tomar decisiones correctas en la vida.
Pero, ¿Cómo podemos alcanzar este tipo de sabiduría y entendimiento?
Nosotros asociamos la sabiduría con la edad y la experiencia —crecemos a través de nuestros logros y fracasos— “vivimos y aprendemos”. Pero existe una fuente de sabiduría incluso mejor que nuestras experiencias o las de los demás: “El principio de la sabiduría es el temor del Eterno” (Salmos 111:10). El temor del Eterno significa venerar, respetar y estar temerosos de Dios; apreciar, reconocer y adorar a Dios. El temor del Eterno es el primer paso para ser hábil en la vida.
La conclusión es, que cuando seguimos el camino de Dios en lugar de seguir el nuestro, vamos a estar en una posición para tomar decisiones significativas que van a repercutir en toda nuestra vida. El primer versículo del siguiente salmo sigue con la idea: “Bienaventurado el hombre que teme al Eterno, y en sus mandamientos se deleita en gran manera” (Salmos 112:1).
El entendimiento también puede llegar a través de la experiencia práctica de aplicar información y conocimiento. Pero así como la sabiduría viene a través del temor de Dios adecuado, el entendimiento es el resultado de la obediencia a Dios. Salmos 11:10 continúa diciendo: “Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos”. Aquéllos que obedezcan a Dios van a tener visión y percepción —la habilidad de reconocer, procesar o comprender una situación, y llegar a la mejor conclusión.
En Salmos 119:105, se nos asegura que, “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. En ocasiones, la vida puede parecer un laberinto oscuro y confuso, lleno de obstáculos y peligros. A menudo simplemente no sabemos qué camino tomar. Cuando respetamos y honramos a Dios obedeciendo sus instrucciones, Él promete darnos sabiduría y alumbrar nuestro camino de vida.
El punto es, que este nivel de sabiduría y entendimiento es el resultado de una decisión fundamental en la vida: obedecer a Dios. La conclusión es, que cuando seguimos el camino de Dios en lugar de seguir el nuestro, vamos a estar en una posición ideal para tomar decisiones significativas que van a repercutir en toda nuestra vida.
La decisión es nuestra
No necesitamos las profundidades de la sabiduría de Salomón para escoger un pan o un protector de pantalla para el celular. Pero no siempre es tan simple. Con frecuencia nos enfrentamos a desafíos en los cuales tenemos que ejercer sabiduría y entendimiento. Para hacer esto correctamente, debemos comenzar con la primera y más básica decisión —escoger el camino que conduce a la vida.
Hace mucho tiempo, Dios instó a su pueblo Israel para que tomara la decisión más importante de la vida. En Deuteronomio 30:15-16 leemos sus palabras: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames al Eterno tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y el Eterno tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella”.
En el versículo 19 él concluye ese pensamiento: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.
El rey David dice en Salmos 19:7: “La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma; El testimonio del Eterno es fiel, que hace sabio al sencillo”. Estas escrituras nos muestran que la ley de Dios es completa y verdadera y que Él quiere que seamos bendecidos. A través de su ley, Dios renueva y restaura nuestras vidas y le da sabiduría al inexperto.
De las miles de decisiones que tomamos constantemente, hay una que debemos tomar a diario conscientemente y con determinación —escoger la vida, aprender a temer y a obedecer a Dios, a través de quien podemos recibir sabiduría y entendimiento.
Para una visión más clara para establecer la base y tomar la decisión más importante de su vida, lea los artículos en la sección: “Vida cristiana: una vida a la manera de Cristo”.