Este año, las Olimpiadas traerán nuevas historias de triunfo. Pero pocas historias pueden compararse con la del equipo de remo americano que tanto impresionó al mundo en las Olimpiadas de Berlín en 1936.
En la primavera del 2007, el autor Daniel James Brown trepó la cerca que separaba su terreno de la propiedad adjunta, porque su vecino de 93 años, Joe, estaba muriendo.
Joe Rantz era uno de los dos únicos miembros vivos del equipo de nueve que sorprendió al mundo del remo a principios de los años treinta, especialmente en las Olimpiadas de Berlín del año 1936.
El Husky Clipper y su tripulación
Las muchas conversaciones de Brown con Joe Rantz y su hija dieron paso a uno de los libros más cautivadores que he leído y releído. Su investigación también incluyó entrevistas con familiares de otros miembros del equipo, acceso a sus diarios personales, viajes a Alemania para conocer el lugar de la carrera, acceso a archivos de video de las Olimpiadas de 1936 y mucho más.
Remando como un solo hombre: la historia del equipo de remo que humilló a Hitler fue publicado por primera vez en inglés en el 2013. La serie de PBS American Experience luego hizo un documental titulado The Boys of ’36 [Los chicos del ‘36] en el 2016, y el 25 de diciembre del 2023, se lanzó una película basada en la historia.
El magnífico Husky Clipper, un bote de 19 metros, aún hace voltear cabezas en el comedor del complejo de remo Conibear Shellhouse, en el campus de la Universidad de Washington. Los estudiantes sonreían al verlo cuando pasaban al lado de mi esposa y mío en nuestra visita en el 2018.
Toda su tripulación se ha ido ahora, pero si tan solo el Husky Clipper pudiera hablar . . .
Un estudio y sala de descanso adyacente contiene algunos recuerdos relacionados, incluyendo varias medallas de oro. Las medallas no sólo son de las Olimpiadas, sino también de Campeonatos Nacionales de Colegiados de Poughkeepsie, Nueva York (de cuatro años: 1934, 1935, 1936, 1937).
Cuando remaban juntos, tres de los miembros del legendario equipo olímpico (Joe Rantz, Roger Morris y George “Shorty” Hunt) nunca perdían una carrera competitiva. Un escritor estimó que cada uno de ellos debió haber dado aproximadamente 470.000 brazadas durante cuatro años de entrenamiento.
¿Qué lecciones podemos sacar de esta inspiradora historia de seres humanos en busca de la excelencia?
Un objetivo familiar
Cuando Brown le pidió a Joe Rantz permiso para escribir la historia del equipo, el viejo remero accedió a más entrevistas y le ofreció su ayuda y cooperación con una condición: “La historia tiene que ser acerca del bote”.
Al principio Brown no entendía por qué, pero luego comprendió. Joe no quería que se tratara sólo de él. Al buscar el mismo objetivo, esos nueve hombres excepcionales se unieron en una profunda relación de familia.
¿No es ése el propósito central del plan de Dios para sus hijos? En sólo cuatro versículos, el autor de Hebreos se refiere a los cristianos como “hijos” y “hermanos” cuatro veces (Hebreos 2:10-13).
El versículo 11 lo resume todo: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos” (énfasis añadido).
Los cristianos han sido llamados a convertirse en hijos e hijas de Dios —a ser parte de su familia glorificada como coherederos de Cristo (Romanos 8:14-18; 2 Corintios 6:18).
La relación construida por esos nueve hombres, duró toda la vida. Pero incluso es más inspirador el propósito del plan de Dios para ellos y toda la humanidad: ¡tener una relación de familia por la eternidad!
Nada que valga la pena se consigue fácil
Las explicaciones de Brown acerca de las demandas físicas del remo competitivo (incluyendo la falta de oxígeno y la acumulación de ácido láctico) son impresionantes:
“El denominador común de todas estas afecciones —ya sean de los pulmones, los músculos o los huesos— es un dolor insoportable . . . No se trata de si va a doler o de cuánto va a doler, sino de qué harás mientras el dolor te tenga entre sus manos y si lo harás bien” (p. 40).
Las palabras de Pablo para Timoteo vienen a la mente: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo… el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente” (2 Timoteo 2:3, 5).
Cristo enseñó que el camino a la familia de Dios no es fácil. ¿Tenemos la determinación necesaria para obedecer a Dios en un mundo que se dirige en la dirección opuesta?
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Ser parte de algo más grande
En 1933, el entrenador de remo de primer año de la Universidad de Washington se dirigió a los remadores aspirantes. Tom Bolles “a veces hablaba de experiencias transformadoras. Ofrecía la perspectiva de formar parte de algo más grande que ellos mismos. . . [de experimentar] momentos que recordarían, atesorarían y les contarían a sus nietos cuando fueran viejos. Momentos que incluso los acercarían más a Dios” (p. 41).
Su discurso nos recuerda lo que Pablo les dijo a los cristianos en Éfeso: que eran parte de un edificio, un templo santo, construido sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, con Jesucristo mismo como la piedra angular (Efesios 2:19-22).
¿Existe alguna causa física mayor que ésta?
La humildad es crucial
¿Cuál es la primera escritura que se le viene a la mente cuando piensa en el llamamiento de Dios? ¿Tal vez esta?:
“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios… lo débil del mundo. . . y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios” (1 Corintios 1:26-28).
¿Por qué dijo esto Pablo? ¿Para criticar, desanimar o avergonzar a los escogidos? No, sino justo lo opuesto. La elección de Dios “avergüenza” a los arrogantes poderosos de este mundo, pues demuestra su poder a través de sus hijos humildes y sumisos. ¡El poder de Dios fortalece los dones que Él les ha dado a sus hijos!
¿Cuál es el propósito de esto? “A fin de que nadie se jacte en su presencia” (v. 29).
Brown escribe lo siguiente acerca del equipo de Joe: “Los desafíos que enfrentaron juntos les enseñaron humildad —la necesidad de someter sus egos pensando en el bien del bote como un todo— y la humildad era la puerta común a través de la cual ahora podían unirse y comenzar a hacer lo que no habían podido hacer antes” (p. 241).
El enemigo no juega limpio
En las Olimpiadas de 1936, el equipo de remo de la universidad de Washington ganó fácilmente la carrera de calentamiento de 2.000 metros, estableciendo un nuevo récord mundial de 6 minutos y 0,8 segundos. Según la tradición de las Olimpiadas, deberían haber recibido el carril más favorable para el evento final. Pero no fue así.
Los oficiales de las Olimpiadas de Berlín pusieron al equipo americano en el peor carril. ¡Tendrían que sobreponerse al viento y las aguas agitadas durante casi 1.500 de los 2.000 metros!
“[Era] lo opuesto al procedimiento habitual, en el que a los que se clasificaban con el tiempo más rápido les correspondían los carriles más favorables . . . los mejores carriles eran los resguardados, más cercanos a la orilla: los carriles uno, dos y tres; los carriles menos favorables eran los carriles cinco y seis . . . [La asignación de carriles] le dio los carriles protegidos al país anfitrión y a su más estrecho aliado y los peores carriles a sus futuros enemigos. Era muy sospechoso” (p. 334).
Carril uno: Alemania. Carril dos: Italia. Carril seis: Estados Unidos. ¿Le recuerda esto a las tácticas del archienemigo de Dios, que intenta distorsionar la verdad para sus propósitos (Mateo 4:1-11; Génesis 3:4-5)?
¡Pero el equipo estadounidense ganó de todas maneras!
Y con la ayuda de Dios, nosotros también podemos ganar.
Debemos hacer lo imposible
En el último y más tortuoso tramo de la carrera, el equipo americano alcanzó un ritmo estimado de 44 brazadas por minuto, ganándole a Italia por seis décimas de segundo. El tercer lugar, Alemania, llegó a la meta cuatro décimas de segundo después que Italia. Los tres botes cruzaron la línea de meta en cuestión de un segundo.
El equipo americano nunca había remado con tanta rapidez y eficacia. Pero para ganar la carrera, tuvieron que hacer lo que parecía imposible.
¿Han tenido que hacer algo así los siervos de Dios? Ciertamente. ¡Incluso podríamos decir que “son gajes del oficio”!
¿Qué podemos decir de los tres hombres en el horno de fuego? ¿O de los israelitas que caminaron a través del Mar Rojo? ¿O de Pedro caminando sobre el agua?
En nuestros desafíos espirituales, Dios hace posible lo imposible (Mateo 19:26).
¿Estamos preparados?
Cumplir el propósito que Dios tiene para nosotros le da sentido a nuestra vida
Joe Rantz se sintió profundamente conmovido por su victoria olímpica. Había sido abandonado por su familia y se sentía como un forastero, un alma solitaria. El “equipo de remo” le dio un propósito, una familia y honores físicos.
En lo más profundo de su existencia, a la humanidad le falta algo fundamental.
Desde el huerto de Edén, hemos estado separados del árbol de la vida.
Pero el plan de Dios nos da la oportunidad de cambiar esto: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida” (Apocalipsis 22:14, énfasis añadido).
Dios nos restaurará, renovará y completará su obra en nosotros como sus hijos amados. ¡Ése es nuestro maravilloso futuro!