De la edición Septiembre/Octubre 2022 de la revista Discernir

Hierro con hierro se aguza

¿Cómo podemos llegar a ser personas con “agudeza espiritual” y mantenernos así? La Palabra de Dios y el ejemplo de Jesucristo nos enseñan cómo podemos serlo.

La Palabra santa de Dios (la Biblia) es un tesoro de lecciones, directrices, citas e instrucciones que podemos usar para dirigir nuestra vida.

Un pasaje que considero muy importante para nuestro cristianismo es Proverbios 27:17: “Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo”. O como dice la Nueva Versión Internacional: “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre”.

Este versículo relativamente corto tiene mucho que decir acerca de la forma en que debemos andar por el camino cristiano. También es muy revelador acerca de lo que debemos considerar cuando determinamos la clase de influencia que tenemos de otros y la influencia que otros tienen sobre nosotros.

El concepto de aguzar el hierro

La analogía se basa en una práctica que comenzó durante la Edad del Hierro. Cuando el hierro empezó a utilizarse y, más específicamente, a transformarse en armamento, se desarrollaron ciertos procesos que permitían trabajarlo de una forma más efectiva.

Veamos dos de ellos que se relacionan con la analogía de “hierro aguza a hierro”:

1.El proceso de forjar

Cuando se forjaba una herramienta o un arma de hierro, el hierro era calentado a temperaturas que lo hacían maleable. Cuando alcanzaba una temperatura lo suficientemente alta, se golpeaba con un martillo también de hierro. Los golpes del martillo sobre el hierro caliente permitían afilarlo a través del proceso de martillar, doblar, enfriar, recalentar y volver a martillar. Si el hierro se trabajaba bien, el proceso produciría una herramienta afilada. Pero era necesario golpearlo muchas veces con el martillo para transformarlo en un instrumento o un arma.

2. El proceso de mantenimiento

Cuando ya tenían las herramientas de hierro, tales como una espada, al parecer se afilaban frotando sus bordes contra otro instrumento del mismo material. Si bien es difícil encontrar registros históricos al respecto, el versículo en Proverbios indica que era una práctica conocida. Para mantener el borde afilado, las espadas, los cuchillos y los otros instrumentos se frotaban contra otro objeto de hierro.

Debemos ser forjados

Como cristianos, debemos esforzarnos por seguir los estándares de Dios. Esto implica reconocerlo a Él como nuestro Padre celestial, a Cristo como su Hijo primogénito y a su Palabra como el fundamento que nos enseña cómo vivir (Salmos 111:10).

Las Escrituras también dicen que ser un cristiano conlleva responsabilidades. Mientras esperamos el regreso de nuestro Salvador, Jesucristo, debemos hacer la obra que Dios nos ha encomendado como siervos sabios y fieles (Mateo 24:46). En 1 Corintios 3:13 leemos que “la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará”.

Vivir de acuerdo con los estándares de Dios es ser forjados por su fuego. Así como el hierro se calienta para hacerlo maleable y luego se moldea, nosotros también debemos alcanzar el punto en el que podamos ser moldeados por el fuego de Dios —su Palabra— el cual nos da forma según su voluntad. Jeremías 23:29 nos recuerda acerca de esto: “¿No es mi palabra como fuego, dice el Eterno, y como martillo que quebranta la piedra?”.

En cierta forma, la Biblia es como un martillo forjador; es el instrumento que usamos para sacar nuestras impurezas —el que nos revela las verdades de Dios y nuestros pecados para que seamos unas personas con agudeza espiritual. Si no usamos la Palabra de Dios, no podemos convertirnos en instrumentos de justicia (Romanos 6:13).

Permanecer como personas con “agudeza espiritual”

Todos hemos escuchado la frase: “Si quieres tener éxito, júntate con personas exitosas”; o su variación: “Si quieres ser feliz, júntate con personas felices”.

Hay mucha verdad en este refrán, así que no debería sorprendernos el hecho de que Dios hablara acerca de este concepto mucho antes que los hombres. Una versión de este refrán inspirada en Proverbios 27:17 probablemente diría algo así: “Si quieres ser alguien con agudeza espiritual, júntate con personas que también lo sean”.

Esto no significa que una persona no pueda llegar a ser alguien con agudeza espiritual por su cuenta, de ser necesario. Sin embargo, hay beneficios obvios cuando compartimos la tarea con alguien que piensa como nosotros. En Eclesiastés 4:9-10 leemos: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero”.

{pull_qute_1}Si nos cuesta mantener nuestra agudeza espiritual. Podemos charlar con ellas, comentar las Escrituras, tal vez hacer estudios bíblicos juntos, o incluso hablar acerca de las áreas en las que comenzamos a sentirnos inseguros y necesitamos que nos ayuden. O tal vez podemos ser ese borde afilado para alguien más.

Sea cual sea el nivel de crecimiento espiritual en que nos encontremos, podemos beneficiarnos de estar con personas con agudeza espiritual. Al mismo tiempo, nosotros debemos esforzarnos por ser útiles para los demás. Dios reconoce lo valioso que es para sus hijos tener esta clase de relación entre ellos (Malaquías 3:16).

¿Por qué importa que seamos personas con agudeza espiritual?

En ocasiones tal vez nos veamos rodeados de personas que no tienen tanta agudeza espiritual como otras. Podríamos encontrarnos en una situación en la cual las personas a nuestro alrededor le hacen poco o nada de énfasis a su (o nuestra) condición espiritual.

Si éste es el caso, es muy importante que evaluemos nuestra situación y determinemos si ésa es la clase de influencia que deberíamos recibir. Dios dice que debemos mantenernos lejos de las personas inmorales e injustas. De hecho, la Biblia nos enseña que debemos evitar tener amistades cercanas con personas así (1 Corintios 5:11).

Si nuestras circunstancias nos impiden alejarnos de una persona injusta, un pariente o compañero de trabajo, por ejemplo, se vuelve aún más importante que tratemos de acercarnos lo más que podamos a otros que sí tienen agudeza espiritual. En situaciones difíciles, podemos fortalecernos si tenemos personas fuertes a nuestro lado (1 Samuel 23:16).

Cómo ayudarnos mutuamente a ser personas con agudeza espiritual

Es una bendición saber que tenemos la Palabra de Dios como guía para todos los aspectos de nuestra vida (2 Timoteo 3:16-17). Y es nuestra responsabilidad usar la Biblia como una herramienta para desarrollar agudeza espiritual. Pero también debemos recordar que el Cuerpo de Cristo está compuesto por muchos miembros. ¡La Iglesia de Dios es un cuerpo de creyentes! Es importante que estemos juntos como tal y crezcamos en unidad —que nos desarrollemos como uno.

Incluso cuando no tenemos la oportunidad de estar con todo el cuerpo, puede ser de mucho provecho espiritual que un par de creyentes tengan la oportunidad para compartir.

Cristo sabía que para sus seguidores —los cristianos— sería muy importante permanecer unidos a medida que el tiempo pasara y la vida se volviera cada vez más difícil. Sabía que nos necesitaríamos los unos a los otros para permanecer con agudeza espiritual. Por eso la Biblia nos instruye acerca de “[considerarnos] unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”, y también acerca del peligro de no congregarnos (Hebreos 10:24-25).

Debemos mantenernos con agudeza espiritual

Para que un instrumento de hierro pueda aguzar a otro, debe existir un roce. Pero no sólo deben juntarse, sino que además ambos deben haber sido afilados previamente.

Somos forjados por la Palabra de Dios. Nos convertimos en cristianos con agudeza espiritual cuando leemos, entendemos y practicamos los testimonios, los mandamientos, las instrucciones y los estatutos de Dios, y también cuando usamos el ejemplo de Cristo como nuestra guía para todo lo que hacemos. ¡Hebreos 4:12 describe la Palabra de Dios como un instrumento muy afilado! 

Sin embargo, también nos necesitamos unos a otros. Nos beneficiamos de la justicia de quienes nos rodean, y permanecemos con agudeza espiritual cuando interactuamos con personas semejantes. Esto es lo que ocurre cuando convivimos unos con otros, nos reunimos, compartimos estudios bíblicos, conversamos temas profundos acerca de Dios y su Palabra, y otros tipos de interacción que podemos tener con nuestros hermanos en la fe.

Si esperamos mantenernos con agudeza espiritual en este mundo (que es excelente para hacernos perder el filo), necesitamos rodearnos de personas que tengan esa cualidad en lo espiritual, porque “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre”.

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