Un pasaje en el libro profético de Ezequiel nos dice que Dios buscó a alguien que se pusiese en la brecha. ¿Por qué? ¿Qué significa esto para nosotros en la actualidad?
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Debido a los pecados de sus habitantes, la destrucción de Jerusalén era inminente. En la lejana Babilonia, algunos de los judíos exiliados se acercaron al profeta Ezequiel para preguntar por el destino de su nación (Ezequiel 20:1).
La respuesta de Dios, registrada en cuatro capítulos (20 a 23), fue que Él había buscado en su pueblo a alguien que “hiciese vallado y que se pusiese en la brecha” (Ezequiel 22:30). Pero dado que no encontró a nadie, permitiría que los babilonios destruyeran Judá y Jerusalén.
¿Qué buscaba Dios? ¿Qué significa “ponerse en la brecha”?
Ponerse en la brecha como una metáfora
La audiencia inicial de Ezequiel entendería esta expresión de inmediato. Esta frase es una metáfora que usa una imagen militar.
En el mundo antiguo, las ciudades y villas sin murallas eran vulnerables a los ataques, mientras que una ciudad amurallada era una ciudad segura. Sin embargo, en ocasiones partes de esas murallas colapsaban ya sea por conflictos militares debido al paso del tiempo.
Cualquier brecha en las murallas debía ser reparada, pero mientras eso ocurría, los soldados se ponían en los puntos débiles para resguardar la ciudad. Entonces, para la gente de ese tiempo, “ponerse en la brecha” significaba defender la ciudad.
Un cumplimiento literal
Más de un siglo después de que Jerusalén y sus muros fueran destruidos por los babilonios, Nehemías lideró un esfuerzo por reconstruir la ciudad y sus defensas. Comenzó esta tarea con la autoridad que le otorgó Artajerjes, el rey persa (Nehemías 2:1-6).
Pero Sanbalat, un oficial local, se opuso a los esfuerzos de Nehemías (Nehemías 4:1). La Biblia no especifica la razón, pero puede haber sido porque Sanbalat deseaba gobernar la provincia de Judea y veía a Nehemías como un obstáculo que debía eliminar.
Sin embargo, Nehemías se enteró del plan de Sanbalat y sus aliados para “atacar a Jerusalén y hacerle daño” (vv. 7-8), en ese contexto, encontramos un ejemplo bíblico de “ponerse en la brecha”.
Como Moisés, podemos interceder ante Dios a través de la oración. Y como tantos miembros del cuerpo de Dios, podemos actuar con determinación según su voluntad.
Bajo la dirección de Nehemías, los exiliados que volvieron a Jerusalén siguieron construyendo el muro, pero también tomaron posiciones de guardia donde había espacios sin terminar (v. 16).
La mitad de los trabajadores “con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada” (v. 17), y la otra mitad hacía guardia “desde la subida del alba hasta que salían las estrellas” (v. 21), lo cual era inusualmente tarde y demuestra el celo del pueblo.
Todos ellos estaban literalmente poniéndose en la brecha.
Veamos algunos ejemplos más.
Moisés intercede por Israel
Salmo 106 describe a Moisés como alguien que “se puso ante [Dios] en la brecha” (v. 23, Nueva Versión Internacional).
En el incidente que describe el salmista, Moisés reaccionó ante la decisión de Dios de destruir a Israel por hacer y adorar a un becerro de oro (vv. 19-23). Éxodo nos da más detalles acerca de esta situación.
Moisés le suplicó a Dios que no los destruyera, argumentando que acabar con su pueblo haría creer a los egipcios que Dios “Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra” (Éxodo 32:12).
Moisés pudo haberse convertido en el padre de una nueva nación (v. 10), pero le importaba más el honor de Dios que su propio estatus. Y, como resultado de la valentía de Moisés, “el Eterno se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo” (v. 14).
Moisés se puso en la brecha y salvó a su nación.
Finees se pone en la brecha
Otro ejemplo es del de Finees, cuya historia es parte del Salmo 106. El salmista escribió que “se levantó Finees e hizo juicio, y se detuvo la plaga” (Salmos 106:30).
Esa plaga era producto de la inmoralidad e idolatría descaradas de Israel. El pueblo se había “[unido] a Baal-peor,” (v. 28), un dios adorado a través de la “[fornicación] con las hijas de Moab” (Números 25:1) y sus aliados, los madianitas.
Finees intervino cuando vio a un hombre israelita traer a una mujer madianita al campamento de Israel desvergonzadamente y presentarla al pueblo (v. 6). Siguió a la pareja hasta su tienda y los atravesó a ambos con su jabalina por sus pecados descarados. Su celo logró que la plaga de la nación se detuviera (vv. 7-8).
Moisés intercedió ante Dios a través de una conversación, mientras que Finees actuó con determinación para librar al pueblo de quienes quebrantaban la ley de Dios. La conexión entre estos dos hombres valientes es su preocupación por el honor y la voluntad de Dios.
Otros héroes bíblicos que se pusieron en la brecha
La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que se “pusieron en la brecha”, aunque a menudo no se les describe con esas palabras. Ésta es una breve lista de algunos de esos héroes:
- Abraham intercede por Sodoma (Génesis 18:16-33). Su preocupación por su sobrino Lot, quien vivía entre los sodomitas, fue un factor; pero, al parecer, Abraham también lo hizo por la reputación de Dios, como vemos en su pregunta: “¿Destruirás también al justo con el impío?” (v. 23) y en el comentario siguiente: “Lejos de ti el hacer tal” (v. 25).
- Aarón intervino por el pueblo de Israel cuando se quejaron de su liderazgo y el de Moisés (Números 16:41-50), parándose en medio de la gente cuando una plaga de Dios los atacaba. Con un incensario en la mano, Aarón corrió hacia el pueblo e hizo expiación por ellos. Literalmente “se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad” (v. 48).
- David enfrentó a Goliat, un gigante de Gat (1 Samuel 17:23). David sabía que matar a este enorme hombre le traería honor personal, pero su verdadera motivación fue el deseo de quitar “el oprobio de Israel”, causado por un filisteo incircunciso que “[provocaba] a los escuadrones del Dios viviente” (v. 26).
Nadie que se pusiese en la brecha
Durante la caída del reino de Judá, Dios buscó gente justa en medio de un pueblo que había estado en declive espiritual durante años. Se habían alejado de sus leyes consistentemente y habían adorado a ídolos en lugar del Dios verdadero.
Lamentablemente, cuando los ancianos judíos que ya estaban en cautiverio le pidieron a Ezequiel que “[consultara] al Eterno” (Ezequiel 20:1) acerca de su nación, la respuesta de Dios destruyó sus esperanzas de un reino restaurado. Dios proclamó: “busqué entre ellos hombre… que se pusiese en la brecha…y no lo hallé” (Ezequiel 22:30).
Dios buscaba personas que reconstruyesen el tejido moral de la sociedad y que defendieran con valentía por lo correcto. Buscaba en Jerusalén “alguno que haga justicia, que busque verdad” (Jeremías 5:1), pero no encontró lo que buscaba.
Por qué caen naciones e imperios
La historia del mundo está llena de historias de naciones e imperios que surguieron y decayeron. Will y Ariel Durant, una conocida pareja de historiadores, hablan acerca de este tema en The Lessons of History [Las lecciones de la historia].
En su obra, atribuyen la caída de las civilizaciones al declive de la moral. La falta de límites morales es devastadora, no sólo para los individuos, sino también para las naciones.
Sin esa clase de guía, dicen los Durant, “una generación desbandada se deja llevar por el lujo, la corrupción y el desorden constante de la familia y la moral en todo, excepto por un último intento desesperado de recuperar los antiguos caminos y límites” (p. 93).
En los últimos días de Judá, Dios no encontró a nadie que se pusiese en la brecha.
La Biblia nos dice que los humanos tienen un papel muy importante en la caída de las naciones. Pero, a fin de cuentas, es Dios quien “multiplica las naciones, y… las destruye; esparce a las naciones, y las vuelve a reunir” (Job 12:23).
¿Qué significa esto para los cristianos en la actualidad?
Hoy en día, los países occidentales, en particular, han presenciado un impactante declive de la moralidad durante las últimas décadas. Comportamientos que hace no mucho tiempo escandalizaban e indignaban a la mayoría, ahora son aceptados en nombre de la tolerancia.
Dios espera que los cristianos resistan la presión social de aceptar estos comportamientos, espera que vivamos nuestras vidas de una forma que lo glorifique a Él e inspire a otros a hacer lo mismo cuando Cristo regrese (1 Pedro 2:12).
Como Moisés, podemos interceder ante Dios a través de la oración. Y como tantos miembros del cuerpo de Dios, podemos actuar con determinación según su voluntad.
Oponerse a las corrientes de inmoralidad, engaño y maldad requiere de valentía. ¿Será usted una de las personas que se ponen en la brecha?