Las dificultades vienen en muchas formas y colores, y pueden desorientarnos, desanimarnos y debilitarnos. ¿Cómo seguir adelante en nuestro camino cristiano?
Mis tiempos difíciles tal vez no se parezcan a los suyos, pero todos los tenemos. A veces, los problemas pueden hacer que nos detengamos en nuestro caminar cristiano, e incluso hacernos sentir alejados de Dios.
¿Cómo podemos librarnos de esa parálisis y seguir adelante? ¿Cómo podemos usar las pruebas para crecer? ¿Cómo obtener la fuerza espiritual que necesitamos, no sólo para soportar, sino para vencer?
Las respuestas están en la Biblia.
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí”
Jesucristo atravesó algunas de las mayores dificultades que pudiéramos imaginar, pero aun así fue capaz de decir:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).
Dios se preocupa por nosotros y quiere que nos comuniquemos con Él. Podemos volcar nuestras preocupaciones sobre Él y hacer “conocidas [nuestras] peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
Cuando sentimos la carga pesada de nuestros problemas, Cristo nos ofrece ayuda y nos da alivio. Su ejemplo nos enseña mucho acerca de cómo soportar y vencer las pruebas. (Explore esta maravillosa promesa de Cristo con más detalle en nuestro artículo “Mi yugo es fácil”: ser cristiano es ¿fácil o difícil?”.)
¿Qué podemos aprender de la forma en que Cristo se preparó para las grandes pruebas de su vida?
¿Qué hizo Jesús?
Antes de enfrentar las tentaciones de Satanás, Cristo estaba lleno del Espíritu Santo y ayunó (Lucas 4:1-2). Humillarnos en un ayuno y enfocarnos en Dios son maneras de acercarnos a Él. (Descubra más en nuestro artículo “¿Qué es el ayuno?”.)
Además, antes de ser crucificado, Jesús oró fervientemente tres veces, sujetándose a la voluntad de Dios, y Dios lo fortaleció (Lucas 22:41-44).
Acercarse a Dios
Santiago escribió: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones… Humillaos delante del Señor, y él os exaltará” (Santiago 4:8, 10).
Y Pedro agrega: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7).
El poder de la oración
Dios se preocupa por nosotros y quiere que nos comuniquemos con Él. Podemos volcar nuestras preocupaciones sobre Él y hacer “conocidas [nuestras] peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
Santiago también dijo: “la oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). (Descubra más en nuestro artículo en línea “La oración ferviente”.)
“Nunca hay que desaprovechar una buena crisis”
Winston Churchill fue un hombre que atravesó muchas crisis. Se le conoce por liderar al pueblo británico y el resto del mundo en la lucha contra las fuerzas aparentemente invencibles de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. También se le conoce por sus dichos sucintos, como “nunca hay que desaprovechar una buena crisis”.
Obviamente, ninguna crisis parece buena. Pero las pruebas, las dificultades e incluso la corrección pueden producir buenos resultados al final (Santiago 1:2-4; Hebreos 12:11).
Si sabemos reconocer las oportunidades de crecimiento espiritual en nuestras propias crisis, podemos esforzarnos por no desperdiciarlas.
Jesús dijo que busca siervos a quienes “[les] halle haciendo así” hasta el final —quienes hagan fiel y sabiamente el trabajo que les encomendó (Mateo 24:45-47).
¿Qué debemos estar “haciendo así”?
¿Qué desea Dios que hagamos diligentemente, en las buenas y en las malas?
- Arrepentirnos y cambiar (2 Corintios 7:11).
- Estudiar la Biblia (2 Timoteo 2:15; 3:16-17).
- Producir el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).
- Hacer el bien (Gálatas 6:9-10).
- Ayudar a hacer la obra de Dios (Juan 4:34; Mateo 9:35-38; 24:14; 28:19-20).
Enfocarnos en estas cosas nos ayudará a alinear nuestros pensamientos y nuestras acciones con los de nuestro Hermano mayor, Jesucristo, para que podamos andar como Él anduvo. Todas las dificultades que atravesamos en esta vida pueden ayudarnos a ser hijos puros y amados de Dios que se parecen a Él (1 Juan 3:1-3).
Consejos de viajeros experimentados
Les pregunté a algunos veteranos de este viaje espiritual cómo permanecieron diligentes en los tiempos difíciles, y éstas son algunas de sus respuestas:
Carolina dijo: “La oración me ha ayudado a atravesar grandes dificultades en mi vida. También la meditación me ayuda a ordenar mis pensamientos”.
Carlos dijo que le ayuda recordar “dificultades pasadas en las que oré y Dios me ayudó”. También habla “con seres queridos sobre lo que está pasando”.
Verónica dijo: “Siga poniendo un pie frente al otro, sin importar cuán lento avance”.
Miguel dijo: “La Biblia me recuerda que todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13). Mi camino y sustento no dependen del mundo o de lo que ocurre en él; dependo de Dios, quien va delante de mi para preparar el camino, y Él me provee todo lo necesario fielmente. Así que yo sigo caminando”.
Tomás aconseja: “No permita que nada ocupe el tiempo de sus conversaciones (estudio de la Biblia y oración diaria y diligente) con su Padre celestial, especialmente en los tiempos difíciles, cuando acercarnos a Dios es de crucial importancia”.
Daniel dijo: “La diligencia requiere de enfoque y esfuerzo. Cuando una persona es realmente diligente, su enfoque acaparará su visión al punto de que la dificultad no será una distracción tan grande como podría serlo de otra manera”.
Y Patricia ofrece este conmovedor consejo: “Días después de perder a nuestro hijo, cuando no podía pensar, comer o si quiera procesar, alguien me dio un consejo que nunca olvidaré. Me dijo: cuando puedas, comienza a enfocarte en los demás. A veces, cuando estás en medio de los momentos más difíciles, enfocarte en los demás tiene un resultado increíble. Le da a tu mente una oportunidad para olvidarse de sus problemas. Te da una oportunidad de conectarte con alguien más. Te da la oportunidad de ser útil cuando sientes que estás retrocediendo. Te da la oportunidad de hacer algo normal, cuando lo normal se ha ido. Y, en el proceso, sigues viviendo este camino de vida que has decidido vivir”.
Para un estudio más profundo, vea el artículo de portada de la edición Noviembre/Diciembre 2020, “Siete claves para superar las pruebas de la vida”.