De la edición Septiembre/Octubre 2015 de la revista Discernir

Estados Unidos en retirada

¿Por qué la superpotencia más grande del mundo parece ahora tan débil e ineficaz para sus amigos y enemigos por igual? ¿Hay alguna relación entre los valores y la moral de los Estados Unidos?

El siglo XX fue sin duda el siglo de los Estados Unidos. Pero tras siete décadas de ser la fuerza protectora del mundo, hoy parece no pasar un día sin que algo haga sonar la alarma de su inminente retirada global. Tan sólo dos décadas atrás, Estados Unidos era reconocido por todos como la única superpotencia. Pero hoy, las crisis económicas, la amenaza del terrorismo, los errores diplomáticos y la degeneración moral están empujando a esta nación hacia una mentalidad aislacionista y al borde del suicidio diplomático a gran velocidad.

El debilitamiento de los Estados Unidos, así como el surgimiento de otras potencias regionales, se ha hecho evidente para todos, excepto para aquellos que no quieren verlo. De hecho, un coro creciente de expertos políticos alrededor del mundo hablan del tema frecuentemente.

“La retirada global de América”, resuena un titular de The Wall Street Journal, mientras la BBC se pregunta si “¿Decae el poder de EE.UU.?”. Y los libros más vendidos también presagian un futuro fatídico con títulos como After America, America: Imagine a World Without Her World [América después de América: el mundo sin los Estados Unidos] y The Post-American World [El mundo post americano].

La olvidada clave de la grandeza nacional

Como sea que la llamemos -convicción u orgullo nacional- la moral de un país es un elemento fundamental de su grandeza, identidad y propósito. En el pasado, los Estados Unidos se identificaban con la cultura judeo-cristiana y el concepto de excepcionalismo nacional, y su propósito era fomentar y defender la libertad. Pero todo esto se ha ido borrando con el tiempo.

A medida que los valores morales de Norteamérica se alejan de los parámetros bíblicos (con cosas como la destrucción de la familia por el adulterio, los nacimientos fuera del matrimonio, el aborto, la homosexualidad y el abuso de drogas, por nombrar algunos de los peores males), su moral también se ha ido debilitando. La advertencia de la Biblia para quienes insisten en desobedecer a Dios sin duda se ha cumplido para esta nación: “Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce” (Levítico 26:19).

Cuestión de percepción

Cerca de la mitad de la población de EE.UU. piensa que el poder de su país está disminuyendo y que su papel “como líder mundial es menos importante y prominente que hace una década”. Los jóvenes parecen ser aún más críticos, pues según el centro de investigación Pew, en 2014 apenas 15 por ciento de los estadounidenses de entre 18 y 29 años creía que los Estados Unidos era el mejor país del mundo, porcentaje que disminuyó del ya precario 27 por ciento estimado tres años antes.

Hoy en día, un número récord de los pobladores de EE.UU. piensa que el país debería preocuparse de sus propios asuntos y reducir sus compromisos militares en el extranjero.

El pueblo estadounidense “está más convencido que nunca de que Estados Unidos realmente está declinando… No es de extrañarse entonces que gran parte del mundo se pregunte si el poder de esta nación seguirá vigente” (Robert Kagan, “The Ambivalent Superpower” [“La superpotencia ambivalente”], Politico, 27 de febrero de 2014).

“Estamos entrando en una era en la que la supremacía de los Estados Unidos en el mar, el cielo y el espacio -sin mencionar el ciberespacio- ya no puede darse por sentada”, reconoció con tristeza el ex secretario de defensa Chuck Hagel, mientras anunciaba nuevos recortes presupuestarios.

La formidable fuerza militar de los EE.UU. está disminuyendo tan rápido como su orgullo nacional, al punto de que:

  • Desde 2012, el Ejército de los Estados Unidos ha disuelto 13 equipos de combate de brigada, disminuyendo en 80.000 sus tropas activas. El Pentágono anunció el recorte de otras 40.000 tropas para 2018, lo que reducirá el Ejército a 450.000 -su menor tamaño desde 1940, cuando Alemania estaba conquistando a Francia.
  • Según algunos estimados, la actual Armada de los Estados Unidos es la más pequeña de todas desde la Primera Guerra Mundial. Si bien aún conserva los 11 portaaviones requeridos por la constitución, sólo tres de ellos (y sólo 35 por ciento de la flota de la Armada -menos de 100 naves) están desplegados activamente (Steve Cohen, “America’s Incredible Shrinking Navy” [“El increíble encogimiento de la Armada Americana”], Wall Street Journal, 20 de marzo de 2014).
  • Los planes de recorte de aviones dejarán a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en las peores condiciones de tamaño y tecnología desde su creación en 1947. El promedio de edad de sus aviones es ahora de más de 25 años, y muchos programas de remplazo o mejoramiento han sido desechados o reducidos drásticamente.

Según The Economist, “Desde la Guerra Fría ha reinado una ley geopolítica muy simple: nadie se mete con los Estados Unidos. Sus fuerzas armadas han sido tan superiores en recursos y tecnología que sería una tontería por parte de cualquier país desafiar directamente a esta superpotencia o a sus aliados. Pero, aunque la regla todavía sigue vigente, ya no es tan contundente como antes. Si bien EE.UU. aún tiene las fuerzas armadas mejor capacitadas del mundo, la ventaja tecnológica que le garantizaba la capacidad de vencer a cualquier enemigo se está deteriorando con rapidez” (“Who’s Afraid of America?” [“¿Quién le teme a EE.UU.?”], 13 de junio de 2015).

El declive de la economía lo afecta todo

La fuerza militar se traduce en influencia diplomática, lo que a su vez complementa y magnifica otros componentes del poder nacional. No obstante, la magnitud de esta influencia depende principalmente del fundamento de la vitalidad económica de un país.

Ahogado en una inmensa deuda federal, agencias crediticias con reportes cada vez más precarios y continuas crisis de techo de deuda, el crecimiento económico de los Estados Unidos se ve cada vez más afectado y podría estar comenzando a decaer, aun si los programas de ayuda social del gobierno aumentan masivamente en los próximos años.

Y como aseguran Elbridge Colby y Paul Lettow, expertos en seguridad nacional, la política fiscal afecta todo lo demás. “Tanto aliados como opositores y estados ‘oscilantes’ concuerdan en que la política fiscal de los Estados Unidos pone su capacidad de liderazgo global cada vez más en tela de juicio” (“Have We Hit Peak America?” [“¿Alcanzó su techo Estados Unidos?”], Foreign Policy, 3 de junio de 2014).

Débil a los ojos del mundo

Esta pérdida de fuerza y voluntad también está causando grandes repercusiones a nivel mundial. “Las percepciones motivan acciones”, afirma el columnista de asuntos exteriores Bret Stephens. “Los aliados que dudan de la credibilidad de las garantías de seguridad de EE.UU. -de la fuerza de su voluntad- se ocuparán de sus intereses sin importar lo que Washington quiera u ordene. Los enemigos que piensen que no tienen nada que temer de los Estados Unidos, harán lo que bien les parezca… El poder de Estados Unidos se está convirtiendo más en un vago rumor que en una realidad visible y confiable. Para que el poder sea creíble, tiene que verse” (America in Retreat [Estados Unidos en retirada], 2014, pp. 12, 220).

Los déspotas alrededor del mundo están tomando nota y ponen tanto el poder como la tenacidad de los Estados Unidos cada vez más a prueba.

Un editorial de Wall Street Journal reconoció que “China, Rusia e Irán”, así como el creciente Estado Islámico, “se están aprovechando de la retirada de América para reafirmar su dominio político y (quizá eventualmente) militar en todas las esquinas del mundo. Todos comparten el deseo de reducir la influencia de EE.UU., someter a sus vecinos a su voluntad política y eventualmente utilizar ese poder regional para disminuir la autoridad de las democracias occidentales a nivel mundial, especialmente la de Estados Unidos” (“Rise of the Regional Hegemons” [“El ascenso de las hegemonías regionales”], 26 de mayo de 2015).

En un informe de la BBC, Nick Bryant explica que estamos ante una paradoja: “Estados Unidos ya no está tan dispuesto a ejercer liderazgo en un mundo cada vez más caótico. Y sin embargo una de las razones por las que el mundo está como está es que EE.UU. no impone orden con tanta fuerza como antes. En lo que llevamos de este siglo, Washington ha ido dejando de inspirar temor… Los líderes del mundo parecen estar preparados para provocar a la Casa Blanca con la seguridad de que no se les vendrá encima” (10 de julio de 2015).

Aun sus aliados cuestionan su compromiso global

Alentando a sus rivales y desanimando a las naciones amigas, esta sensación de abandono está incentivando a los aliados de EE.UU. a tomar las riendas de su propia seguridad. Los estados del Golfo Pérsico, por ejemplo, se están armando para ahuyentar a sus enemigos.

Algunos legisladores de la Unión Europea han comentado con pesar las provocadoras decisiones de la administración estadounidense de abandonar las alianzas “no vinculantes”, obligándoles a enfrentar la perspectiva de su propia seguridad a largo plazo, en un mundo donde “tío Sam” ha decidido tomarse unas vacaciones de su liderazgo.

Con China construyendo agresivamente puestos de avanzada militarizados en aguas internacionales en disputa, los aliados de EE.UU. en Asia Oriental enfrentan miedos similares. Ravi Velloor, editor internacional de Straits Times en Singapur, expresó en palabras los pensamientos y frustración de muchos de los países aliados de Estados Unidos cuando dijo que “Una cosa es tener un poder formidable; pero otra cosa es demostrar que estás dispuesto a usarlo” (citado por Robert Kagan).

¿Es inevitable el declive de Estados Unidos?

Lo que Estados Unidos (y el mundo) realmente necesita es atender el llamado de Dios al arrepentimiento tanto nacional como individual. La Palabra de Dios ofrece esperanza para quienes estén dispuestos a escuchar su advertencia: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

¿Cambiará EE.UU. antes de que sea demasiado tarde? Lo único que podemos hacer es orar para que haya un arrepentimiento total a nivel nacional e individual. Debemos acercarnos a Dios con humilde arrepentimiento.

Lo invitamos a seguir leyendo sobre el tema en los artículos “¿Qué le va a suceder a Estados Unidos?” y “¿Por qué está Dios enojado con Estados Unidos?”.

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